jueves, 8 de mayo de 2014

Insultar no sale gratis


Las redes sociales son una gran cosa, pero como todo en esta vida tienen sus peligros, sobre todo si eres tan osado como alguno que hay por ahí. 

Ayer un juzgado condenaba a un chaval por injurias contra Cristina Cifuentes, por unos insultos vertidos contra ella, que generaron una cascada de descalificaciones e incluso amenazas contra la delegada del Gobierno en Madrid. El acuerdo al que llegaron las partes incluye que el autor pida disculpas a la señora Cifuentes, publique la sentencia en las redes en las que primero montó el cristo, y cierre sus cuentas en Twitter y demás. La indemnizada donará el dinero de la sanción a una fundación humanitaria. 

A veces parece que no nos damos cuenta de que Internet es una mera extensión de nuestra persona por medios artificiales. Nuestras opiniones, afirmaciones, aciertos y meteduras de pata quedan registrados para mayor gloria de la tecnología y si bien parecemos conscientes de que una frase en mal tono o un calentón verbal por la calle se puede saldar con un juicio de faltas ignoramos esto cuando nos sentamos frente al ordenador. 

Por si eso fuera poco parece que Internet saca lo peor de cada uno, y gente a la que normalmente no imaginas que escucharías decir una grosería teclea barbaridades que harían sonrojar al clásico marinero del dicho (se ve que en el mar se habla con más tacos que en tierra firme). 

En Lugo también pasa esto, como en todas partes, y hay gente que tarde o temprano acabará pagando el verter continuamente su veneno en donde creen que son intocables. Me refiero a esa gentuza que tras un perfil de Facebook se dedica a faltar al respeto o a calumniar a terceros por el simple hecho de haberse montado una película (también denominada “paja mental”) de amigos/enemigos que parece digna de una trilogía de la mafia. Les pongo un ejemplo. 

Hace un año aproximadamente asistí pasmoso a un comentario en un grupo de Facebook en que una persona aseguraba tajantemente que había dado dinero a un empresario de la ciudad por una entrevista de trabajo. Ponía la cantidad, el nombre del empresario y de su empresa, y que encima no le habían dado el trabajo. Acabaron en el juzgado porque el empresario denunció a esta persona, con toda la razón del mundo. 

Si eso que dices es falso, y aquí se entiende por falso todo aquello que no se puede demostrar, estás cometiendo un delito de difamación. Y es irrelevante que dicho delito lo cometas en persona, por carta, teléfono, fax o, si vas de moderno, mediante Facebook, Twitter o cualquier página de esas que andan por ahí. 

Opinar es libre, sólo faltaría, pero hay un límite muy obvio entre eso y el colmillo goteante, la rabia no disimulada y el odio cerval, que suele venir derivado de una envidia mal llevada. 

Lo más curioso de todo es que esa gente a veces parece que no se da cuenta de que sus amigos están leyendo esas cosas firmadas por ellos, y que al final quien queda fatal es quien dedica su vida a ir contra todo. Es muy deprimente ver un muro en que sólo se incluyen insultos, descalificaciones y chistes malos sobre los mismos a los que insultan y descalifican. Pero oye, cada uno refleja su personalidad como es.

3 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acuerdo con lo expuesto, nunca debes difamar a nadie a través de ningún medio. El insulto es lo mismo, no lleva a ninguna parte, lo único que se debe tener en cuenta, y no expongo como disculpa ante este tipo de gente, es que los primeros en dar ejemplo son los propios personajes públicos, ellos mismos lo están haciendo y veo que ningún juez de momento ha dictado ningún tipo de sentencia en su contra. Las reglas deben ser iguales para todos, y el que meta la pata que lo pague de la forma que tenga que pagarlo, sea quien sea. Nada más, que me enrollo y a lo mejor acabo diciendo una tontería.

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  2. Me parece muy bien tu comentario, salvo que los marineros nunca dicen soeces sino que son expresiones que "salen" a consecuencia de una situación extrema. Gracias

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    1. Espero no haber ofendido a nadie, es la "cultura popular" la que cuenta eso, no yo, que el único marinero que conozco es muy educado. Pocas personas conocerás más defensoras que yo de la dura vida del marinero, tan poco valorada en ocasiones.

      Un saludo.

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