jueves, 6 de agosto de 2015

De toros va la cosa

Antes de nada, aviso de (relativa) utilidad pública: el blog en agosto va a ser muy irregular porque oigan, aunque no esté de vacaciones estos días son más relajados y no es plan de obligarse a darle a la tecla, ¿no creen?

Entrando en materia, empezaba el párrafo reflexionando que cuando uno conoce a alguien y le cae bien le cuesta más criticarlo. Me pasa con Olga Louzao, de Ciudadanos, con Lara Méndez, alcaldesa de Lugo, con Alejandro Penas Roibás (cabeza del BNG local y compañero de estudios hace décadas – vamos mayores, Alex), con Carlos Portomeñe de ACE, y ahora también con Santiago Fernández Rocha, cinco personas con las que tengo diferencias ideológicas (unas más que otras, claro) pero que por su simpatía y por las buenas referencias que tengo me cuesta más hacer sangre. Otra cosa es que me calle, claro.

Pero si además dicen cosas con sentidiño ya ni les cuento. Publicaba ayer la web de Lugonovo que se posicionan contra la corrida de toros de Triacastela, pero que no piden que se impida su celebración sino que no se invierta dinero público en la misma. Me parece una posición coherente, respetuosa, razonable y aplaudible.

Personalmente no creo en los derechos de los animales, aunque sí en lo que dice de nosotros lo que hacemos con estos. Hasta dediqué un artículo al tema a raíz de un tuit del exmagenta Toni Cantó, ahora Ciudadano. Tampoco es que me guste que se considere un arte torturar a un animal, a pesar de las tradiciones y todo ese rollo, pero hay que reconocer que si abrimos ese debate ya nos podemos preparar a pagar más caros los pollos, que producirlos en chalets adosados es más costoso que el sistema actual, por poner un ejemplo. 

Pero la cuestión es que cuando empezaron con las campañas antitaurinas en Triacastela mi primera reacción fue hablar con unos amigos para ver si nos animamos a ir a la corrida. No porque nos atraiga el dudoso espectáculo, sino por joder, hablando mal y pronto.

Eso de amenazar con boicotear el Camino de Santiago al paso del pueblo me parece tan ridículo como plantar patatas en un museo de historia. Bueno, esto en Lugo ya se ha hecho, modernos que somos, y nos ha costado la patata a precio de percebe, es de suponer.

Me molestan los extremismos y las prohibiciones “porque sí”. Si a usted no le gustan los toros, no vaya, e incluso haga campañas de sensibilización, pero impedir que lo hagan los demás es una cuestión propia de estados fundamentalistas.

La postura de Lugonovo, sin embargo, me parece atinada: ¿Que quieren hacer una corrida? Perfecto, pero que se la paguen ellos. Indiscutible postura que espero que trasladen a otros asuntos municipales, porque es la base del liberalismo: yo te dejo hacer pero tú te buscas la vida. Nada que objetar.

Me llama la atención, eso sí, que una agrupación de ámbito local de la ciudad de Lugo se meta en el jardín de opinar sobre temas que atañen a otro ayuntamiento, pero bueno, la cosa está sobre la mesa y tampoco pasa nada porque opinen. Aunque como precedente puede ser incómodo, porque les puede dar en toda la cara con un efecto bumerán, que las cosas en política tienen casi siempre segunda parte.

Aplaudo a Santiago por su postura, no quiero dejar de insistir porque no me gustaría que parezca una ironía, y repito también que confío en que su alejamiento del intervencionismo se repita con asiduidad.

Se aprecia además un planteamiento lejano al oportunismo de grupos como el BNG, que en Triacastela llaman asesinos a los gobernantes del PP mientras se olvidan oportunamente de que su alcalde "más importante" en Galicia, el del Pontevedra, tiene plaza de toros en uso en su ciudad. Cosas de la política.

1 comentario:

  1. Si es que el tema, nada tiene que ver con los derechos de los animales. Es un ataquito antiespañol, ni más ni menos.

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