miércoles, 8 de junio de 2016

La "aversión" del himno del PP

Tras el cartel de mercadillo del San Froilán 2016, al que le están saliendo defensores quizás porque la reacción en contra ha sido virulenta, los autores españoles están de enhorabuena con otra nueva creación digna de museo de los horrores: la versión “merengue” del himno del PP, con el que supongo que pretenderán espantar a algún votante más de aquí al 26 de junio.

El papelón de Jorge Moragas, director de campaña del PP, que presentó la musiquita de marras, ha sido épico. Parecía que estaba dando un pésame, y cuando empezó a sonar la sintonía bajó la cabeza con una vergüenza propia de quien sabe que está haciendo el ridículo, y más aún cuando tienes delante a varias filas de periodistas que se miran entre ellos dudando entre incredulidad y risa mal disimulada. El señor Moragas merece, aunque solo sea por los servicios prestados en esta cuestión puntual, la gaviota de oro y brillantes al mérito popular.

El himno del PP probablemente sea el mayor acierto en música electoral de la historia de este país. Creo que es el único que cualquier español puede tararear sin dudar ni una nota, y eso hizo que en su día se vinieran arriba y sacaran versiones: la clásica, la vasca, el villancico o la versión tecno que daba casi tanta pena como la última que presentaron.

Lo de las versiones tenía su lógica en algún caso. Por ejemplo la clásica estaba bien pensada porque es la que se puede poner de fondo musical mientras la gente llega a los mítines y se va sentando, y así rompes ese silencio incómodo que se produce hasta que el líder hace su aparición entre previsibles aplausos y gritos de “guapo, guapo” sea quien sea. Esa adaptación es una sintonía suave, de instrumentos de cuerda, en que se reconocen perfectamente las notas características de la sintonía, pero sin estridencias.

Los periodistas con cara de "no me lo puedo creer"
Luego está la versión principal, que ya tiene más fuerza y que hace que todo el mundo se ponga de pie. No es algo accidental, supongo, y es un himno que de tan pegadizo que es incluso ha hecho que un amigo mío que trabajaba en una cafetería creyera escucharlo al entrechocar unas copas de cristal que estaba sacando del lavavajillas. Hasta ese punto llegamos.

El himno del PSOE probablemente no le suene ni a Pedro Sánchez, y eso que hasta me parece que tiene letra. El resto ya ni lo intentan que yo sepa. Ni Ciudadanos ni Podemos se han unido a esa moda, muy de los 90, de musicalizar las entradas con una sintonía propia, pero francamente hay que decir que no es ninguna locura… hasta que hacen el indio y se convierten en el hazmerreír de todo el país con esa cosa tipo bachata cutre. Incluso el sonido es pésimo. Les falta la cabra bailando en un taburete, porque la orquestación es de fiesta de pueblo de hace 30 años: organillo y tentetieso.

Si lo que pretenden es que la gente baile en los mítines van de cráneo. Para eso tendrían que dar ejemplo y no veo yo a la mayoría de los candidatos, empezando por Rajoy, capaces de seguir el ritmo de esta música sin ponerse en evidencia. Con esta música es harto difícil a menos que presenten a Chayanne o algo por el estilo, y no los veo muy dispuestos. Hay cosas que si quieres transmitir seriedad no puedes hacer, y esta es la primera: evita el ridículo.

Se han lucido. Más que una versión, es una "aversión". Una vez más no podemos dejar de valorar la extraordinaria capacidad del PP para pegarse tiros en el propio pie en los momentos menos oportunos.

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