lunes, 4 de julio de 2016

Bravo por la música

Que la música es un reflejo de la sociedad es una obviedad. Los años 60 o 70 tuvieron sus propios himnos, que personalmente no recuerdo como es lógico ya que son anteriores a mí (nací en el 75 así que malamente me resultará familiar Jarcha u otros grupos que solo a programas como el añorado “esto me suena” de Paco Nieto convierten en reconocibles). La de los ochenta probablemente haya sido la década de mayor calidad musical de la historia con nombres que pasarán a los registros como únicos en su clase. Pero a partir de ahí tengo la sensación de que caíamos en picado.

Las listas de éxitos, los grupos más populares y las selecciones de radios y locales no solo recogían gustos que me parecen para echarse a llorar, sino que se basaban en la simpleza y la partitura machacona.

Que los números uno y los records estuvieran copados por engendros musicales como el “Gangnam Style” de PSY o “Starships” de Nicki Minaj era como para preocuparse. No les digo que no sean canciones divertidas, para bailar o lo que sea, pero viendo que las comparaciones hay que establecerlas con “Imagine” de John Lennon, “Your song” de Elton John o incluso “Man in the mirror” de Michael Jackon, no dábamos la talla.

Hasta que apareció ella.

Una mujer que rompe todos los cánones de la belleza escuálida que nos quieren vender en las pasarelas, donde más que echar otra cosa a las modelos (y los modelos, que últimamente van por el mismo camino) dan ganas de echarles algo de comer. Que huye de los vídeos basados en los efectos especiales, moviendo la cámara lo justo y en blanco y negro en muchos casos. Que ha abandonado los ritmos machacones y que basa su éxito en las letras y las melodías y no en las copas y la noche. Adele.

Que esta británica que va contracorriente haya pulverizado todos los records me hace pensar que aún nos queda cierta esperanza y que el buen gusto tiene alguna oportunidad de triunfar en un mundo chabacano y que parece más preocupado por el selfie que va a subir a Facebook que por disfrutar de un paisaje.

Con “Hello” Adele superó el récord que hasta ese momento ostentaba PSY, y alcanzó los mil millones de reproducciones en 87 días. Un matemático corriente les podrá explicar que eso son casi once millones y medio de reproducciones diarias. También con ese mismo álbum batió el record de ventas, con 2.433.000 discos vendidos ¡en una semana! ¡Y solo en Estados Unidos! También superó la marca de Justin Bieber en ventas digitales, vendiendo más de un millón en una semana. Hasta en marca de reproducciones en un solo día ha vencido Adele a todos los demás, incluyendo a Taylor Swift. 27,7 millones de reproducciones en un día. Uno solo.

No puedo evitar respirar aliviado. También he de reconocer que la canción que está batiendo records no es la que más me gusta de Adele, pero supongo que como algunas cosas muy buenas hay que familiarizarse con ella.

Confío en que estos éxitos continúen y que los encargados de las próximas películas de James Bond, por ejemplo, tengan el acierto de volver a contar con ella. Skyfall fue, quizás tras Goldeneye, la mejor canción de la saga, superando incluso a otras más reconocibles como Goldfinger.

Bravo por Adele, y bravo por la música, como decía aquella canción de Juan Pardo

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