miércoles, 3 de enero de 2018

Un plan para Las Catedrales que no soluciona gran cosa

Las Catedrales desde el aire con marea alta.

Hace ya tiempo que les había prometido un artículo sobre el control de accesos a la playa de las Catedrales y la verdad es que se me fue pasando la cosa hasta que hoy vi los “asuntos pendientes” y me encontré con ello. Pues al tajo.

Podríamos resumir la cuestión en una única frase corta: es una chorrada. No se han solucionado los problemas de la playa y se han creado una serie de dificultades que parecen más diseñadas para que parezca que se hace algo que para hacerlo realmente.

Lo primero que fijó la Xunta, en un alarde de gestión, es un límite de 4.812 personas diarias para bajar al arenal. Una cifra totalmente arbitraria basada en unos supuestos cálculos que nadie sabe muy bien de dónde salen, y eso que le pregunté yo mismo a la Directora General de Turismo, cuya explicación fue remitirse a los “técnicos”, que es lo que se suele decir cuando no tienes ni idea de qué contestar. Pero vamos a darla por buena.

El problema es que tras conseguir un permiso para acceder, que se basa en cubrir un sencillo formulario en Internet lo que elimina a aquellas personas poco duchas en las nuevas tecnologías, llegas y te encuentras una cola tremebunda igualmente, porque por lo que se ve no se han dado cuenta de que las 4.812 personas van todas a la misma hora, que es la de la marea baja “diurna”.

Las mareas de estos días
No hace falta ser especialmente inteligente para ver que en el día hay, como máximo, dos “pleamares” y dos “bajamares”. Esto hace que los horarios de visita se concentren, porque como todos sabemos con la marea alta en las Catedrales solo puedes visitar las cuevas si eres un percebe. Si, como hoy, hay una bajamar a las 11:05 de la mañana, la siguiente será a las 23:19, con lo que o ponen unos focos tamaño aeropuerto en la playa (Dios los libre) o las 4.812 visitas irán a las 10 de la mañana para ver algo. Así que el sistema cae por la base.

Por si eso fuera poco, tras cubrir el formulario (por cierto, ya me dirán qué les importa el sexo y el año de nacimiento del visitante) y tener todo en regla, llegas a la entrada de la playa y con que simplemente lo enseñes te dejan pasar, sin comprobar ya no solo si las personas son las que vienen en el papel, sino incluso la fecha, con esa desidia que solo se puede encontrar en los trabajadores que saben que su función es una estupidez.

En cuanto a lo que debería ser lo más importante, la vigilancia del arenal, aquí o lo hacen muy bien o lo hacen muy mal, porque no vi ninguno lo que quiere decir que están perfectamente integrados con el paisaje (me los imagino en plan Comando, con monos de camuflaje entre las rocas) o no los hay. Espero que sea lo primero.

La hoja de "pedido" de autorizaciones
Por último los servicios dejan mucho que desear. Y por servicios me refiero literalmente a los baños. No es que sean malos o estén en mal estado, es que había unos justo en la rampa de entrada que por razones que desconozco están cerrados y hay que ir a otros que están pasado el quinto pino y en los que encima te cobran. Cosas extrañas poco explicables.

La playa de las Catedrales, ese maravilloso lugar al que hace 20 años íbamos y mis amigos nos decían que estábamos locos porque era una “playa muy mala”, necesita cuidados y vigilancia, porque lamentablemente la masificación turística no deja títere con cabeza… pero las medidas a tomar tienen que ser efectivas y lógicas. Concentrar casi 5.000 personas al mismo tiempo no parece una de ellas.

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