jueves, 8 de febrero de 2018

Censura 2.0

El puzzle del delito
Tengo miedo. Verán, en la entrada de casa tengo un puzzle de 8.000 piezas y de casi tres metros de largo que reproduce los frescos pintados por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. Hasta hoy me parecía una impresionante obra de arte, pero estoy empezando a temerme que sea un delito, porque salen figuras desnudas y es posible que sean ángeles o santos o algo así y me puedan meter en la trena por tener eso en casa por un delito de odio contra la religión, o por una falta de respeto a vayan ustedes a saber lo qué. Vale que debajo de esos dibujos se elige al Papa y que lleva ahí unos cuantos años sin que nadie haya protestado, pero tal y como se están poniendo las cosas no me parece algo a tomarse a la ligera y como nos pongamos tontos acabamos como los del Estado Islámico, cargándonos obras de arte porque son inmorales.

La gran ofensa. ¡En Instagram!
Supongo que habrán visto la noticia del chaval al que le han cascado 480 euros de multa por un fotomontaje que hizo y que subió a Instagram en que sustituía la cara del Cristo de nosequé de Jaen por la suya. La cofradía que saca la imagen a pasear se ofendió mucho y lo denunció, y sorprendentemente Su Señoría consideró que tenían razón y que había motivos para condenar al muchacho.

En mi opinión se nos está yendo la pinza definitivamente. ¿En qué cabeza cabe que se pueda sancionar a alguien por semejante tontería, por poner en un cartel DE CARNAVAL una imagen de un señor disfrazado de Papa o por cosas de ese estilo? Ya ni siquiera hablamos de la sagrada libertad de expresión, sino de puro sentido común, de que nos tomamos las chirigotas carnavalescas como ofensas y las idas de olla de un chaval en redes sociales como una cuestión de Estado que hay que castigar mientras, eso sí, a Liñares lo tratamos de usted por la calle, seguimos sin saber quién fue el Señor X del GAL porque eso no interesa, la financiación de los partidos es la cueva de Alí Babá, y a Bárcenas hay que hablarle con la debida consideración, no sea que le parezca mal que le llamen chorizo.

Las normas tienen que ser claras, pero también tienen que ser limitadas y razonables. Es cierto que tampoco podemos meter en el cajón de la libertad de expresión las barbaridades que cada uno quiera decir para conjurar sus demonios internos, y si alguien quiere disfrazar de arte la amenaza o la vejación hablamos de otro asunto.

A mí personalmente no me parece mal que multen a un tío por decir en una canción que hay que descerrajar dos tiros en la cabeza al Rey, igual que me parecería fantástico que lo multaran por decir eso mismo del pescadero de la esquina, el frutero o el guardia urbano. Lo importante no es el cargo, sino la amenaza, así que si algo me sobra en la famosa sentencia del rapero ese al que condenaron hace poco no es su delito de amenazas, sino lo de las “ofensas a La Corona”. Ese camino es peligroso, porque las ofensas son subjetivas y La Corona debería tener la piel algo menos fina, sobre todo si se le mentan a los elefantes o las queridas, algo que ha salido en toda la prensa del mundo mundial. También es cierto que al rapero no se le condenó por esto último sino por lo de las amenazas, que es otro asunto que sobrepasa claramente la libertad de expresión.

Pero una cosa es una amenaza, la exaltación del terrorismo o cosas similares y otra muy diferente esta especie de Censura 2.0 en la que hay que tener un cuidado terrible cada vez que se abre la boca. Los mismos que defienden que se pueda hacer un cartel de Carnaval con un Papa ponen el grito en el cielo si una chica va enseñando mucha carne porque es sexismo, y callan si un tío muestra la suya, que se ve que eso está bien (los anuncios de colonias con tíos en ropa interior se ve que no son sexistas sino “arte”, digo yo). Las mismas personas que ven en cincuenta sombras de Grey (por cierto no lo he leído) el nuevo Kamasutra a pesar de que por lo visto es un manual de sado dicen que las mujeres no pueden ser azafatas en las carreras de coches (maldita la gracia que les haría a las chicas quedarse sin trabajo), y los que afirman que los enanos no pueden hacer anuncios de precios pequeños de telefonía móvil son los que claman por la igualdad de oportunidades laborales. Los que defienden que los niños no pueden hacer nada navideño en el cole porque es ofensivo meterles asuntos religiosos en el centro educativo, se vuelven locos para disfrazarlos de demonios, brujas y cadáveres ambulantes por Halloween… y así podríamos seguir.

Agustín González acusando a todo bicho viviente de un
"contumaz regodeo en la concupiscencia"
Toda esta gente debería ver la película “La Corte de Faraón”. Es de los años 80 pero está ambientada en el franquismo y uno de los personajes que más me gustan es un cura encarnado magistralmente por Agustín González. Como buen censor el cura de marras veía pornografía y ofensas por todas partes, incluso donde no las había, y si uno lee los informes reales de la censura se da cuenta de que muchos eran una panda de enfermos y obsesos que trasladaban a los demás su retorcida visión del mundo. Ahora volvemos a las andadas, pero atacando por todos los frentes imaginables.

Miren el buen gusto no se puede regular. ¿Que el fotomontaje del chaval de Jaén no le gusta? Pues lo bloquea en el Instagram y listo. ¿Que el Carnaval le resulta ofensivo? Pues oiga, váyase de vacaciones a Irán durante esos días porque precisamente se inventó para ser irreverente… Y por favor, no me vengan con lo de "pues que se metan con los árabes, que con esos no se atreven" porque el fundamentalismo ajeno no justifica el propio. Si no por esa regla de tres los tribunales islámicos harían razonable que vuelvan las hogueras de la Santa Inquisición.

El problema es que le dan tanta importancia a estas tonterías que no solo logran distraernos de cosas más importantes sino que encima acojonan al más pintado para dibujar, escribir o hablar de cualquier asunto, no sea que se ofenda alguien. La represión ha vuelto, y ahora es peor porque todo hijo de vecino se ha sacado el carnet de censor.

2 comentarios:

  1. "Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho de decirle a la gente aquello que no quiere oír" George Orwell

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  2. www.elmundotoday.com/2018/02/un-nino-dice-su-primera-palabra-y-ofende-a-varios-colectivos/

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