viernes, 28 de septiembre de 2018

Carlos Portomeñe ya tiene excusa para ir a Fiscalía

Si Carlos Portomeñe quiere llevar a Fiscalía la pasarela del Ángel Carro, ayer la alcaldesa le dio el pie perfecto: un desafío

Si hay algo que respeto profundamente es a la gente con convicciones, sean o no sean coincidentes con las mías. De hecho lo habitual es que vea más coherencia y rigor en gente con la que no comparto ideas que con quienes sí lo hago, quizá porque soy más crítico con los propios que con los extraños (en temas ideológicos, al menos), y eso se debe a que me duele más la caída en la contradicción de quien creo que me puede representar que de los otros.

Un ejemplo claro de coherencia es Carlos Portomeñe, a quien no le encuentro fisuras en su discurso. No comparto prácticamente nada de lo que dice cuando habla de política nacional o de ideología (de ahí su escaso éxito electoral, le pasa como al otro Carlos, Dafonte aquel, que caía muy bien a todo el mundo pero que no se comía gran cosa porque el comunismo en Lugo no vende), pero curiosamente sí suelo estar bastante de acuerdo con él en temas prácticos referidos a Lugo. Recuerdo una tertulia en la que coincidimos en Onda Cero en que creo que los dos nos sorprendimos gratamente al comprobar que éramos muy críticos con el proyecto del “puente blanco”, un mamotreto desproporcionado, en una ubicación absurda y que no tuvo más objetivo que ser un monumento al aspecto más paleto de nuestro Lugo del alma.

Carlos tiene además el don de la palabra y es capaz de defender en un pleno casi cualquier tema sin perder de vista su argumentario ideológico. Quizá lo único que se le puede echar en cara es que tira demasiado precisamente de eso y que a veces se pierde en las veredas, pero qué quieren que les diga, en un grupo municipal en que solo hay un concejal es casi imposible manejar todos los asuntos sin repetirse un poco, y si no miren este blog, que también cae en temas recurrentes porque no es sencillo escribir casi dos mil artículos sin reiterarse.

En el pleno de ayer pudimos contrastar la coherencia de Portomeñe con la contradicción esencial de Lara Méndez cuando se enfrenta al habitual cortoplacismo que impera en la política, donde lamentablemente lo raro es lo de Carlos. Si hace escasos días el Gobierno Local cargaba contra el PP por llevar al juzgado los contratos caducados (cosa que comparto porque yo mismo critiqué esa medida) ayer Méndez desafiaba al representante de ACE a acudir a los tribunales si veía ilegalidades en la pasarela del Ángel Carro.

Es decir, que si se denuncia malo y si no se denuncia también malo. Evidentemente si el concejal hubiera presentado un escrito en el juzgado o en Fiscalía denunciando al gobierno por prevaricación, malversación o cualquier otra figura que considere aplicable el discurso sería otro: que si es por electoralismo, que si no se puede judicializar la vida política, que si se denuncia porque no se ven capaces de ganar en las urnas… pero como no lo ha hecho cambia totalmente el argumentario y le da la vuelta: que si no tiene pruebas, que si no es delito, que si ve algo turbio vaya a la plaza de Avilés…

Es el tributo que hay que pagar por no tener una ideología clara ni unos principios básicos que dicten si en estos casos crees que hay que denunciar o no denunciar. Personalmente ya les he dicho en más de una ocasión que considero que poner en conocimiento de la justicia un comportamiento que se considera ilegal es una obligación de cualquier ciudadano y más aún de un representante de los lucenses, pero siempre que se haga en tiempo y forma. Lo que no puede uno es estar veinte años cruzado de brazos y a meses de las elecciones montar el Cristo, porque entonces el objetivo no es el cumplimento de la legalidad, sino ganar las elecciones.

Quizá Carlos haya errado no metiendo un escrito en Fiscalía cuando tuvo conocimiento de los informes que ponen en duda la solución de la más que discutible pasarela del millón de euros, la de las columnas dóricas (cada vez que lo pienso me dan escalofríos), pero ahora tiene una excusa fantástica para presentarlo sin que se le pueda acusar de electoralismo: "me lo ha pedido la propia alcaldesa".

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