lunes, 17 de abril de 2023

La fábula


Érase una vez una rana que dormitaba tranquila en la orilla de un caudaloso río, lleno de remolinos y de aguas bravas. Se le acercó un escorpión y cuando la rana, asustada, iba a escapar éste le habló:

  • No temas amiga mía, no quiero hacerte daño alguno. Necesito cruzar al otro lado del río, pero los escorpiones no sabemos nadar, así que me preguntaba si serías tan amable de llevarme en tu lomo.
  • ¿Me tomas por tonta? – contestó la rana – en cuanto me ponga a tu alcance me clavarás tu aguijón.
  • No, de veras, te prometo que no será así. Además piénsalo bien: no sé nadar, si te clavo mi aguijón tú morirías envenenada pero yo moriría ahogado, no tendría sentido que lo hiciera. Te prometo además no meterme contigo ni con tu familia nunca más si me haces este favor.

La gran ventaja de no tener un enemigo tan peligroso y la lógica aplastante del argumento del escorpión convenció a la amable rana, que a pesar de lo que había oído sobre el peligroso arácnido decidió confiar en él. Se acercó más a la orilla y le permitió encaramarse en su espalda.

Comenzó a nadar hacia la otra orilla pero, cuando estaba en medio del recorrido, notó un fuerte pinchazo en la cabeza y cómo la muerte se apoderaba de ella. Era el escorpión, que le había clavado su venenoso aguijón. Mientras notaba cómo su cuerpo se paralizaba y veía que el escorpión miraba aterrorizado al agua en que se iba a ahogar, la rana le gritó:

  • ¿¿Estás loco?? Con esto moriremos los dos. ¿Por qué lo has hecho?

El escorpión la miró a los ojos y, medio hundido y muriendo entre las aguas le respondió:

  • No he podido evitarlo. Es mi naturaleza.

1 comentario:

  1. Esto es una fábula y como tal está abierta a la interpretación de cada cual.

    Aunque suelo aprobar todos los comentarios, dada la cercanía de las elecciones voy a hacer una excepción y solo aprobaré aquellos que vengan de perfiles verificados, y no de anónimos.

    Al que no le guste que comente en otro sitio.

    Mi blog, mis reglas.

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