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lunes, 11 de octubre de 2010

Tirar de la manta

Salió en los periódicos: “Un bando prohíbe a los artistas y manteros sin permiso en las calles durante el San Froilán”. Pues vaya éxito del bando. Pero claro, no interesa atacar a los manteros, analicemos el porqué.

101020101322En primer lugar, creo que existen dos tipos de “manteros”. El primero (en la foto) es el de aquellas personas que se instalan sin permiso o licencia municipal en la calle y venden mercancías legítimas: pañuelos, muñecos, artesanía… Entendería que estas personas fueran autorizadas a ejercer su actividad regularizándolas y dándoles una licencia sin coste alguno, o por un precio simbólico ya que son un atractivo más de las fiestas; sin embargo el segundo es el de los que más interesa mantener, los que venden cosas “de marca” falsificadas: relojes, bolsos, cinturones, carteras…

El argumentario del defensor del mantero es claro: es una pobre gente que no tiene otra forma de vivir que vender estas cosas, sujetos a mafias malvadas que los explotan y que les dejan esta vía como única forma de subsistencia. Por su parte, el Ayuntamiento de Lugo intenta navegar entre dos aguas, buscando quedar bien con los comerciantes que pagan impuestos todo el año y al mismo tiempo con la ciudadanía que no quiere que se retire al mantero.

Pero ¿por qué todo el mundo quiere que haya manteros? ¿Es por lástima? Yo creo que no. Me parece evidente que la mayor parte de la población quiere (o queremos, que aquí todos tenemos mucho que rascar) poder comprar un Rolex, un Armani o un bolso de Channel o de Carolina Herrera por 10 euros. Me resulta muy difícil pensar que la población admite un delito (y nos pongamos como queramos, es un delito la venta de productos falsificados) sólo por pena hacia esa pobre gente. Si fuera así, ¿admitirían que les robasen la cartera por necesidad? ¿o que entraran a vivir en una habitación vacía de su casa porque no tienen dónde vivir? Obviamente no.

101020101330La cuestión es que aquí los perjudicados son las grandes firmas y las tiendas de lujo, que venden artículos poco accesibles para el ciudadano medio. Casi nadie se puede permitir comprarse un bolso de marca, o un reloj caro. Mucho menos cinco o seis, y en esta sociedad en que estamos a todos nos gusta tener variedad, y si es de marca, mejor. Dejando a un lado lo penoso que resulta presumir de una marca cuando lo que luces es falsificado, es una tristeza que nuestro Alcalde haga la vista gorda y renuncie a cumplir las normas por no perder votos. Eso sí, cuando le interesa dice lo contrario a voz en grito y repite hasta quedarse afónico que él está para cumplir las normas, lo que se demuestra aquí que no es cierto.

Ya sé que son pocos y que ganan mucho dinero, que es lo que realmente molesta, pero hay que ponerse en la piel de los comerciantes que venden los productos legítimos de esas marcas. Hay relojerías y tiendas en Lugo que han gastado un dineral en comprar stocks de productos de calidad, ya sea por el diseño o por los materiales (que no son los mismos por mucho que digan los falsificadores) y que pagan sus impuestos, derechos y precios oficiales. ¿Por qué tiene que soportar esa gente que frente a su escaparate vendan mercancías falsas por una fracción del precio? ¿De verdad nos parecería bien si nos afectara a nosotros en primera persona? Piense en su profesión y, si es aplicable, busque un símil. Si no lo es, piense en algún familiar que tenga cualquier tipo de negocio o que trabaje en una tienda y qué pasaría con sus puestos de trabajo si les hicieran esta jugada.

Este año ha sido el más escandaloso. La Policía, por dejadez o por instrucciones expresas del Gobierno Local (creo que la Federación de Comercio debería poner una denuncia colectiva y que se aclare este extremo) ha permitido que camparan a sus anchas, y no sólo fuera de los límites de ese “cordón sanitario” que se impuso. Las fotografías muestran a la Policía Local pasando del tema, e incluso a los materos apoyando sus mercancías contra un coche de la Policía.

Esto va a ser como el botellón. Cuando queramos ponerle freno será imposible.

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