Vengo de un pequeño viaje a las Islas Canarias, donde estuve con la familia en un hotel lleno de alemanes, ingleses, franceses… y gallegos. Había por todas partes, éramos legión. En el personal también había mucha gente de la tierra, y se notaba la morriña que tenían porque cuando hablaban con nosotros lo hacían en gallego y nos contaban lo mucho que echaban de menos esto. No me extraña. Tenerife es muy bonito pero no es lo mismo. Le falta agua.
Hubo una anécdota que me parece reveladora de hacia dónde estamos dirigiendo a las generaciones gallegas que vienen detrás. En el hotel organizan un mini club, que viene a ser una especie de guardería/sala de juegos para niños. Había una niña de 7 años de Galicia que fue a jugar con los demás… pero que no hablaba español, sólo gallego. No es que no quisiera hablar castellano, es que no sabía; sólo hablaba gallego cerrado (con geada y tal). Mi hermana, que acompañaba a mis sobrinas, se ofreció amablemente a hacer de traductora y la cosa fue tirando, pero a los cinco minutos la niña, como era de esperar, estaba llorando como una descosida.
La pregunta que uno se hace cuando ve esto es la siguiente: ¿es lógico condenar a una generación de gallegos a no cruzar Piedrafita? No me vengan con chorradas de que el Gallego es muy universal porque se habla en Brasil y en Portugal, eso es portugués, que es parecido pero no te entiendes ni de broma (yo lo he intentado). Es como decir que si hablas español puedes ir a Italia y te entiendes. Falso. Te entiendes como en la mayoría de los sitios, señalando y haciendo gestos.
Durante el bipartito PSOE-BNG se implantó la educación casi exclusiva en gallego, dando por sentado que el común de los gallegos dominaba el castellano pero olvidaba su “idioma materno” (si no lo conocían, será que no era materno, digo yo). Lo que no pensaron estas cabezas pensantes es que hay también mucha gente en Galicia que no sabe castellano porque no lo hablan nunca. Es decir, que se dan casos como el de esta niña que no puede salir de nuestras cuatro provincias sin ponerse a llorar por verse limitada a la hora de comunicarse.
El monolingüismo gallego es una barbaridad, y se está dando. Me gustaría saber qué futuro le espera a esa niña del hotel (por cierto, la niña es real, no es una metáfora en plan Rajoy), cuando dentro de 15 o 20 años busque trabajo. Luego protestaremos porque los fascistas de León no dejan a la niña expresarse en su idioma patrio.
Los idiomas son una herramienta para comunicarse, nada más. Hacer del idioma un arma política es, además de una barbaridad, algo poco práctico. Lo que están consiguiendo es que nos miremos el ombligo, lo cual estaría muy bien si además de eso pudiéramos coger el coche y andar 150 kilómetros sin necesitar un servicio de traducción de la ONU.
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