Francamente, estoy harto. Me molesta la cutrería de algunos de nuestros políticos. No soy amigo de las generalizaciones, y no me gusta que se hable de “los políticos” en general, ya que es tan absurdo como hablar de “las mujeres”, “los gallegos” o “los morenos”. Sin embargo, y para desgracia de todos estos colectivos (salvo los morenos, que por ahora libran) parece que sólo hay noticia cuando es mala noticia, y eso no ayuda al conjunto.
En Lugo estamos viviendo un momento totalmente bipolar: al aumento del paro se contrapone la inauguración en breve del nuevo Hospital y el comienzo de las obras del nuevo Auditorio, tan esperado y deseado. Sólo hay que ver la hemeroteca para estudiar las contradicciones del señor Orozco, Alcalde de Lugo, y su gobierno sobre estos temas. Lo que antes eran obras fundamentales para la ciudad, que se debían al gran interés, esfuerzo y trabajo de administraciones amigas (cuando gobernaba, es un decir, el bipartito) ahora son obras de “justicia” para la ciudad. Donde antes había trabajo desde el ayuntamiento para crear empleo (se han gastado unos 10 millones de euros, que se dice pronto) ahora hay una competencia “exclusiva” de la Xunta. Vamos, que volteamos a nuestro gusto la tortilla con total descaro.
La cutrez de Orozco en este tipo de cosas no ha sido siempre así. El bueno de don José Clemente empezó por ser más sutil, enfocando los asuntos con su prisma y transmitiendo esa visión a los vecinos. Funcionó muy bien durante mucho tiempo, pero cada vez es más exagerado en sus planteamientos, vamos, que se le ve más el plumero. Hace poco hablaba de que no todo lo que hace un partido es bueno ni todo lo que hace el de enfrente es malo. Aquí es peor porque ya no se trata de filosofía, sino de obras. Las que hace la Xunta son buenas o malas, las mismas obras, dependiendo de si gobiernan mis amigos o mis contrincantes. Inconcebible.
Entiendo que uno enfoque un asunto como le interesa políticamente, pero sólo hasta cierto punto. Ayer el Conselleiro de Medio Ambiente, Territorio e Infraestructuras le dio una buena lección a Orozco de clase y elegancia política. En lugar de ponerse en un pedestal y colgarse medallas a lo loco, según El Progreso:
“Pidió “disculpas a los lucenses por el retraso" y afirmó que "no es el momento de culpar a nadie". También dijo que la licitación de las obras será "un momento importante", casi "histórico", aunque añadió que habrá que afrontarlo "con humildad y sin afán personalista", porque este proyecto es el resultado de un largo trabajo, en el que colaboraron distintas instituciones y muchas personas”.
Es poco habitual ese ejercicio de normalidad en los actos en que hay foto.
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