¿Qué es el “sentidiño”? A los gallegos no nos hace falta preguntarlo, es algo inherente a la “galleguidad” que reconoce el Estatuto de Autonomía. Se podría decir que es simple sentido común, pero va un poco más allá. Tiene un matiz de limitación, de llegar hasta donde se puede, incluso de humanidad si se quiere. De hecho me sorprende que en ninguna norma del Parlamento de Galicia se incluya el “sentidiño” como uno de los criterios de baremación de, por ejemplo, la concesión de subvenciones o la determinación de la ruta de las carreteras.
Sin hilar tan fino y utilizando incluso el simple sentido común de toda la vida, parece que cualquier asomo de tal brilla por su ausencia en la peatonalización de la calle San Marcos de Lugo. Vaya por delante que soy un firme defensor de la peatonalización, tanto en el casco histórico como en los diferentes barrios de la ciudad (por cierto, alguien debería plantearse crear zonas peatonales fuera del centro, que ahora sólo hay una calle, y de milagro).
En medio de una crisis galopante, se gastan una fortuna en picar y cargarse aceras de granito en perfecto estado, para rehacerlas nuevamente a costa del contribuyente. Por supuesto, las obras realizadas, que hemos pagado religiosamente, y tan cacareadas a bombo y platillo en la prensa también han sido destruidas: la renovación de las fuentes de la Diputación, los contenedores subterráneos, el rebaje en las aceras para acceso de minusválidos… Peatonalizar no es sólo poner una señal, pero quizás sería más proporcional en este momento elevar el firme de asfalto y ponerlo al nivel de las aceras, en el mismo material. Sería más barato y el resultado sería más que aceptable… y el dinero se podría gastar en otras cosas muy necesarias en Lugo.
Se ha creado un caos en el tráfico, ya de por sí complicado, del centro de Lugo. Tenemos un centro de control de tráfico que no controla el tráfico. Se supone que es una sala desde donde se controlan remotamente todos los semáforos de la ciudad. Cuando uno ve que en la calle del Teatro (antes general Franco) hay una cola que llega hasta más allá de la Plaza de Abastos, puede programar el semáforo para que esté más tiempo en verde. Pues no, parece que a nadie se le ha ocurrido usar esa sala que tantos millones costó, con lo que el Cristo que se forma todos los días es digno de la enciclopedia.
El problema de todo esto no es sólo el despilfarro, que también, sino que se crea un ambiente negativo que hace que mucha gente vea la peatonalización como algo malo. Nada más lejos. El centro de Lugo fue peatonalizado a finales de los años 90 por Joaquín García Díez, que tuvo el valor de aguantar el temporal de críticas que su proyecto desató en muchos colectivos. Hoy nadie discute que aquello fue un antes y un después para la ciudad, y no hay más que ver las calles llenas para comprobar el éxito de la iniciativa.
Peatonalización, sí, pero con “sentidiño”.
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