La entrada en vigor de la nueva Ley del tabaco ha creado un intenso debate, en que se ha lanzado a la calle una parte de la población muy afectada por sus disposiciones. La cuestión, sin embargo, es que esa “mayoría” de afectados es falsa. La nueva Ley del tabaco nos afecta a todos, sólo que normalmente cuando uno está encantado con un tema no suele salir a la calle a manifestarse, eso lo haces cuando estás cabreado.
La OCU ha realizado un estudio que me parece fiable. Me lo parece principalmente porque dice lo que yo pensaba. Que nadie me acuse de nada, que eso lo hacemos todos. Cuando vemos en la tele una encuesta que dice que el 95% de los españoles declara que respeta los límites de velocidad nos da la risa floja, mientras que si dice que el 70% se ha saltado un semáforo alguna vez cuando nadie miraba nos parece creíble.
A lo que iba, el estudio de la OCU (si alguien lo quiere se lo mando por email) da un grado de apoyo a la ley del 64%, siendo mayor, como era de esperar, el porcentaje entre los no fumadores (84%) que entre los fumadores (con un sorprendente 27% a favor). Respecto a la asistencia a bares y restaurantes el estudio afirma que se mantiene, ya que la caída de clientes fumadores se compensa con la mayor asistencia de no fumadores, que como son más compensan la bajada.
Parte del problema con la hostelería es que se achaca a esta Ley algún tema que no le corresponde. Por una parte se le culpa de la caída de beneficios de los últimos meses, sin que parezca que un país con cuatro millones y medio de parados tenga motivo alguno para no salir a cenar fuera, y por otra se responsabiliza a la norma de la inutilidad de las grandes reformas acometidas en muchos locales hace un par de años. Por si alguien no lo recuerda hubo una norma anterior que era aquella que hacía dividir los locales si tenían más de 100 metros, lo que obligó a muchos hosteleros a gastarse un pastón en mamparas, cristaleras y demás que encima de en muchos casos destrozarles el local, ahora no les sirven absolutamente para nada. Pero la culpa no la tiene esta ley, la tiene la anterior, que era la que decía las tonterías. Si hubieran aprobado ésta desde un primer momento no habría muchos problemas que hoy enfrentamos.
Volviendo al comienzo, me gustaría que los no fumadores tengamos claro que aunque no hacemos ruido estamos contentos. Entrar en una cafetería y no tener que tirar de bombona de oxígeno es una bendición, y salir por la noche y no tener que colgar la ropa en el balcón al volver tampoco es ninguna tontería.
Lo único que falta es que los no fumadores, esa mayoría callada, demos la cara y cuando alguien nos diga que “es una ley fascista” tengamos la valentía de defender nuestra postura: el fascista es el que obliga a los demás a respirar un veneno.
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