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jueves, 15 de septiembre de 2011

Crisis matrimonial en el Ayuntamiento de Lugo

Hacía ya algunos días que no hablaba de política municipal. No porque no esté atento a ella, sino porque se me acumula el chollo, y ante la convocatoria de las elecciones generales la cosa lógicamente va más por ahí.

Sin embargo, el circo lucense, con sus fieras, sus ilusionistas y, sobre todo, sus payasos atrae la atención estos días con el rifirrafe virtual entre PSOE y BNG, cómplices, perdón, quiero decir socios de Gobierno en el Ayuntamiento de Lugo.

pactoPor si alguno no lo sabe les hago un breve resumen: cuando se firmó el pacto de gobierno que concretaba el matrimonio de conveniencia entre los dos partidos perdedores de las recientes municipales, una de las condiciones que puso el BNG era que la peatonalización del casco histórico se hiciera cumplir con más firmeza. Hace unos días el señor Orozco, unilateralmente y sin molestarse siquiera en avisar a los nacionalistas, autorizó a los papás de los niños que van a Franciscanos y Maristas a meter sus coches en el casco histórico, ante lo que el Bloque saltó como una fiera y exigió que se reuniera la comisión de seguimiento del pacto.

Ahora viene lo divertido: una vez reunida la supuesta comisión, el BNG soltó un órdago a grande y amenazó con romper el pacto si se producía un nuevo incumplimiento. Tras las pertinentes carcajadas, las preguntas que nos hacemos son ¿en qué se traduciría la ruptura de ese pacto? ¿Estaría dispuesto el BNG a votar una moción de censura que haga alcalde a Jaime Castiñeira? Lo dudo mucho.

Entonces ¿en qué se concreta la amenaza del BNG?: “Señor Orozco, mire que como no haga lo que pone en el pacto en vez de ser Alcalde… va a seguir siendo Alcalde”. Orozco se habrá echado a temblar.

La simple salida de los nacionalistas del gobierno local no haría que Orozco dejara la alcaldía, sólo quedaría en la ridícula situación de ser alcalde con menos concejales que el PP, con lo que seguiría necesitando apoyos en cada votación para no perderlas todas, pero conociéndolo eso no sería suficiente para que dejara gobernar a quien los lucenses eligieron.

En cualquier caso dudo mucho que el Bloque llegue a eso. Les encantan sus concejalías, sus coches, sus funcionarios y despachos, sus cinco asesores para dos concejales (el PP tiene 3 para 12 concejales), y ser parte del gobierno a pesar de que la voluntad de los votantes dejó claro dónde los quería colocar.

Esta supuesta crisis matrimonial es principalmente una escenografía, no lo duden. El BNG se tiene que separar a toda costa de un PSOE que cae en picado y arrastra a todo el que se le arrime demasiado. Estamos a 60 días de unas elecciones generales donde previsiblemente los nacionalistas gallegos van a verse reducidos a la nada, y están intentando minimizar daños, lo cual a estas alturas es complicado. Sobre todo mientras sigan esposados a Orozco.

Pretenden que tanto la ciudadanía como los propios afiliados del BNG vean una postura de fuerza, pero para poder ser creíbles lo suyo habría sido que metieran en el pacto temas importantes (según ellos críticos para el futuro de la ciudad) como las torres del Garañón o los terrenos deportivos de Sanfiz que van a hundir a los gimnasios de Lugo.

Eso sí, hoy mismo han salido es de la manita para decir que sí están de acuerdo en algo: en subir los impuestos a los lucenses. Ellos lo llaman “actualizar”, pero quieren decir aumentar. Hacen bien, estamos tan boyantes que podemos pagar más impuestos. Será por dinero…

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