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viernes, 2 de septiembre de 2011

Este otoño se llevan los recortes

La temida tijera ha empezado a cortar, y lo hace, además, sin esperar al 20-N, que sería lo que muchos político de medio pelo harían para evitar perder unos votos. Cospedal ha sacado la podadora y la ha metido a saco en la cosa pública, lo que en Galicia se lleva haciendo, menos drásticamente, desde hace ya más de dos años. Aquí se nota menos principalmente porque se ha hecho con más tiempo y claro, cuanto más tardes en atacar la gangrena más pierna hay que cortar.

tijeras Las reacciones son las acostumbradas: “se quieren cargar el estado del bienestar”, “recortes sociales”, “la sanidad y la educación ni tocarlas”… Como viene siendo habitual en este blog, me gustaría que los lectores pensaran un poco más allá de estas consignas, muchas de ellas pensadas por los sindicalistas que Cospedal quiere poner a currar (unos 500 “liberados” dejarán de estarlo) y se preguntaran varias cosas. La primera y más importante es ¿tenemos alternativa?, quiero decir, que si no se hacen recortes y ajustes, ¿qué nos queda? ¿endeudarnos eternamente y seguir pagando cada vez más y más intereses esperando a que en un futuro incierto el panorama se despeje de golpe y nos toque a todos la Euromillones a la vez?

Otra cosa que me preocupa es que cualquier cosa que se recorte se denomina recortar el estado del bienestar. Me cuesta mucho creer, y sólo lo hago porque los veo en el telediario, que los socialistas que nos dejan unos cinco millones de parados se atrevan a hablar de este tema. ¿Hay algo más cancerígeno socialmente que tener un 20% de paro? Eso sí es recortar el bienestar de los españoles, no me vengan con chorradas. De todas formas, vuelvo a la pregunta anterior, ¿qué alternativa nos dan? ¿seguir como hasta ahora diciendo que estamos genial y que vamos a mejor porque el paro sigue creciendo “pero más despacio”?

En cuanto a la sanidad y la educación, dándoles la importancia que tienen, me parece que se pasan un poco en dos sentidos. El primero es decir que eso es más importante que, por ejemplo, defensa, infraestructuras o las políticas de empleo. No digo que sanidad y educación sean poco importantes, sino que también hay otras cosas fundamentales e irrenunciables, así que no elevemos a los altares únicamente esos dos temas porque queden bien en los titulares.

Por otro lado, recortar presupuesto en sanidad y educación no necesariamente va a empeorar la sanidad y la educación. No todo es dinero. Por ejemplo, que los profesores pasen de dar 18 a 20 horas de clase a la semana (me salen cuatro horas de clase diarias) no quiere decir que obligatoriamente las vayan a dar peor. Sé que es duro dar clase, yo lo he hecho, y francamente les daría la medalla al mérito civil a todos los profesores que aguantan a las fieras que hoy se malcrían en las casas, pero también es dura la mina y trabajan muchas más horas. Y no me vengan con que hay que preparar las clases durante un montón de horas, que eso es el primer o el segundo año, después la cosa va rodada. Lo que daña la educación no es que los profesores den dos horas más de clase, sino las condiciones en que las dan, la falta de autoridad tanto moral como legal que tienen en el aula, la tomadura de pelo que supone entrar a domar fieras ajenas sin un mal látigo y sin siquiera el apoyo de los padres… ese es el problema, y no dos horas más de clase por semana.

En la sanidad pasa igual. Galicia está ahorrando dinero a mansalva recetando genéricos. Los que llevaron esa medida a los tribunales ahora la quieren aplicar a nivel nacional, lo cual es reconocer implícitamente no sólo que Feijoo tenía razón sino que además no es algo opcional. Ese dinero que se recorta no merma la calidad de la sanidad, sino los ingresos de los laboratorios “de marca” que, esto casi nadie lo dice claramente, tienen instaurada una red de corrupción “bien vista” a través de sus “visitantes médicos” y sus “premios” por recetar sus productos. Viajes a Cancún, “congresos” en Cuba… Que nos vamos conociendo a estas alturas, hombre. Pero de esa corrupción no hablamos, no vaya a ser que un colectivo poderoso se nos cabree.

¿El gasto social? En el Ayuntamiento de Lugo, por ejemplo, se tira dinero a punta pala en publicidad social “institucional”, que luego es premiada con noticias sesgadas en algunos medios. Ese dinero se saca del presupuesto de la parte social y cualquier recorte en esa publicidad se dice que es “minorar servicios sociales”. No, señores míos, como tampoco lo es no gastar nuestros impuestos en hacer un “Trivial para mujeres” que costó 11.000 euros o una revista digital que no leía nadie y por la que se despilfarraban casi mil euros por número (incluso por números que no salieron) para pagar servicios prestados a simpatizantes políticos. Cortar eso no es cortar “gasto social”, es racionalizar.

Volviendo al principio, este otoño se llevan los recortes, y sin esperar a la campaña. Muchos pensarán que es un error, ya que se puede asustar al electorado con la que se nos viene encima, pero creo que el PP acierta confiando en el sentido común de los votantes. Recortar y poner orden en casa es la única manera de salir de este túnel, y no sé si será la solución, pero desde luego sí es algo imprescindible para poder ver algo de luz. Los españoles creo que lo entenderán, y que agradecerán que alguien no gobierne pensando únicamente en las encuestas. Alguien tiene que ser un poco responsable, que de tonterías ya hemos quedado bastante hartos. Es el momento de la gente seria.

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