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martes, 20 de diciembre de 2011

Sorprendido por la sorpresa

Rajoy Me sorprende un poco la sorpresa. Sobre todo cuando la presunta sorpresa no es tal. Oigo hablar a la gente del discurso de Rajoy de ayer como si fuera el sermón de las siete palabras del Padre Laburu, y no viene a ser más que la plasmación práctica de todo cuanto viene anunciando desde hace años, no sólo de la campaña electoral, sino de mucho más atrás. Para poder ver los cambios hay que conocer lo anterior, obviamente, y para quienes durante estos últimos cuatro años, por poner un plazo, se han dedicado a leer el Marca es nuevo todo cuanto escuchan. No es que Rajoy diga cosas diferentes, es que ahora le prestan atención y los telediarios le dedican tiempo.

España ya ha decidido entre las opciones que se presentaban, y hemos escogido el camino responsable de sangre, sudor y lágrimas que nos va a tocar padecer durante una temporadita. La otra alternativa, la de la “fiesta jolgorrio” continua a costa de unos presupuestos cada vez más exiguos y menos realistas ya la hemos intentado y ha salido como ha salido. Precisamente porque Rajoy se explicó bien en la campaña, y porque el PSOE lo hizo mal en el Gobierno, los españoles hemos elegido al PP para salir del agujero.

Por eso me sorprende ver a todo el mundo anonadado ante un discurso realista, duro y al mismo tiempo esperanzador. Eso es que no han hecho ni puñetero caso a Rajoy hasta hace dos días, porque lleva diciendo lo mismo desde que empezó la crisis. Y cuando digo desde que empezó, es desde que empezó, no desde que Zapatero reconoce que empezó.

No puedo dejar de mencionar el discurso de Rubalcaba, que me parece chocante por dos cosas: la primera es que habla como quien ha aterrizado hace 48 horas en el Congreso: ¿Cómo tiene la osadía de, quien lleva en el Gobierno dos legislaturas, decir “lo que hay que hacer es…”? ¿No se ha dado cuenta de que las urnas le han pegado el palo precisamente por hacerse el inocente? Entiendo que en campaña nadie puede salir a decir “vale, la hemos cagado pero lo intentaré hacer mejor”, aunque sería un soplo de aire fresco en una política cada vez más rígida, pero hombre, ahora que ya no hay campaña a la vista tal vez sea el momento de tener un arranque de sinceridad.

Según vayamos viendo las medidas concretas, porque por dónde van los tiros ya hace tiempo que lo sabemos, habrá que estar atentos a las acomodaciones que tocan. Eso sí, llama poderosamente la atención que ciertos grupos (y no me refiero a grupos parlamentarios, no la liemos) ya están criticando las medidas que no han sido ni anunciadas. Les gotea el colmillo y se prevé una legislatura calentita, porque quienes han estado estos años cómodamente instalados en el discurso tontorrón que a aquí nos ha llevado, están deseando hacer oposición. Hay quien ha nacido para decir que no a todo.

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