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martes, 3 de abril de 2012

Intercambio de papeles

incendio Quienes leyeran mi artículo de ayer verían la indignación que me embarga cuando pienso en el incendio de las Fragas del Eume. Diría “justa indignación”, pero siendo yo mismo el firmante del texto me parece que queda poco fino ponerme en un altar en plan Spiderman, cual justiciero de la red.

Hoy mi cabreo, lejos de aplacarse con el paso del tiempo, aumenta considerablemente por una foto que viene en La Voz de Galicia. Se nos dice que se ha creado una plataforma en defensa de las Fragas del Eume “integrada por diversos colectivos ecologistas, culturales y sociales” y se ilustra la noticia con una reunión ciudadana en que se ve a un tipo con un megáfono en que luce muy llamativamente una pegatina de la C.I.G.. Además se nos informa de concentraciones de la nueva versión del “nunca máis”, modelo 2.0, no contra los incendiarios, sino contra la Xunta.

Imagen003 ¿Pero es que no hemos aprendido nada? Miren, a mi la política me apasiona, aunque me considero más de esfera municipalista que de la autonómica o la nacional, pero ni siquiera así creo que sea positivo politizarlo todo. ¿No quedamos escarmentados con el Nunca Máis (el original), o el No a la guerra, que resultaron ser manipulaciones de lo más asquerosas de sentimientos básicos de la gente “normal”? Estas cosas eran estrategias políticas que mucha gente de bien secundó porque creía en su fondo, hasta que se dieron cuenta de que los estaban utilizando como un arma arrojadiza. El primero se reveló como una estrategia política que quedó acallada cuando el bipartito llegó a la Xunta, mientras que el “no a la guerra” se amordazó con la entrada de Zapatero en la Moncloa, a menos que el lema de fondo fuera “no a la guerra de Irak pero sí a otras como, por ejemplo, la de Afganistán que no tenemos muy claro por qué es diferente, pero si José Luis lo dice, lo será”. Lo malo es meter eso en una pegatina.

El uso político de los incendios es exactamente igual de asqueroso que el del terrorismo. Una cosa es posicionarse contra una política determinada en uno u otro caso, lo cual me parece totalmente lícito, y otra muy diferente es intentar azuzar los sentimientos de la gente de la calle contra un gobierno por unos hechos causados por unos desgraciados con un mechero y poca cabeza.

Si me dicen que se critica que el monte gallego no esté tan limpio como, por ejemplo, el asturiano, les daré la razón, aunque eso también hay que achacarlo a la mentalidad de unos y otros. Si me explican que ante la tremebunda sequía que padecemos hay que tomar medidas extraordinarias, los apoyaré. Si consideran que hay que empezar a establecer vigilancia intensa en nuestros bosques, sin duda no criticaré tal afirmación y les propondré torres de vigilancia remota en todas las zonas verdes. Pero no me vengan con generalidades en plan “hay que exigir responsabilidades”. Los responsables de que el monte arda son los mismos que los de las muertes de ETA: los cabrones que hacen fuego en uno u otro sentido del término. Echar la culpa a otra persona es, además de injusto y temerario, una forma de exculpar parcialmente a los verdaderos autores.

manguera Pero no me entiendan mal, esto no es una defensa de la Xunta o de Feijoo. Aquí todos tienen bastante que rascar. Cuando en tiempos de Fraga el gobierno gallego hablaba de la quema intencionada de bosques, los nacionalistas y el PSOE les llamaban alarmistas y poco menos que esquizofrénicos. Llegó el bipartito y sin rubor alguno se echó al monte con la teoría de la conspiración que antes había atacado… y ahí cometió Feijoo el error, en mi opinión, de intentar dividir al bipartito hablando de responsabilidades en lugar de apoyar a la Xunta sin fisura alguna en la lucha contra el terrorista ecológico de turno y haciéndose una foto que a todos nos cuesta olvidar, con camisa blanca, zapatos de andar por asfalto, y una manguerita que parecía de jardín en un incendio. Ahora vuelven a las andadas unos y otros, intercambiándose sin rubor alguno los papeles de gobierno y oposición con los argumentos asignados a cada personaje.

Cuando hablamos de coherencia parece que es un argumentario fijo, pero casi mejor podríamos hablar de principios. Si uno cree que el culpable es el incendiario, caña al incendiario. Si cree que la prevención, o la falta de la misma, es parte del problema, pues caña al responsable de la prevención. Pero no me cambien de idea según les toque, que queda muy feo, hombre, aunque sólo sea para que no les saquen los colores tirando de hemeroteca.

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