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miércoles, 9 de mayo de 2012

Vayas donde vayas, vallas

Lugo es una ciudad extraña en muchas cosas. Una de ellas es nuestra gran afición por la zanja y la obra repetitiva. En otros sitios levantan una calle, meten las conducciones necesarias, la arreglan y la dejan ahí unas décadas hasta que algo obliga a volver a levantarla. En Lugo no, abrimos para meter el gas, cerramos, abrimos para meter alcantarillado, cerramos, abrimos para cableado de R, cerramos, rebajamos los bordillos para las sillas de ruedas, arreglamos, abrimos a los pocos meses y nos cargamos eso mismo por meter cualquier otra cosa que se nos ocurra… y así en una espiral eterna de alzamientos y derribos que parece no tener fin. Es paradigmática por ejemplo la continua remodelación de Ramón Ferreiro, que fue levantado en al menos cinco ocasiones en los últimos 10 años.

Foto 09-05-12 08 31 42 Hace años mi abuela tenía un reloj presuntamente muy bueno (¿que qué tiene que ver esto? ahora lo verán). El bueno del reloj que había costado muchas pesetas de las de antes se estropeaba cada pocos meses. Harta de pagar los arreglos en la joyería mi madre les planteó una duda: o la reparación siempre era la misma y entonces la hacían mal, o siempre era diferente y el reloj era una porquería. En cualquier caso la reclamación se la ganaban a pulso. Nunca se volvió a estropear. Pues con esto pasa igual: o la reparación que se hace en la calle es siempre la misma o no tienen ni idea de planificar.

Últimamente se han instalado en Lugo una serie de contenedores soterrados. La obra se hizo en un periquete y no tengo gran cosa que criticar sobre el tema (quizás su enorme coste que ya mencioné por aquí). Pero es curioso que el plazo de ejecución se cumplió (febrero-marzo) y que estemos en mayo y los contenedores sigan vallados. ¿A qué es debido? Me imagino, y esto es de mi cosecha, que los instalaron sin tener la previsión de ver cómo se recogen o algo así, es lo propio de nuestro brillante equipo de gobierno.

Foto 09-05-12 08 51 26 No sé muy bien por qué se hacen cosas y luego se tienen durante semanas, meses o, en el peor de los casos, años sin inaugurar o sin poner en uso, que es como se llama ahora a cortar la cinta en época electoral. Fíjense que en nuestra novedosa y espantosa plaza de San Marcos tenemos vallas rodeando los restos de un acueducto desde hace meses y no sé porqué no se quitan. Es ridículo.

También hay otras que llevan años y años en la ventana arqueológica de la rúanova, aquella maravillosa vista al pasado que nos vendían como la panacea del atractivo turístico. Vayas donde vayas, vallas. Suelen ser señal de movimiento y de obras, que siempre es positivo, el problema es cuando están ahí por deporte durante meses y meses tras terminar la obra en cuestión, o incluso antes de hacerla.

Esto es Lugo. ¿Quién quiere sentido común?

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