Pues por fin parece que se va a reparar la ventana arqueológica de la Ruanova. Para vergüenza de propios y extraños (en este caso, vergüenza ajena, claro), lleva como mínimo un año y pico patas arriba. Yo paso mucho por allí, así que reconozco que personalmente me molesta mucho dar vueltas por la zona y ver aquello, que daba pena verlo, mientras a tres metros instalaban paneles informativos para turistas, incluyendo a los ciegos que, me van a permitir la osadía, me choca un poco que vayan a buscar cartelones para saber qué están… ¿tocando?.
Pero bueno, que se me va el tema. Tras este gran éxito en que se ha tardado no sé cuánto tiempo (las fotos que tengo son de primeros de julio de 2007, pero yo creo que ya estaba así desde bastante antes) en poner un cristal nos hacen temblar cuando nos anuncian que pretenden poner nuevas ventanas arqueológicas en la calle Doctor Castro (la calle de las Dulcerías, para los de Lugo de toda la vida).
Cinco años para poner un cristal es tiempo como para haberlo hecho traer a pie desde el Tibet por monjes cojos, pero me temo que no es algo tan poético, sino mucho más simple: no se han acordado o han pasado del tema. No sé si recuerdan las obras de las Dulcerías, pero parecía la del Escorial. Estuvo la calle levantada durante años, con unas pasarelas de madera que daban terror y hubo importantes mermas para los comerciantes de la zona, además de la incomodidad para los vecinos. Y todo para hacer una casa de los mosaicos que es el hazmerreir del turista medio, que se parte de risa hasta que se acuerda de que ha pagado entrada para ver “eso” que anuncian con un nombre rimbombante.
Lugo es una ciudad en que parece que en vez de cemento en algunas calles habría que poner chicle porque visto lo que duran las losas pegadas nos ahorraríamos una pasta en piedras y horas de trabajo, claro que en ese caso no habría comisiones tan abultadas. La improvisación parece que es la norma en esta santa ciudad. Creo que todos estamos dispuestos a, con buena voluntad, soportar obras en nuestras calles y zonas de paso habituales, pero siempre y cuando no se trate de una obra hoy, otra mañana, y otra pasado porque no se han sabido o no se han querido planificar correctamente. Lo uno es incompetencia, lo otro estupidez.
Lo más curioso es que en la calle Doctor Castro sí hay una ventana hacia los restos arqueológicos, pero es una ventana en un inmueble privado, en un comercio de zapatos. Si se pudo hacer esa ventana en una zona privada, ¿por qué no se pudo hacer otra en la calle? Recuerdo que el tema se habló pero que nos decían que no se podía porque el cristal resbala mucho y que la calle no tiene anchura para hacer un mirador protegido. Entonces ¿qué ha pasado? ¿ha crecido la calle?
El problema de ir soltando lo primero que a uno se le ocurre no es la incoherencia, que ya habíamos quedado en que eso a la gente no le molesta, sino los buenos dineros que nos cuesta tanto bandazo. Da igual, paga Juan Pueblo.
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