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jueves, 9 de agosto de 2012

Todo lo bueno se acaba

Todo lo bueno se acaba, incluyendo las vacaciones. Nos podemos consolar pensando en que lo malo también tiene un fin... o eso queremos creer. Como estoy recién aterrizado hoy va a ser una cosa de resumen, en plan filosófico. Mañana ya nos meteremos a comentar noticias si les parece bien.

Antes de nada quiero agradecer los correos que me preguntaban por qué había dejado de escribir. Siguiendo los consejos que publicita año tras año la policía nacional me abstuve de anunciar que me marchaba de vacaciones, no vaya a ser que entre los fieles lectores del blog haya algún revientapisos (todo puede ser, que ya uno va viendo cosas de lo más extrañas), pero ha sido bonito recibir correos que echaban de menos estas líneas. La verdad, anima mucho, así que gracias.

Sobre las vacaciones, les diré que siempre nos cuentan que viajar es bueno porque se aprende de culturas ajenas. Hoy día esto es una verdad a medias, y lo máximo que puedes ver es que los italianos van mucho en bici por zonas peatonales, lo cual envidio profundamente, o cosas de ese estilo, de detalle, pero al final todo el mundo (considerando Europa como el mundo) vive más o menos igual, con pequeños matices. Es lo que tiene la globalización, que hace que cuando llegas a casa veas en el súper de la esquina el recuerdo con el que cargaste 2500 kilómetros, y encima más barato. Pero es lo que hay. Nuestra gran barrera es ver si la Cocacola sabe igual en Moscú o en Tenerife que en Lugo.

Sí se aprecian cambios. Escuchas conversaciones, ves cosas... te das cuenta de que la gente ya no está tanto a pasarlo bien en las vacaciones como a que lo parezca. Pueden estar aburridos o algo peor, pero en las abundantes fotos no se puede notar, todas tienen que ser un anuncio de pasta de dientes frente a los principales monumentos del lugar. Y se lo dice un auténtico fanático de las fotos, que a veces me pregunto si no tengo antepasados orientales, pero no me refiero a la abundancia, sino a la pose, a esa costumbre que tenemos de que todo tiene que ser ideal.

Las vacaciones tienen que ser ideales igual que las vidas que queremos llevar. Todo ha de ser perfecto, redondo, limpio y estético. Cualquier error, desgracia o suciedad hay que esconderlo a toda costa porque queda feo. Los pisos, los coches, los móviles... no se compran tanto por su utilidad como por su apariencia. Da igual que no sepamos usarlos o que aprovechemos una fracción de su capacidad: un Ferrari es un Ferrari aunque sea para ir a hacer la compra al Carrefour.

Ya les dije que empezaba en plan filosófico. Creo sinceramente que el mayor mal de nuestra sociedad es precisamente ese: la obsesión con la perfección. El problema no es aspirar a que las cosas sean mejores o vayan bien, sino la falta de costumbre que tenemos a que no sea así. Eso acaba con trabajos, empresas, matrimonios y familias enteras, que se van al garete porque no estamos educados para asumir que hay tiempos buenos y tiempos malos.

La conciencia de que hay rachas peores que otras es básica, porque precisamente saber que es sólo una situación temporal es lo que ayuda a superar el mal momento. Pasa con la maldita crisis, y con todo lo demás.

No les voy a decir que la vida sea un camino de amarguras, pero desde luego tampoco es la película de final feliz que nos pretenden vender día sí día también. Así que sólo me voy a permitir darles una idea: si tienen la gran suerte de poder disfrutar vacaciones voluntarias (las del INEM no cuentan), si incluso han podido ir algún sitio bonito o tranquilo de viaje... no le den más vueltas. Disfrútenlo y no se preocupen de rellenar cada hora del día con algo “guay”, simplemente aprovechen el tiempo, y por aprovechar me refiero tanto a dar un simple paseo como a sentarse en silencio a ver algo bonito, que puede ser desde un palacio del siglo XVIII a una sencilla puesta de sol. No se compliquen la vida, que bastante retorcida es ya.


1 comentario:

  1. Me Gusta! Que diría Facebook. Y cuanta razón tienes. El problema es que desde pequeños nos enseñan y recompensan con las buenas notas pero pocas veces nos enseñan a como superar las malas. Y pasa que llegamos a mayores y solo aceptamos los tiempos de vacas gordas, y nos hundimos ante las flacas. Y si, muchos matrimonios se han ido al garete por no asumir que hay tiempo malos y tiempos buenos.

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