Cada vez que hay elecciones hay un debate sobre los debates. Algo así como discutir del sexo de los ángeles o de la ascensión en carne y hueso de la Virgen al cielo. Al común de los mortales le resbala bastante el tema, principalmente porque les va a valer cualquier formato porque no van a poner mucha fe en lo que vean y oigan.
Si les interesara, habrían visto algún debate de los que ha habido durante estos cuatro años, casi con frecuencia semanal, en el Parlamento de Galicia, pero no, eso no sólo no tiene audiencia sino que se percibe como el coñazo del año. Pero si ponemos a los candidatos a cara de perro frente a frente entonces es más divertido, principalmente porque los medios de comunicación así nos lo cuentan y nosotros tragamos con lo que nos digan.
He de decir que a mi los debates me gustan bastante. El último que vi fue el que siguió media España, el de Rajoy y Rubalcaba en que para sorpresa de todos (empezando por el propio Rajoy), el candidato del PSOE se dedicó a leer el programa del PP, con lo que le daba pie al ahora presidente a desarrollar sus ideas mientras del PSOE, que era el que estaba en el gobierno (hasta ese momento, hay que añadir, en que perdió todas las opciones que podía tener), no decía ni mu sobre lo que pretendía hacer.
Pero fíjense: en ese debate había dos candidatos. Ahora se pide que haya tres, será porque Galicia “is different”. En el parlamento español, en la legislatura 2007-2011, había 6 grupos parlamentarios, incluyendo al mixto en que estaban varios partidos. ¿Por qué se entiende que cuando son seis debaten dos y cuando son tres debaten tres? Si se pide que debatan quienes tienen opción de presidir el gobierno, ¿alguien con seriedad piensa que el BNG tiene la más remota posibilidad?
El debate a tres que se pide en Galicia es un debate a dos con trampa. Sería un debate PP-bipartito en que encima el bipartito tendría dos turnos por cada uno del PP. Obviamente la estrategia de PSOE y BNG se basa única y exclusivamente en conseguir que Feijoo pierda la mayoría absoluta, utilizando para ello el argumento de los recortes de Rajoy, y entrar de la mano en la Xunta.
El problema que tienen, en mi opinión, es variopinto: por un lado Feijoo tiene muy poco desgaste, si es que lo tiene, y creo que es porque la gente lo percibe como un muy buen gestor que en esta época de caída de gigantes (véase Cataluña) mantiene los servicios básicos con normalidad y no ha llevado a cabo recortes drásticos. Por otro, la división interna tanto en PSOE como en BNG (este último ya ni es interna, es oficial, pública y notoria). Por último, los gallegos tenemos un recuerdo bastante malo del bipartito, y creo que el mal efecto que dio no se va a borrar con tanta facilidad.
Feijoo, que es un tipo muy listo, está utilizando con mucho acierto la baza de que ahora no sólo sería un bipartito, sino un tripartito en que encima uno de los socios es una coalición (la de Beiras, Izquierda Unida y demás) así que imagínense el carajal que se puede montar. ¿Se acuerdan de aquellas ruedas de prensa de Touriño, contraprogramadas por ruedas de prensa de Quintana en plan presidencial? Ahora el horario de ruedas sería un sudoku.
Pero hablábamos de debates. Si quieren debates, habrá debates, pero lo suyo sería que se enfrentaran Feijoo y Pachi, en otro diferente Feijoo y Jorquera, y en un tercero Pachi y Jorquera, aunque este sería muy divertido porque veríamos que sería un monólogo a dos contra un tercero ausente, ya que no pueden entrar a debatir entre ellos y sacarse las vergüenzas si están pensando irse a la cama el 22 de octubre.
Es curioso que si se fijan quienes piden que no existan mayorías absolutas son aquellos que no pueden llegar al gobierno de otra manera. También quienes piden debates a tres probablemente sea porque no se ven capaces de ganar uno a dos.
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