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lunes, 5 de noviembre de 2012

Cuando la publicidad no caduca

El Parque de Rosalía de Castro es un lugar muy bonito. En otoño más. Mejorará ahora que por fin sacan las casetas del pulpo (que serán cómodas pero estéticas, lo que se dice estéticas, no son). Y cuando se tiren las Torres del Garañón ya ni les cuento. 

Pero hay un elemento en el parque con el que me sorprendo cada vez y que son dos enormes cartelones que están presidiendo el mejor lugar para hacer fotos “con vistas” desde hace tres años por lo menos. Se trata de dos adefesios en que se anuncian, respectivamente, una serie de actuaciones del Plan E y la empresa adjudicataria. Están situados justo junto a la pérgola del parque, en el único punto en que se puede hacer una foto en que no se vean las Torres del Garañón y donde no tapan la vista los árboles. Y encima están al revés, es decir, que están orientados para que se vean desde abajo (¡que se note, Juan, que se note!) como si de una especie de cartel de “Hollywood” cutre se tratara. 

Haciendo un escorzo de difícil ejecución podemos ver desde la parte delantera el contenido de los carteles. En el primero se nos anuncia alegremente la obra de “Recuperación, conservación y restauración de los elementos arquitectónicos primitivos y originales en el parque de Rosalía de Castro”, un título digno de película española de los 90, cuando estiraban los títulos al estilo de “Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto”. El presupuesto de la broma: 613.320,60 € (sí, han leído bien, más de cien millones de pesetas para pintar de azul la pérgola y echar algo de hormigón en las grietas). Su plazo de ejecución, 7 meses. 

El otro cartel se le dedica a la empresa concesionaria, Copcisa S.A. Supongo que como parte del premio de llevarse este jugoso contrato estará el hacerse publicidad en un espacio donde ninguna empresa ha llegado antes. Si cualquier ciudadano intenta poner un post-it en el parque saltarán nuestros defensores de lo verde como hienas a ponerlo verde, pero con estos no, que son de la casa. Un cartelón de tamaño espectacular cuesta un dineral, así que vamos a dejarlo años para poder rentabilizar lo que haya que rentabilizar. 

El padre de la criatura es el Plan E, aquella cosa que se parió en el 2009 y que nos costó a los españoles nada más y nada menos que 50.000 millones de euros, que aún estamos pagando, y que sirvió para hacer piscinas, jardines y cositas varias que hoy crían hierbas (en sitios donde se gastó en chorradas, claro, algún ayuntamiento lo gastó con “sentidiño”). 

La ecuación es sencilla. Si se hizo durante el 2009 y el plazo de ejecución era de 7 meses… ¿qué hace el cartelón aún puesto en el parque? Sencilla respuesta: el Plan E lo aprobó quien lo aprobó y en Lugo gobierna quien gobierna. Si hubieran sido enemigos políticos el cartel se lo habría llevado la primera lluvia de otoño de hace unos años, pero en Lugo los carteles antiguos gustan mucho. Así parece que se hacen muchas cosas e, incluyéndome a mi, somos cuatro o cinco los tocapelotas (perdonen la grosería) que aún miramos las fechas de las cosas. Aún recordamos todos el del “jardín” de la Avenida de la Coruña (ese pequeñito que está a la entrada del Barrio Feijoo) que hablaba de una obra de hace muchísimos más años y que aún no estoy seguro de que lo hayan retirado. Si está allí es porque ya ha pasado a formar parte de la decoración urbana. 

Es bonito sacar pecho cuando se hace algo bien, no lo discuto. Pero hasta el más pavo se tiene que cansar de posar. Estos carteles deberían tener fecha de caducidad, incluso ser biodegradables, porque es un poquito la leche que cosas más importantes duren menos que un cartel de obra. Eso sí, lo hemos pagado a precio de oro, así que tampoco está mal que dure mucho. Probablemente estará ahí, limpio y magnífico, cuando las obras que se hicieron a su amparo estén llenas de pintadas. No pasa nada. Se saca otro contrato y a vivir que son dos días. Será por dinero…

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