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miércoles, 7 de noviembre de 2012

Sensatez callejera

Como en Lugo no hay problema alguno, tenemos las cuentas saneadas, las aceras arregladas, las papeleras indemnes a todo daño, un hermoso auditorio, instalaciones públicas en perfecto funcionamiento, un tejido social cohesionado y hasta hace buen tiempo, los concejales del BNG (dicho así parecen muchos, pero recuerden que son 2 de 25) han abierto el melón del callejero, que es un tema muy divertido en que se contraponen ideas utilizando argumentos que no son los que a la mayoría les gustaría poner sobre la mesa. Les diré que tampoco creo que pase nada por tocar este tema, que hay mucha gente en el Ayuntamiento y no todos tienen que estar a lo mismo.

Resulta que el grupo municipal del PP llevó a pleno un ruego para pedir que se reúna la comisión que lleva el tema del callejero, y el señor Bao aprovechó la ocasión para anunciar que, en cumplimiento de la ley de memoria histórica, se van a retirar los nombres a ocho calles de franquistas, a saber, Carlos Azcárraga, Ramón Ferreiro, Teniente Coronel Teijeiro, Irmáns Pedrosa, Ruíz de Alda, Comandante Manso, Cedrón del Valle y General Tella. 

Tengo que reconocer que siempre me ha chirriado un poco lo de dedicar calles a militares. No me entiendan mal, no tengo nada contra la vida castrense, de hecho los admiro porque están ahí para defendernos a todos, pero me cuesta muchísimo trabajo defender que se den honores a quienes se liaron a tiros contra compatriotas, por mucho que fuera para defender “el orden”, que curiosamente no era el “orden” que se eligió en las urnas, pero esa es otra historia. 

Parto de la siguiente base: poner el nombre de una persona a una calle es un honor, un reconocimiento que se hace a esa persona o lo que sea. El argumento de “es que es Historia” me parece una tontería. La historia no hay que olvidarla, pero tampoco es obligatorio honrar cada uno de sus acontecimientos, sólo los que tienen algo honorable. Tejero también hizo historia el 23 de febrero de 1981 y yo, personalmente, no le dedicaría una avenida. La Inquisición, la Peste Negra, el desastre de la Invencible, la invasión de Napoleón o la intervención de Banesto también son hechos históricos, pero, al menos para mí, no tienen cabida en un callejero. 

Verán, si mañana cualquiera de nosotros visita Alemania o Italia probablemente le extrañaría ver una calle dedicada a Adolfo Hitler o en Roma una a Benito Mussolini. Tampoco sería lógico tener placas con los nombres de otros líderes del fascismo menos “populares” como Goebbels, Himmler o von Ribbentrop. Aquí pasa lo mismo. 

Sin embargo otro tema son las calles y nombres dedicados a personas que vivieron durante la época de la dictadura. Si se concedió una calle a un señor por ser jefe local de la Falange como único mérito, o por haber sido un militar sublevado junto a Franco, mi postura es clara: fuera del callejero con su nombre. El problema surge cuando se utiliza este argumento para sacar de ahí una calle que se dedicó a un gran médico, un gran lucense o un gran alcalde, por el mero hecho de haberlo sido durante los 40 años de dictadura. Parece que todo aquel que no fue a las trincheras a luchar en los montes era un cabrón franquista, así, sin medias tintas. Por cierto, supongo que no había tanta gente viviendo en cuevas, por eso se aguantó cuatro décadas de dictadura. 

Hay un revanchismo mal disimulado (incluso no disimulado) para con las personas que vivieron con Franco, que soportaron a Franco o que, por qué no, prosperaron profesionalmente con Franco. Hasta acepto que hubiera personas que formaran parte del régimen con toda su buena intención, porque era lo que conocían en aquel momento y veían el mundo con otros ojos. No todos eran unos desgraciados ni mucho menos. Cuando uno nace en una época y se encuentra con una situación dada, suele tender a considerarla “normal”. Eso no es un delito, ni siquiera una vergüenza. Obviamente es muy meritorio todo aquel que luchó contra la dictadura y defendió la democracia, pero eso es una cosa y otra muy diferente condenar a todo el que no lo hiciera. 

Reitero pues, mi apoyo a cambiar nombres de ciertas calles, las que se dedicaron a los golpistas por el mero hecho de serlo. Las demás no las tocaría.


En cuanto al sistema, no creo en la democracia local sobre este particular. Se habla de que se hagan consultas a los vecinos de cada calle para preguntarles por el nombre de la misma, no me parece razonable. Hay una Ley de obligado cumplimiento así que no se puede someter a "referendum" vecinal si se cumple la ley o no. Se cumple y punto. Otra cosa sería que se propusieran nombres alternativos o que se admitieran sugerencias, eso es otro cantar.


Un apunte aparte me merece el tema de dedicar una calle a Manuel Fraga Iribarne. El BNG ya ha dicho que nones. El señor Orozco, hace no mucho, defendía que era algo que había que hacer, en sintonía con el PP. Ahora veremos si pueden más 23 concejales que 2. Personalmente lo pongo en duda, porque veo al señor Alcalde prisionero de sus socios-bisagra, que ya han demostrado en varias ocasiones que las matemáticas en política son diferentes a las del resto de los mortales. 

Dedicar una calle a Manuel Fraga es dedicársela a un ministro de Franco (cesado, por cierto, por el Dictador), dice el ideario del BNG. Por supuesto, evitan mencionar que también es dedicársela a quien fue un artífice de la Democracia que vivimos, a quien abrió este país al Turismo y quien modernizó y liberalizó enormemente la prensa, a un redactor de la Constitución, un tope para las posturas de máximos de la derecha de la época y, por supuesto, quien machacó a los nacionalistas en múltiples citas electorales. Les ofrezco una solución sencilla: sustituyan la Avenida de Ramón Ferreiro por la Avenida Presidente Manuel Fraga Iribarne. Así queda claro que se la dedican a quienes los gallegos elegimos Presidente durante casi dos décadas, y no al Ministro de Franco. Así todos contentos. 

Y por supuesto, cuidado con los “nombres alternativos”. Eso de llamar a una calle “del tío Paco” porque es su “nombre tradicional” es inaudito: ¿Quién era el tío Paco? A lo mejor era un mal bicho que zurraba a su señora, vaya usted a saber. Por otra parte, hace unos años se habló de dedicar una calle a las víctimas del terrorismo. ¿Se imaginan ustedes qué cosa más fea? "¿Dónde vives?" "En Víctimas del terrorismo 23 3º A".

Por favor, seamos sensatos...

3 comentarios:

  1. no es justificable una calle con el nombre de unos salvajes que se rebelaron contra un gobierno legal ni contra quienes los apollaron o vivieron con esa mentira tanto tiempo. de ninguno

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    1. Hola Carlos:

      No entiendo muy bien si tu comentario es apoyando lo que digo en el artículo, criticándolo, o no tiene que ver con mi postura jejeje.

      Verás, los absolutos son una mala cosa. Tú dices que no se puede uno "rebelar contra un gobierno legal". Entonces habría que quitar el nombre a todas las avenidas y calles "Estados Unidos", e incluso negar su legitimidad, ya que ese país surgió mediante una revolución contra la corona de Inglaterra, titular efectiva del chiringuito.

      La Historia es muy bonita, pero da ejemplos para casi todo. Yo mantengo que me parece poco adecuado tener calles dedicadas a personas cuyo único mérito fue ser parte de una dictadura, pero que eso no es excusa válida para quitar otros nombres de gente que, viviendo en esa época, hizo su vida como buenamente pudo.

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  2. En San Juan de Alicante hay una calle que se llama, precisamente, "Víctimas del terrorismo". Choca un poco, sí, como nombre de calle.

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