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viernes, 28 de diciembre de 2012

Ciceron dixit

El presupuesto tendrá que estar equilibrado, el tesoro tendrá que volver a llenarse, la deuda pública se tendrá que reducir, la arrogancia de la burocracia tendrá que ser atemperada y controlada y la ayuda a las tierras extranjeras tendrá que eliminarse, para que Roma no entre en la bancarrota. El pueblo debe otra vez aprender a trabajar, en vez de vivir de la asistencia pública". Estas palabras son de Cicerón, quien las escribió en el año 55 antes de Cristo. Dos mil y pico años después vuelven a estar de plena actualidad, y si las hubiera pronunciado Rajoy (cambiando Roma por España) a nadie le habría sorprendido. Eso sí, le habrían montado un sindios por decir que “la ayuda a las tierras extranjeras tendrá que eliminarse” por insolidario y cosas peores. 

Obviamente no porque Cicierón dijera una cosa tenía que ser así. El propio sabio dejó escrito que "no hay absurdo que no haya sido apoyado por algún filósofo", con lo que reconoce el principio básico de que todo hay que ponerlo en duda. El bueno del hombre también pensaba que la tierra era plana así que no es que sea tomarse todo al pie de la letra, pero es diferente el tema científico del político o del filosófico. La filosofía ha hecho cosas raras (véase Nietzsche), pero sigue bebiendo de fuentes milenarias que no han cambiado ni una coma. 

Otra cita de Cicerón nos recuerda que "tiempos duros exigen medidas duras", y en eso estamos. Lo malo es que aunque esto es difícilmente discutible por nadie lo que varía es apreciar cuáles son las “medidas duras” que hay que tomar. Obviamente España estuvo varios años dando tumbos que nos están saliendo carísimos, y aunque parece que Rajoy lleva gobernando diez años, acaba de cumplir su primer aniversario como Presidente del Gobierno. Parece que ya nadie se acuerda del “Plan E”, que se acaba de revelar, para quienes no lo supieran, como inútil para su fin (vamos que fue quemar el dinero), de los 400 euros o de muchas chorradas que se hicieron a cota del erario público a crédito. 

Lo peor de la etapa de Zapatero, en mi opinión, no fue que tirase un dinero que teníamos ahorrado para los malos tiempos, sino que tiró un dinero que no teníamos, que pidió prestado. El gran problema de los créditos es que hay que devolverlos, y no es lo mismo meterse en una hipoteca para comprar un piso, o en un préstamo para pagar la carrera a un hijo, que hacerlo para pagarse un viaje, comprar un reloj de oro o cambiar de coche porque el que tenemos “no mola”. Hay prioridades. 

Pero estamos instalados en el tremendismo permanente, y pase lo que pase hay un sector que va a poner el grito en el cielo contra “los políticos” porque es mucho más cómodo criticar que echar una mano. No comprendo, por ejemplo, que quienes se pasan el día gritando que “los políticos” cobran demasiado critiquen que los diputados de Castilla la Mancha cobren a partir de ahora, dietas incluidas, unos 1.500 euros al mes en lugar de los 3.600 euros que venían percibiendo. 

Les diré que yo sí critico esa medida, pero no porque piense que “ya pondrán el cazo”, que son cosas que uno lee por ahí, sino porque no creo que la solución sea buscar gestores de saldo, sino buenos gestores, que no es lo mismo. El problema, en mi opinión, no es cuánto cobra un diputado, sino a quiénes se elige para el cargo en muchas ocasiones. Para mí, gente como Leire Pajín cobraría 1.500 euros de más al mes si cobrara 1.500 euros al mes por lo que hacía. 

El 2012 no ha acabado el mundo, pero puede que sí se haya terminado una forma de verlo o de vivirlo. No seremos los mismos después de la crisis, igual que nos cambió el 11-S a nivel global y el 11-M a nivel nacional. Las grandes tragedias dejan secuelas, y nosotros aún estamos metidos hasta el cuello en un grave problema nacional, pero no ayuda estar todo el santo día regodeándonos en la desgracia. Evidentemente no hablo de quienes están en paro, que son legión, o quienes sufren un ERE, una situación complicada… sino de los demás, los que siguen manteniéndose a flote y que, curiosamente, parece que son los que más vociferan. 

Ese no es el camino de la curación. Cualquier médico les dirá que la actitud es clave frente a casi cualquier enfermedad, pues aquí pasa lo mismo. Ya, ya lo sé, con alegría no se cura un cáncer, pero la depresión desde luego no ayuda lo más mínimo. Esto es similar, no hace falta estar todo el santo día dándole vueltas a las desgracias y a lo mal que va todo. 

Así que tengamos fe en que el 2013 venga algo mejor, que por lo menos sea un año en que empiecen a dar resultado algunos de los muchos sacrificios que estamos haciendo colectiva y particularmente, y, sobre todo, el año en que quienes todos los días se levantan sin tener a dónde ir a trabajar empiecen a encontrar un puesto que no sólo es una forma de cobrar una nómina, sino una forma de vivir, en el pleno sentido del término. 

Es complicado pedir fe, pero al menos intentemos llevar esto con cierta tranquilidad. Termino con otra cita de Cicerón que ilustra la actitud que parece que defendía ante la adversidad: "esperemos lo que deseamos, pero soportemos lo que acontezca" Cicerón dixit.

jueves, 27 de diciembre de 2012

El alma de Noemi Mazoy

Espero que hayan pasado unas buenas fiestas navideñas en sus casas, que es lo ideal para estas fechas. Yo tengo que decir que han sido unas buenas fiestas, tranquilas salvo el día de nochebuena que como estaba en la organización de un concierto en la Nova tuve algo de ajetreo y después del tema estaba como si me hubieran dado una paliza. Pues aprovecho para hablarles del concierto, que fue, en mi modesta opinión, espectacular gracias a su estrella protagonista, la lucense Noemi Mazoy. 

Les cuento, la cosa es que desde la Asociación Lugo Monumental, recién recuperada de su largo periodo de letargo (desde el 2002 no tenía actividad alguna), organizamos este Concierto de Nochebuena. Hablo en primera persona porque yo estoy metido en el tema. Una persona de la Asociación nos sugirió contactar con Noemi Mazoy (gracias mamá por la idea), porque todos los años Noemi hacía un concierto de Navidad en Lugo. 

Pero por si ustedes no conocen a Noemi (si son de Lugo seguramente sí sepan quién es, pero este blog ya es tan internacional que seguro que a los hindúes no les suena aún el nombre), les cuento. Es una soprano de Lugo que ahora mismo está haciendo el papel de madre abadesa en el musical “Sonrisas y Lágrimas” en Madrid, y que se está comiendo con patatas todas las críticas. No hay reseña del musical que no haga destacar su papel y su voz, que es espectacular. Escuchar el “sube montañas” con la voz de Noemi es un lujo, y el puente de diciembre en que fui a Madrid no quedaba ni una puñetera entrada para verla, con eso lo digo todo. 

A través del Facebook, para que luego digan que estas cosas no sirven para nada, contactamos con ella y nos dijo que sí, que encantada se venía a dar ese concierto. Además, lo convertimos en un concierto benéfico para recoger alimentos para las familias que en estos momentos están pasando un serio bache y que son más de las que ustedes se imaginan, y mucho más cercanas en ocasiones. 

El concierto fue variado: desde arias de ópera (Casta Diva, Nessum Dorma…) hasta música más modernilla (Fly me to the moon, canciones de El Mago de Oz y Pinocho…), un homenaje a Miliki con un pupurrí de canciones de los payasos de la tele, y, por supuesto, villancicos con el Adeste Fideles a la cabeza. Un concierto divertido, sentido… precioso. 

Pero me gustaría contarles algo. La generosidad de Noemi no es sólo haber venido a este tema sin cobrar un euro, sino que además ha colaborado activamente en su organización, nos ha facilitado contactar con los músicos que la acompañaron y se ha ocupado de la “intendencia” para traerlos de Madrid y alojarlos de forma que no nos supusiera un coste a la Asociación. Ha sacrificado la mayor parte del escasísimo tiempo que estuvo en Lugo, de los pocos días que puede estar con su familia, para participar en esto. Llegó a Lugo a las tantas de la mañana del domingo al lunes, el lunes por la mañana la secuestramos para probarse el vestido, ensayar, probar la megafonía, comer algo rápidamente, y luego maquillaje, peluquería… Hasta las 19:30 más o menos que acabó el concierto y se pudo marchar a su casa. El día de Navidad a mediodía se tuvo que marchar porque actuaba a las 7 de la tarde en Madrid… Es decir que del día y medio escaso que estuvo en Lugo nos regaló más de la mitad del tiempo. Se lo cuento para que valoren en su justa medida el gran esfuerzo que hizo esta estrella en ascenso. No es llegar y, ¡hala!, a cantar, las cosas no son tan sencillas. 

Tener lucenses que triunfen fuera de nuestra Muralla es poco habitual. Que se sacrifiquen para colaborar desinteresadamente en ayudar a sus vecinos y regalarles el arte del que viven es más raro todavía. “Mojarse” en el tema de esa manera, sólo conozco a Noemi. 

Sólo espero que le vaya al menos la mitad de bien de lo que se merece, porque se lo merece todo. Es realmente excepcional y no hablo de su arte, que también, sino de la persona, del alma. 

Un aplauso para Noemi, y otro para su voz. El primero más fuerte, por favor, lo tiene más que merecido.


viernes, 21 de diciembre de 2012

Asesinos mediáticos

Dar publicidad a ciertas cosas y establecer “competiciones” es una temeridad. Nos cuentan que el pirado americano que se lio a tiros en un colegio llevó a cabo “la segunda peor masacre” de la historia de Estados Unidos. Se nota que es un país nuevecito y que no tuvieron a personajes como Torquemada que, al frente de la Santa Inquisición, pulverizó probablemente todos los récords habidos y por haber en temas de barbaridades varias. El problema es que de aquella no existía el Instituto Nacional de Estadística y las cifras son vagas. 

Dar esa especie de categoría periodística a un chalado lo único que hace, creo yo, es animar a que algún otro enajenado del estilo a intentar superar al “number one” y cargarse a más críos, para tener el récord absoluto en alguna categoría y, así, pasar a la Historia aunque sea junto a nombres difícilmente honorables. 

Hay que tener mucho cuidado porque la línea entre la información y el homenaje es muy fina, y no sólo depende del punto de vista del emisor, sino de los millones de receptores que vemos cómo una persona cuyo único logro en la vida es armarse hasta los dientes y matar niños se hace más famosa que, yo que sé, una monja clarisa que salva vidas a niños alimentándolos en estos malos tiempos. 

Personalmente yo les propondría que cuando haya noticias de este tipo, en que el morbo generado es tan grande que los “periodistas” no pueden evitar “informar” hasta del número de zapato que usaba el cabrón de las pistolas, se pixele la cara del tipo y se omita su nombre. Así a lo mejor algún donnadie con aires de “grandeza” (ellos lo ven así, a mi no me miren) se desanima y piensa “si total no me voy a hacer famoso sigo vendiendo hamburguesas o me pego un tiro en la intimidad de mi casa”. 

Insisto, una cosa es una noticia, aunque este término se ha devaluado desde hace unos años (no puedo olvidar a Nieves Herrero y su circo mediático con las niñas de Alcasser, que yo creo que es lo que dio en España el pistoletazo de salida) y otra muy diferente el homenaje, que ha de reservarse a contadas personas y ocasiones. 

Incluso los homenajes “honrados” son algo muy complicado. Si se lo haces a alguien en vida parece que lo estás matando, que le quedan pocos años y que hay que cerrar capítulo antes de que sea tarde. Si se lo haces después de desaparecido, pues ya me dirás tú qué utilidad tiene, único como recuerdo porque el homenajeado se va a enterar de más bien poco. Encima en el primer caso corres el riesgo de que el protagonista de repente te salga rana y que te deje quedar como un imbécil. Pregúntenles si no a la revista Time, que nombró a Hitler “hombre del año” en 1.938, lo mismo que ha hecho este año con Obama. Supongo que aún estarán dándose de cabezazos en algún sitio. O no, que hay mucho nazi de tapadillo suelto por ahí. 

El Ayuntamiento de Lugo, con una sabiduría que es poco habitual a esta institución en los últimos años, tomó el acuerdo de que sólo se dedicarían calles a personas fallecidas. Esto tiene dos ventajas enormes: la primera es que minimizas la posibilidad de que el personaje de turno te declare la III Guerra Mundial (sólo el Cid y Santiago Matamoros hacían estas cosas después de muertos) y la segunda es que nadie vivo se impacientará por que le dediquen una vía pública, visto el requisito principal que es haber doblado la servilleta. 

De todas formas el chalado de Estados Unidos cometió un error de cálculo. Si hubiera hecho la matanza hoy en vez del otro día, y hubiera dejado un vídeo contando que lo hacía para evitar a la gente el sufrimiento del fin del mundo, se habría hecho muchísimo más famoso y dentro de años se seguiría hablando del “Asesino del Fin del Mundo”. 

Ahora que lo pienso, yo aquí abroncando a los periodistas por dar ideas y acabo de dar una buenísima. Pero bueno, confío en que los lectores de este blog sean personas equilibradas y que si quieren pasar a la historia sea, como mínimo, por sacarnos de la crisis. Si yo pudiera elegir preferiría que, de recordarme, me recordaran como a Churchill, que terminó la II Guerra Mundial, y no como a Hitler, que la empezó. Aún hay categorías.

jueves, 20 de diciembre de 2012

La huelga más apestosa

Mañana, si no se evita mediante acuerdo previo, empieza una huelga indefinida de los trabajadores de URBASER, la empresa que se encarga de la recogida de basuras en Lugo. Esto quiere decir que vamos a pasar una Navidad muy agresiva para nuestros sentidos de la vista y el olfato. Será la huelga más apestosa, literalmente hablando, que de las reivindicaciones tengo que reconocer que no tengo ni idea.

Como suele pasar en estas cosas, véanse ejemplos de los sindicatos de pilotos, transportistas, maquinistas de RENFE… este tipo de huelgas se hacen cuando más joroban al común de los mortales, siguiendo la lógica de que cuanta más gente se cabree más fácil es que el empresario o el gobernante de turno se sientan presionados para evitar la huelga “a cualquier precio”, aunque pase por ceder a exigencias que en condiciones normales no aceptarían. 

Es una táctica, por supuesto, pero es peligrosa. La ciudadanía está un poquito hasta la coronilla (qué fino estoy hoy, es la segunda vez que pongo un “taquito” en vez de lo que pensaba) de ser rehén de los intereses de un sector. Miren la fama que han cogido los controladores aéreos con su famosa “espantá” de hace un par de años, y que en lugar de presionar al Gobierno hizo que se coronara a José Blanco como “el solucionador”, aunque en mi opinión la solución no fue exactamente la adecuada (sí la fuerza de la respuesta, no el camino elegido). 

Estamos en crisis, no sé si han oído algo sobre eso, y las cosas no van bien. Si además resulta que nos llenan las calles comerciales de basura, tengo la impresión de que el comercio no se va a ver beneficiado. En cambio las grandes superficies no se van a ver con este problema, porque su recogida de basuras es un servicio del propio centro comercial, y ya se ocuparán ellos de llevarla a donde haga falta o almacenarla hasta que pase la tormenta. Un clavo más en la tapa del ataúd del pequeño empresario. 

¿Qué se puede hacer? ¿Cómo afrontar estos días que nos vienen de huelga para que la ciudad no parezca un estercolero? Lo primero y más evidente es intentar generar menos basura. Esto, que debería ser algo del día a día, ahora se va a volver crítico. 

Miren, como lo de aconsejar es peligroso les voy a decir lo que pienso hacer yo. Luego cada uno que haga lo que quiera, claro está. Ya les hablé hace tiempo de lo de separar para reciclar, pero en una huelga como esta se hace más importante todavía porque cuantas más bolsas bajemos a la calle peor va a ser para todos. Pues siguiendo ese principio mi intención es que todo lo que no huela o no genere problemas (es decir, cartones, plásticos, latas, envases…) se va a quedar en casa hasta que termine la huelga. Bajaré lo que sea estrictamente necesario, e incluso intentaré separar la basura “indiscriminada” (la que no entra en ningún concepto de separación por reciclaje) entre la que genera olores y la que no. 

Por poner un ejemplo, me encantan las nueces y las castañas. Los residuos que dejan son orgánicos, pero pueden estar un mes en una bolsa sin generar ningún problema, así que pondré dos cubos de basura “orgánica” para separar ese tipo de cosas de otras como las mondas de plátano o de mandarina que en dos días te convierten la casa en un vertedero. Así, si en vez de bajar 5 bolsas a la semana puedo bajar 1 pues es menos porquería que acumulamos en la calle. 

No quiero torpedear la huelga, que cada uno defiende lo suyo, sólo concienciar a quienes lean esto de la que se puede liar justo cuando necesitamos que nuestras calles estén en estado de revista para hacer más atractiva una campaña que ya de por sí va a ser más bien triste. A la falta de alumbrado navideño en las principales arterias de Lugo (la calle de la Reina, San Marcos, la calle del Teatro, la Plaza de España, Santo Domingo…), que es una pena, se suma ahora esta decoración navideña de porquería. Encima estos días son en los que más basura se genera porque hay todos los envoltorios de los regalos (alguien debería mirar eso, que la de papel que se tira es como para talar cien bosques) y los restos de las comilonas de los que aún puedan hacerlas. 

Vamos, que si la huelga se confirma, nos toca a todos echar una mano para que Lugo no sea el Carqueixo. A ver si podemos minimizar los efectos negativos, no contra los huelguistas, sino por nuestra ciudad.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Soy de Lugo y no lo niego

Ya es miércoles. Quedan cinco días para Nochebuena y un par de semanas largas para la noche de Reyes. Quizás ya llego tarde pero tengo que dedicar un espacio a los regalos que en esas fechas se suelen intercambiar, los que aún tengamos la suerte de poder comprar un detalle a nuestras personas más queridas (aunque este año sea más corrientito por aquello de la paga extra). 

Hay un par de mitos que me gustaría desmontar respecto a los regalos de Navidad. El primero es que en Internet todo es más barato. Ya hace algún tiempo que escribí un artículo en que les contaba que esto no siempre es así, y que te puedes encontrar con una tomadura de pelo igual de grande en el ciberespacio que en la tienda de la esquina. Es como el rollo de las grandes ofertas de los hipermercados, que son ciertas pero que si te fijas en los productos que no están en las cabeceras de las estanterías ves que te meten unos clavos que te dejan temblando. 

El otro día mi hermana me pasó la lista de bodas, perdón, de reyes, de mis sobrinas. La verdad es que ahora es todo tan sencillo que pierde un poco de la alegría de salir de compras cosa que a mi, como occidental consumista irredento, me gusta bastante siempre que no sea en exceso. Pero lo que les decía, me pasó el listado de las cosas que pedían mis sobrinas con sus precios respectivos en Amazon (que se supone que es una web muy barata). Pues les diré que un juguete que en esa página costaba 33 euros lo encontré, el mismo, en una juguetería de dentro de murallas por 21. Doce euros de ahorro, en una cosa de ese dinero, es una pasta, porque es un 33% menos, que se dice pronto. 

El segundo mito es el de que hay dos tipos de juguetes: los divertidos y los educativos. Quizás sea porque nuestros vecinos del norte (léase franceses) nos dan sopas con hondas en este tipo de cosas desde hace unas décadas, pero hay sitios donde ves que los juegos pueden ser ambas cosas, siempre y cuando todos pongan algo de su parte… Me explico… Ahora voy a hacer publicidad de una pequeña librería/juguetería que hay en la Milagrosa. Se llama El Faro de los Tres Mundos, precioso nombre, y está regentado por tres hermanos de Lugo que vivieron en París durante unos años. 

Además de tener un gusto exquisito y de habernos traído a Lugo algo del “je ne sais quoi” gabacho (con todo el respeto), han abierto su negocio con la convicción de que los padres tienen que intentar pasar tiempo con sus hijos. Obviamente es más fácil poner a los niños un DVD de Dora la exploradora que leerles un cuento, pero no me comparen tampoco el efecto que causa una cosa o la otra. Quizás sea porque mi hermana siempre ha sido más del cuento nocturno y el juego creativo que del camino fácil, pero a mi ese espíritu me parece el acertado. 

Por si todo esto fuera poco, lo de que te puedes encontrar con facilidad cosas más baratas y mejores en el pequeño comercio de toda la vida, les hago un último apunte: el dinero queda en nuestra ciudad. 

Sobre esto también hay un matiz importante. Verán, no es lo mismo una cadena que una franquicia, aunque por fuera no se distingan. Una cadena es, por ejemplo, Eroski, Mercadona, Zara o Cortefiel, en que todos los comercios son propiedad de la empresa matriz. En cambio una franquicia como pueden ser Titto Bluni, Intersport, App informática o Prenatal (por poner algún ejemplo que conozco seguro), son empresarios de Lugo que montan un negocio que se coordina bajo unos logos y unas marcas compartidas. En el primer caso el dinero se va a la central, en el segundo se queda en Lugo. 

A ver no me entiendan esto como un ejercicio de hipernacionalismo llevado al extremo, no se trata de que nos obsesionemos con que nuestro gasto repercuta necesariamente en la ciudad… pero tampoco me negarán que eso es bueno para nuestra maltrecha economía. 

Cada euro que se va fuera de la muralla (es un decir, aunque quede en Nadela tampoco pasa nada) es un euro menos que se destina a gasto en Lugo. Ese dinero que sale es complejo que vuelva a entrar. 

Yo se lo dejo caer, tampoco se obsesionen con esto, pero me gustaría que lo tuvieran en cuenta a la hora de salir de compras estos días. Y ante la duda, pregunten, que no creo que a nadie le parezca mal poder decir que son de Lugo y no lo niegan.

martes, 18 de diciembre de 2012

Francamente, querida, ya no me importa un bledo.

Me duele la espalda, así que no he dormido demasiado bien. “¿Y a mí qué me cuentas?”, se preguntarán ustedes. Pues sencillo: quizás por eso tengo el día un poco atravesado y estoy un poco menos paciente con las tonterías que habitualmente, que ya es decir porque no soy demasiado dado a transigir con las cosas que me parecen signos externos de la estupidez de la humanidad. 

Resulta que el Ayuntamiento de Lugo aumenta su presupuesto en tres millones y pico de euros respecto al año anterior. Es decir, que estamos como estamos, y hala, aquí todo dios a gastar más dinero como enajenados, total para lo que les cuesta recaudar, sólo es poner un porcentaje más y a cobrar. He leído un poco por encima la justificación, que nos cuentan que ese incremento viene de un dinero que les va a dar el Estado a mayores (supongo que en un par de meses se quejarán del malvado gobierno de Rajoy, que asfixia a Lugo) y de la subida del IBI decretada también por el satánico gobierno central. 

Les voy a dar una idea revolucionaria: ¿qué pasaría si ese incremento lo tradujeran en una reducción de impuestos por otros conceptos? Es decir, que tal vez podríamos ahorrarnos la subida del agua, o quizás si rebajaran algún otro impuesto municipal de forma que se compensara esa subida dejarían más dinero en el bolsillo de los sufridos contribuyentes. Porque les recuerdo, no sé si son conscientes de ello (creo que no) que lo que venden como un triunfo no es más que una dilapidación de recursos. 

Tres cafeterías, tres, hemos pagado con nuestros impuestos: la del Parque de Rosalía, la del cuartel de Garabolos y la que se está haciendo, por lo visto de forma ilegal (encima) en la antigua cárcel. De verdad, ¿nos están tomando el pelo? 

En la venta creativa de esos magníficos presupuestos también se nos dice que se va a mantener el “gasto social” y el de “empleo”. Partiendo de la base de que una competencia no es municipal (el empleo) y que la otra sólo lo es tangencialmente, ¿alguien se ha molestado en contar los cuartos que se destinan esas campañas y su productividad? ¿Alguien ha comparado a cuántas personas ayuda, por ejemplo, el Comedor San Froilán y el coste que tiene, con el presupuesto que manejan en Servicios Sociales y el número de beneficiarios? Porque el Comedor no pone anuncios en la prensa, pero al Gobierno Local lo único que importa es que en los medios de comunicación salgan bien las cosas y en lugar de decirse “hemos colocado a chorrocientasmil personas” se vende como el logro del siglo “hemos gastado chorrocientosmil millones”. Démelos a mi, que le garantizo que también me los gasto. 

Creo sinceramente que debería haber una seria revisión de las políticas que se permite hacer a los ayuntamientos, porque con tanto gasto donde no es consiguen tres efectos perversos: que la auténtica administración responsable se pueda relajar porque puede repartir las culpas, que el dinero que va a donde no debe deje de ir a su sitio (ergo, las competencias “reales” del ayuntamiento están como están), y que la presión fiscal municipal sobre el ciudadano no se relaje, sino que aumente año tras año como si fuéramos un pozo sin fondo del que se pueden sacar las monedas que a alguno no le cuesta nada ganar. 

Verán, tanto decirnos que esto es el fin del mundo (parece que ahora literalmente si los mayas tienen razón) y resulta que parece que realmente algunos se lo creen, porque siguen gastando como si no hubiera un mañana. En lugar de ser prudentes, de reducir deuda, de contener el gasto, de poner ese dinero donde tiene que estar, pues no, “congelan” el gasto en fiestas y se quedan tan anchos, como si eso fuera la panacea. 

Pero fíjense en el detalle: ¿quién gestiona la ayuda social real? La cocina económica de Cáritas, el banco de alimentos privado… Mientras la administración local tenía que estar gastando nuestro dinero en atender las necesidades más básicas de sus ciudadanos deja esto a la cruel y despiadada iniciativa privada, que resulta tener más corazón que ellos, y pone anuncios a página completa de su nueva (enésima) página web y construye cafeterías a mayor gloria de nuestros gestores. 

Y por favor, no me vengan con que acuso a la prensa de algo porque no van por ahí los tiros. Si a ti te van a tu empresa a contratar un anuncio no vas a decirles "no, no, gasten ese dinero en arroz para los pobres", porque te arriesgas a convertirte en destinatario del comedor social tú también.

Ya les dije que había dormido regular, pero hombre, es que todo tiene un límite. Los gastos estúpidos son eso mismo, pero que encima nos vengan a vender con una sonrisa que nos van a cobrar más impuestos para pagar anuncios, negocios, cuchipandas y caralladas es ya carcajearse en la cara de uno y, francamente, querida, ya no me importa un bledo.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Los cadáveres más grandes

Que no soy un gran admirador de los centros comerciales ya lo saben quienes leen esto de vez en cuando. Hace poquito que hablábamos de la comparación entre estas modernas catedrales del consumo y los pequeños comercios que se sitúan por las ciudades en plan “de toda la vida”, aunque sean nuevos. 

Hay una parte del tema de los centros comerciales que no toqué y que es realmente preocupante: su rápida defunción y lo grande que es el cadáver. Les voy a poner un ejemplo fuera de Lugo. No sé si conocen ustedes Área Central, en Santiago de Compostela. 

Se inauguró, calculo, entorno al año 1995 o por ahí, porque se terminó mientras estaba yo estudiando en esa ciudad y fui al cine allí los últimos dos o tres años. Se proyectó como un gran barrio, de edificios de viviendas que ocupan varias avenidas y que limitan hacia la parte superior con un enorme edificio semicircular y hacia la inferior con otro gigante de forma cuadrada que es el centro comercial. 

Tengo que decir que, para ser un centro comercial, estaba muy bien. En lugar de hacer la típica estructura claustrofóbica lo que hicieron fue dos hileras de edificios paralelas (como un cuadrado dentro de otro) y le pusieron techo a la unión, con lo que se parece más a un centro peatonal cubierto que al clásico centro comercial. Funcionó de maravilla durante diez, puede que quince años. 

Pero la era dorada de un centro comercial dura hasta que inauguran otro más moderno. Llegó el momento de la inauguración de As Cancelas, que es una barbaridad de edificio enorme, gigante, lleno hasta las trancas de tiendas y más tiendas, y Área Central cayó en desgracia. Dar un paseo por allí es una tristeza. Locales cerrados, el cine con la reja bajada (cuando el cine y el supermercado son lo que siempre tiran de un centro comercial) y “se alquila” y “se vende” a porrillo. 

Eso mismo ha pasado o está camino de pasar con otros enormes centros que se construyeron cuando parecía que el dinero salía de debajo de las piedras. El “Dolce Vita” o el “Espacio” de Coruña tienen sus días contados, y sólo con pasear por sus enormes y vacíos pasillos te das cuenta de que no es posible mantener eso con tan poco cliente. 

Y ahí viene el secreto de por qué buscar un local en el centro de una ciudad siempre es más estable que hacerlo en un centro comercial. Verán, los consumidores somos caprichosos, y los que van a centros comerciales habitualmente ya ni les cuento (por favor, no se me ofendan). Si hay un centro nuevo el viejo ya “no mola” y se descarta cual colilla. Pero no es tanto culpa del consumidor como del propio centro comercial, que cuando abre sus puertas se autodenomina como el sumun de la novedad, sin tener en cuenta que eso dura lo que dura: hasta que viene la siguiente generación y te hace polvo el argumento. 

Sin embargo, el centro de una ciudad es inamovible. Por mucho que uno se empeñe, el centro de Lugo siempre será la Plaza de España, y es imposible cambiarlo de ahí. Podrá haber un barrio de moda, como pasó con la Aceña de Olga en su momento, pero las aguas volverán a su cauce y la gente volverá a pasear por las zonas peatonales del centro tarde o temprano. ¿Por qué? Probablemente porque lo que vende el centro es justo lo contrario que los centros comerciales, lo que se da es imagen de tranquilidad, de estabilidad, de la vieja ciudad de siempre. 
 
En Lugo se está construyendo, aunque a veces parece que a escondidas, un nuevo centro comercial en Abella. No sé lo que tardarán en terminarlo pero imagino que no demasiado. ¿Puede Lugo con otro centro comercial? Lo dudo bastante. Va a ser una guerra a muerte entre Las Termas y Abella en que el primero tiene la ventaja de estar más cerca de la autovía (para los clientes de la provincia) y el segundo la de estar metido en la ciudad (desde la ronda se llega en 10 o 15 minutos andando). 

Probablemente uno de los dos va a pegarse un leñazo curioso, pero el centro seguirá siendo el centro. El comercio lo está pasando mal, muy mal, y la apertura de un nuevo monstruo del consumo no es lo que mejor le vendrá, porque además hay que tener en cuenta que normalmente a ese tipo de instalaciones van mayoritariamente cadenas que lo que hacen con el dinero es llevárselo de la ciudad (no como las cadenas franquiciadas, que dejan una importante parte en Lugo). 

Los centros comerciales son un fenómeno de relativamente reciente aparición en nuestro Lugo, así que aún no tenemos ningún cadáver al que enterrar… pero todo llegará. Y son los cadáveres más grandes, los más difíciles de enterrar. Mi pregunta, teniendo en cuenta el ejemplo de Área Central, es: ¿En 15 años se amortiza esa barbaridad de inversión? ¿Qué fue de todas aquellas pequeñas tiendas que abrieron con gran ilusión y que pagaron enormes sumas por instalarse allí pensando que duraría para siempre? Salvo las pirámides, nada dura tanto, y menos hoy día, en esta sociedad del "usar y tirar".

viernes, 14 de diciembre de 2012

De defender lo público a defender lo tuyo

¿Conocen algún colectivo que no defienda lo suyo? Yo no. Hasta los presidiarios tienen asociaciones y defienden sus intereses, lo cual vería totalmente lógico si no fuera porque los guardias civiles o los militares tienen vetado asociarse. 

Pero bueno, a lo que iba. Estamos en un momento en el que todo mundo protesta, unos con más razón y otros con menos (todos con alguna) porque les afectan recortes, medidas, ajustes como los quieran llamar. Si se organizan colectivamente hacen más ruido, y eso siempre es bueno para la protesta y para los medios de comunicación que la recogen, y que están deseando hacer una foto que se salga de lo habitual porque están hartos del grupo de gente con pancarta a la cabeza que tanto se da últimamente. 

Lo interesante es que casi nadie protesta diciendo lo que realmente quiere o lo que le molesta, sino que buscan una argumentación que sea “vendible” a la opinión pública. Por ejemplo, yo mismo soy funcionario y me han dejado sin paga extra de diciembre. Cuando los sindicatos vinieron a decirnos que nos manifestáramos con ellos no nos decían “vamos a poner en la pancarta que nos han dejado sin extra” sino que luchaban “por los servicios públicos”. Ahí está el matiz, el genio de la lámpara… ¿quién no va a estar a favor de los servicios públicos? Dicho así suena muy bien. 



En Madrid ahora están con el tema de las privatizaciones de la sanidad. Los médicos, las enfermeros y los demás colectivos relacionados con la sanidad (salvo los enfermos, curiosamente) salen a la calle en defensa “de la sanidad pública”. Queda feo decir que luchan por mantener su estatus de personal estatutario (que no funcionario, que no es lo mismo), cosa que por otra parte es de muy digna defensa pero más difícil de vender al ciudadano medio. 

Si a una persona de la calle le preguntan si quieren que se reduzca el número de funcionarios la respuesta automática (las cosas que se aprenden machaconamente, como la tabla de multiplicar, salen así) contesta que “sí, sin duda”. Si les preguntan si hay que privatizar los centros hospitalarios o los colegios la respuesta es idénticamente rápida “no, por Dios, ¿está usted loco?”. Me lo expliquen. 

Que sobramos funcionarios en la administración ya se lo digo yo, no hace falta que nadie venga a contármelo, pero curiosamente es el único sitio donde tiene sentido la figura del funcionario. Les explico cómo veo yo el tema. Les hablaré de la teoría, que ya sé que todo es matizable y que hay muchas cosas que no funcionan exactamente así. 

Un funcionario tiene una vinculación con la administración que no permite echarlo a la calle a menos que haga una barbaridad bastante gorda. Esto, que es se ve siempre como un privilegio del funcionario, es una garantía de que el personal de la administración será objetivo, y por tanto la administración ejecutará órdenes siempre que sean legales, sin tener encima la amenaza del “o te vas a la calle”. Lo contrario sería volver a la figura de los “cesantes” del siglo XIX, esa gente que trabajaba sólo cuando gobernaban los suyos y hacían de la administración un brazo armado de los partidos políticos. 

La Administración, puramente hablando, es la organización que usan los gobiernos para ejecutar las normas y vigilar su cumplimiento. Sin embargo, en las últimas décadas la administración ha ido creciendo para empezar no sólo a vigilar los sectores sino a intervenirlos mediante su entrada en los mercados como una empresa más. 

A mi, personalmente (recuerden que soy liberal) no me parece lógico que el Estado construya y gestione hospitales, colegios, residencias, tiendas de recuerdos, restaurantes… Lo suyo es que vigile que su funcionamiento es el que tiene que ser y deje su gestión a la iniciativa privada. 

Ya, ya, no se me alteren. Las malvadas empresas buscan sólo su beneficio. Lo que pasa es que lograr el beneficio también pasa por dar un buen servicio y ajustar costes, cosa que no hace el sector público porque el dinero les importa un carajo. Ese rollo de que en la privada no te hacen pruebas es una tontería, porque le tienen mucho más miedo a una demanda que el hospital público, al que le da igual 10 que 100. Por desgracia en casa hemos tenido algunas experiencias y algún familiar mío de tantas pruebas que le hicieron (en la privada) no brilla por las noches de milagro. 

Con la enseñanza pasa igual. Si todos los profesores son funcionarios, da igual que enseñen o que pasen del tema. No hay consecuencias, no hay presión. ¿Por qué todos los papás quieren meter a sus hijos en colegios “concertados”, que no dejan de ser colegios privados pagados con dinero público? ¿Esos mismos papás luego cogen la pancarta en defensa de lo público? 

Volviendo al inicio, no me parece mal que la gente proteste, lo que me parece muy mal es que disfracen sus reivindicaciones para intentar convertirlas en un asunto “de todos”. Y lo más llamativo es que la ciudadanía entra al trapo con una facilidad pasmosa, en parte porque están deseando protestar y no tienen a nadie como Dios manda que encauce sus quejas. 

Decir que la eliminación de la extra que nos han hecho a los funcionarios va contra el sector público es una sandez. ¿A ustedes les han dejado de tramitar un expediente por esa medida? Otra cosa es que vaya contra el sector privado, porque es mucho dinero que se movía en Navidad y que se usaba para hacer regalos, pero eso es otro tema. Decir que es un ataque al sector público es una chorrada, aunque a mi, personalmente, me jode como al que más.

Estamos en un momento muy complicado, y ya me dirán qué hacemos. A mi tampoco me gusta que rescaten bancos y nos fastidien a todos los demás, pero si me dicen ustedes otra forma de salvar la economía y, por lo tanto, al país, pues nos ponemos a ello. Pero no existen las varitas mágicas. Hasta los franceses, esa gran alternativa de izquierdas, ha metido la tijera porque no queda otra. Una cosa es gritar desde la oposición y otra hacer lo que hay que hacer. 

Cuando tienes un pie gangrenado te lo amputan. No es agradable, pero tampoco protesta nadie porque es lo que hay que hacer. Pues estamos así, si no peor y de la quimioterapia con sabor a piruleta no nos queda.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Centros comerciales y comercios del centro

Estos días vienen artículos en los periódicos que hablan del cierre de históricos comercios y locales de hostelería del centro de Lugo. Este problema no es local, sino nacional. Darse una vuelta por el centro de ciudades tan comerciales como ha sido siempre A Coruña y ver que en la calle Real hay un montón de escaparates cuya mercancía es un cartel de “se alquila” o “se vende” es para echarse a llorar. 
¿A qué se debe esta caída escalonada de tiendas y locales? A muchos factores. La crisis es el más obvio, y puede que sea la puntilla, pero no creo que sea ni siquiera la más importante de las causas. Evidentemente estos tiempos no ayudan, pero las grandes fortunas, las iniciativas, los grandes imperios siempre se han fraguado en momentos como estos. La cuestión es acertar. 

Si les soy sincero creo que el gran problema del comercio tradicional o de la hostelería al uso, es que exige esfuerzo, dedicación y energía, cosas que de mi generación para abajo producen casi alergia. No soy ajeno personalmente a este tema, yo mismo opté por la comodidad de un puesto en la Administración Pública antes que continuar con el negocio familiar, por muchísimas razones, entre las que están como más importantes la de la tranquilidad que da trabajar en algo que a las tres en punto olvidas (casi nadie se come la cabeza por la tarde con los papeles que tramita por la mañana), que te libera los fines de semana, y que no te obliga a tener el teléfono encendido día y noche incluso en vacaciones, y cómo no, las enormes dificultades que hay para llevar un negocio: personal, local, maquinaria, reparaciones, la administración y sus eternos requisitos… 

La iniciativa privada en España ha sido demonizada desde los años 80, y cada vez más. Privatizar se ha considerado siempre como un signo del mal, y los empresarios se identifican con Lucifer con una tranquilidad y una inconsciencia pasmosa teniendo en cuenta que es donde se genera la riqueza y el empleo de un país. En lugar de premiarse a la persona que tiene empuje y monta un negocio, parece que automáticamente se convierte en un pequeño Satanás que cuenta monedas de oro en la trastienda mientras maquina cómo hacer la puñeta a sus empleados para sacar unos cuartos más. 

La realidad que yo conozco es muy diferente. De lo que yo les hablo es de los pequeños negocios que tienen unos pocos empleados que, normalmente, después de pasar tanto tiempo juntos son más familiares que trabajadores. He visto a mis padres llorar de rabia y de tristeza por tener que despedir a un empleado que les robaba, literalmente. Es como echar de casa, tal vez no a un hijo, pero sí a un sobrino. Esos son los malvados empresarios. 

Por supuesto también hay comerciantes que no hay quien los aguante. En Lugo sabemos de eso, aunque por suerte la cosa ha ido a menos y ya son las excepciones más que la regla. El típico vendedor que le ves las mismas ganas de que le compres un jersey que de tirarse por el puente nuevo, el hostelero que te mira con desprecio y que parece que te está haciendo un favor al darte una mesa… son un repelente para el cliente. Tener un negocio no implica estar de buen humor todos los días, pero sí que lo parezca. Es parte de la carga del pequeño empresario. 

Mi generación, insisto entre la que me incluyo, está educada para vivir de alguien. No tenemos el más mínimo impulso de crear una empresa porque no nos han educado para eso, sino para trabajar en algo más grande, que nos dé todo hecho. Si es la Administración mejor, por aquello de la estabilidad (bueno, a ver cómo acaba esto), pero si no es preferible ponerse de dependiente en un Zara, que no hay que pensar, que montar un pequeño negocio, que exige esfuerzo y trabajo. 

No es el único problema, pero creo que es el más grave. También está el cambio de costumbres en los consumidores, que prefieren encerrarse en un mostrenco al que tienen que llegar en coche, donde respiran aire artificial, y del que no sabes si estás en Lugo, Madrid o Sevilla porque la temperatura, los comercios, la estética, los restaurantes, los cines y las cadenas son exactamente las mismas en un sitio que en otro. He de reconocer que aunque los centros comerciales me repugnan profundamente hoy día si quieres buscar ciertas cosas no te queda otra que ir, porque las propias cadenas de ropa, por ejemplo, tienen más surtido en Las Termas de Lugo que en el Zara del centro (no le he cogido manía a Zara, es que es la cadena más simbólica a día de hoy). No son idiotas, si lo hacen es porque les sale más rentable. Lo preocupante es que les salga más rentable. 

La sacrosanta comodidad, que ya no es un extra sino un requisito, se está convirtiendo en el último clavo de la tapa del ataúd del comercio tradicional. Obviamente a la mayoría de los ciudadanos les resulta más cómodo bajar en el ascensor al garaje, coger el coche y subir a un centro comercial que pisar la calle y darse una vuelta, ya sea el centro o las tiendas de su propio barrio. En la calle llueve y los nenes tienen que coger la bufanda y no quieren. 

Por último, echaría también la culpa a nuestros queridos administradores/gobernantes. Con su manía de hacer grandes zonas industriales, que luego resulta que de industriales tienen lo que yo de obispo, lo que hacen es facilitar y abaratar la instalación de enormes tiendas que hacen la competencia al comercio de toda la vida. Esa competencia no creo que sea necesariamente mala, pero sí me parece sangrante que se pague con los impuestos del comerciante que ve como hace figuritas para pagar sueldos y alquiler del local mientras a otros les semiregalan terrenos públicos que se han construido, urbanizado y alumbrado con su dinero para encima contratar sólo estudiantes a media jornada con sueldos que harían palidecer al mismísimo Ebenezer Scrooge (véase “Canción de Navidad”, de Dickens). 

La diligencia con que las administraciones tratan los expedientes de los centros comerciales también es muy llamativa, cuando ves que para el pequeño los trámites no son más que una absurda carrera de obstáculos en que encima nadie te aclara muy bien dónde están las vallas. 

La agilización de trámites burocráticos, la instauración de una cultura del emprendedor, la mejora de las formas y los fondos por parte de algunos pequeños empresarios, y la creación de buenas campañas que atraigan al público a la zonas de siempre para comprar son las claves para dar la vuelta a esta situación. Otra cosa es que sea sencillo hacerlo, pero sino ¿qué futuro nos espera? ¿El fin de la pequeña empresa y la creación de monstruosos imperios comerciales que nos uniformen a todos? Pues hacia ahí vamos, nos guste o no.

De todas formas no quiero acabar sin un canto a la esperanza. Esto tiene solución. Miren, la gente funciona por modas y según ahora toca la de los centros comerciales tarde o temprano nuestros vecinos caerán de la burra y se darán cuenta de que es mucho más entretenido y hasta más sano por aquello del aire libre, irse a dar un paseo por el centro que encerrarse en una catedral del consumo.

Las terracitas, las zonas peatonales, la agradable sensación de estar en tu ciudad y no en cualquier otro lugar... acabarán por ganar la guerra aunque ahora pierdan batallas. La cuestión es organizarse un poco y echar una mano a que los clientes vayan cambiando poco a poco de mentalidad. Se puede hacer, y se hará. la velocidad a que se haga dependerá de muchas cosas, entre las que está lo que hagan los principales interesados, los empresarios del centro.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

El Congreso y la Navidad

Anda la que se ha liado con la felicitación de Navidad del Congreso de los Diputados. Por lo visto está mal visto que la tarjeta elegida para este año esté ilustrada con una imagen del "Libro de Horas al Uso de Roma", de la biblioteca del propio Congreso, por aquello de ser religiosa. 

Lo llamativo del tema es que desde que tengo recuerdo de estas tarjetas (ya saben, la gente importante recibimos siempre felicitaciones de las instituciones) siempre han tenido imágenes similares. Esta tarde si tengo un rato busco alguna, que yo guardo todo (una especie de pre-síndrome de Diógenes, tengo que andarme con cuidado), y si no son religiosas mañana corrijo el blog. 

¿Saben lo que me resulta realmente peculiar? Que las mismas personas que critican que se felicite la Navidad con una tarjeta religiosa se vayan a su casa el día 25 y no trabajen. O en Reyes. O en Semana Santa. O el día de su Santo Patrono respectivo… Es decir, que felicitar una fiesta religiosa con una tarjeta religiosa es una barbaridad que atenta contra el laicismo del Estado. 

A estos desinformados alguien (yo mismo) debería explicarles por enésima vez que España no es un Estado laico, a ver si nos vamos enterando. Es aconfesional que no es lo mismo. Laica es Francia, y se nota a la legua. La aconfesionalidad es el reconocimiento de que el Estado como tal no tiene una religión oficial, pero se reconoce la religiosidad como un elemento más del pueblo español que es, al menos por ahora, mayoritariamente católico de carnet. 

En cualquier caso, insisto, lo absurdo es no atacar la raíz del “problema”, que es la Navidad en sí misma. Le pese a quien le pese esta fiesta conmemora el nacimiento de Jesucristo, y por mucho que vengan los americanos con Papá Noel, el calcetín, acción de gracias, el niño de “Sólo en casa”, y el reno ese de la nariz-bombilla la celebración sigue siendo religiosa. Disfrazarla no quita lo que es. 

Les voy a poner un ejemplo. ¿Qué pasaría si el 18 de Julio en vez de aquel llamado “glorioso alzamiento nacional” celebráramos el nacimiento de Nelson Mandela, que cae el mismo día? ¿Admitirían que un alcalde mantuviera el nombre de una calle “18 de julio” achacándolo a esa efeméride en lugar de la otra? ¿Ustedes creen que colaría? Pues esto es igual. 

Disfrazar una fiesta de lo que no es me parece una gilipollez como un castillo. Los que consideran que la religión tiene que escapar del calendario deberían dejar de celebrar los festivos religiosos, porque es una contradicción en sí misma, pero pedir eso en este país es una locura, ya que somos expertos en luchar contra una cosa pero aprovecharla si podemos. 

Yo soy el primero en pedir una tajante separación entre Iglesia y Estado, pero entre eso y montar un sindios (nunca mejor dicho) porque el Congreso usa una imagen religiosa para felicitar la Navidad media un abismo. ¿Con qué quieren que feliciten la navidad? ¿Con un Tapies de esos de raya y punto que cuestan 10.000 euros? ¿Preferían una foto de un graffiti?

Yo me considero ateo pero celebro la Navidad. ¿Es esto una contradicción? Sí, claro, pero ¿qué sería del mundo sin una pizca de sinsentido? La cuestión no es que para celebrar la Navidad haya que ir a la misa del gallo, sino que una cosa es aceptar esa bipolaridad ateo-navideña, y otra muy diferente luchar a brazo partido contra la religiosidad de la fiesta. Ahí es donde está la tontería.

Respecto a la postal del Congreso, les voy a sorprender, pero creo que en las bibliotecas del siglo XVI no abundan las imágenes relacionadas con la Navidad pero en versión atea. Es lo que tienen las antigüedades, que no son políticamente correctas. A la hoguera.

martes, 11 de diciembre de 2012

Hacienda somos algunos


¿En qué se parecen Gérard Depardieu y Santiago Calatrava? Aunque podría parecer un chiste no lo es, es una cosa muy seria. En que los dos han trasladado su domicilio fiscal fuera de su país para ahorrar impuestos, concretamente a Bélgica y Suiza respectivamente. 

Dos figuras nacionales, uno en las artes escénicas y otro haciendo cosas blancas con pinchos que se dicen edificios, han agarrado sus cuartos en el peor de los momentos y se han largado a otro país donde los pastos son más verdes (esta comparación tenía más gracia cuando los billetes eran verdes, aquellos de 1000 pesetas). 

Particularmente, será porque me pilla más cerca, me duele más lo de Calatrava, porque mucho, muchísimo del dinero que ahora se lleva se lo hemos pagado entre todos los españoles para hacer esas cosas tan bonitas que hace este señor. Ahora en serio, alguna me gusta de verdad, pero si uno es arquitecto y español les recomiendo vivamente no pisar Venecia, o decir que se dedica a venta al por mayor de repuestos de fontanería, porque en la ciudad de los canales este señor hizo un puente que los venecianos piensan seriamente en dinamitar. 

Mientras tanto, Amancio Ortega mantiene la sede social de Inditex en Arteixo, la pequeña población vecina de A Coruña, y desde 2012 se trajo la venta OnLine de Irlanda, donde casi no pagaba nada, a España. Eso es hacer país, lo demás son ejercicios de dialéctica. 

Cuando un tío como el antiguo presidente de la CEOE, Díaz Ferrán, maniobra entre las procelosas aguas de la maraña legal-económica que hay en este país para, sociedades fantasma y empresas de cartón de por medio, defraudar unos milloncejos al fisco, que venimos siendo nosotros, todos nos echamos las manos a la cabeza. 

Pero, sin disminuir ni un ápice la desvergüenza de esta gentuza (Depardieu, Calatrava o, en una escala superior, Díaz Ferrán) hay que mirar a veces un poco hacia uno mismo y ver si se siguen pagando facturas “mejor sin IVA”. Ya, ya lo sé, no es lo mismo ahorrarse unos eurillos por parte de quien gana 1.000 que estos desgraciados que utilizando legal o ilegalmente las artes contables aumentan bastantes ceros a la cantidad defraudada. Pero el principio es básicamente el mismo. 

Amancio Ortega, el único decente del lote
Siempre pedimos ejemplos de arriba abajo. Ya tenemos uno, el de Amancio Ortega, que consciente y responsablemente se trajo sus empresas a España para pagar impuestos aquí, aunque le salía más caro. La última vez que hablé de este señor por lo de la donación a Cáritas me dijeron que era todo un truco y que así desgravaba, aunque ya expliqué en su día que para desgravar 25 tienes que dar 100, con lo que realmente das 75, que es muchísimo más que 0. Si les digo que Amancio Ortega es el único decente de los que he mencionado seguro que alguien dirá "presunto decente", porque ahora la honradez es una mera presunción, lo cual da una idea de lo mal que están la cosas.

Pero los españoles somos así. Probablemente una inmensa mayoría dirán “jo, que cabrones” y se pondrán a imitar, a su pequeña escala, a la pléyade de urdangarines, condes, calatravas, depardieus, ferranes y similares que día tras día arrastran sus millonarias miserias por los telediarios y periódicos de nuestro puteado país. Casi nadie imitará a los amancios que hay, y que los hay de verdad, porque ni es una noticia que abra los noticiarios (sale como una mención, pero ya se sabe que las buenas noticias son flor de un día, y que lo que vende es la desgracia y la miseria) ni es algo cómodo de imitar. 

Si queremos gritar a los chorizos, defraudadores y desgraciados que son chorizos, defraudadores y desgraciados, lo normal será tener nuestras cuentas en orden y pagar nuestras facturas con el correspondiente IVA y demás zarandajas. Si no lo hacemos así, poco podemos decirles a estos señores ya que hacemos exactamente lo mismo que ellos sólo que a menor escala, porque no podemos hacerlo a mayor. 

Aquel lema de “Hacienda somos todos” era bueno, muy bueno. Eso sí, es poco compatible con las amnistías fiscales (que no soy capaz de entender por mucho que me hagan los números) y la permisividad aparente con ciertas personas o entidades que pagan sus impuestos puntualmente todos los días 30 de febrero. 

Pues nada, ahora a encargar más proyectos a Calatrava, que así habrá dinero español en Suiza. Todo es cuestión de intentar alegrarse.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Uno de los mejores sitios para vivir del mundo


Cada vez que voy a Madrid vuelvo muy contento a Lugo sabiendo que vivo aquí. Estuve por el centro y ya no es que hagas cola para comprar lotería en Doña Manolita (40 minutos, no fue para tanto) es que haces cola para cruzar la Puerta del Sol (15 minutos para cruzar la plaza, eso sí es para tanto). Luego dicen que hay carteristas, pues no sé cómo hacen para escapar porque no hay quien se mueva. 

Lo que sí ha mejorado una barbaridad es el tema del metro. Ahora en lugar de un vagón pequeñito encadenado a otro y otro y otro hay unos trenes unidos por dentro, con lo que la gente se va distribuyendo como convenga. Ya hace tiempo que había visto de estos, pero ahora me extrañó no ver convoyes de los viejos. 

La gran ventaja de Madrid es que encuentras cosas que aún no han llegado a otras ciudades (esto cada vez menos porque la globalización es lo que tiene) o que ya se han ido (esto cada vez más porque la globalización es lo que tiene). Desde modernísimas modernidades hasta tiendas tipo mercería en que siguen empaquetando los tres botones con papel de estraza y que, inexplicablemente, tienen más gente que la procesión de la Virgen de la Esperanza. Es parte del encanto de Madrid, el mantener lo más castizo junto a las luces de Navidad LED. 

Tres días en la capital de España son suficientes si vas de vez en cuando. Muchos más te agobian y te arruinan y menos no te da tiempo a recuperarte del tostón que su ponen las cinco horas de coche. La verdad, si lo piensas bien, hay que ver lo pijos que nos estamos volviendo, que cinco horas por autovía nos parecen muchas. A lo mejor es por lo aburridísimo que es conducir por esos páramos rectos en que no ves ni un alma. 

Pero a lo que iba: para darte una vuelta por Gran Vía y Preciados, ver las tiendas de Fuencarral, visitar un par de exposiciones (por fin pude ir a ver el Museo Naval, que siempre lo pillaba cerrado, lo recomiendo vivamente), cenar con algún amigo que vive allí (pobre) y ver a la familia, te llegan esos tres días, pongan cuatro si quieren. 

¡Y qué bien volver a Lugo! Yo creo que mucha gente de aquí no es consciente de lo bien que vivimos en esta ciudad, sin prisas, sin aglomeraciones, sin agobios. En Lugo la cola más larga que recuerdo haber hecho es cuando iba a Caixa Galicia a actualizar mi libreta infantil. Ahora no sé cómo va la cosa de esperas, pero creo que no ha mejorado mucho. Por lo demás, cuando tenemos tres personas o cuatro delante ya nos parece una barbaridad salvo, por supuesto, en la Seguridad Social, que ahí te tiras toda la tarde, pero eso ya es defecto del animal. 

Las desventajas de Lugo las conocemos todos: aquí no viene un concierto decente desde hace años, y el no tener un auditorio que merezca tal nombre influye mucho, claro está. Lo de los teatros, reconozco que no soy usuario salvo de los musicales, así que no puedo decirles mi opinión sobre el particular pero, si metemos la ópera como algo más tipo teatro que musical, desde que vino La Flauta Mágica hace ya mucho tiempo no me ha vuelto a llamar la atención nada de lo programado. 

Pero me gusta Lugo. Nunca he sido de esos muchísimos lucenses que se quieren marchar de aquí y que, cuando lo hacen, se dan cuenta de lo bien que vivían entre estos muros. El hecho de tener raíces, de estar en “tu” ciudad, de conocer cada piedra, cada rincón, a la gente por el nombre (bueno, yo no, que tengo una memoria pésima para eso), tus recuerdos de siempre, tus cafés donde siempre… A mí me gusta. 

Eso sí, una versión algo mejorada de Lugo no vendría mal. Un Lugo mejor organizado, donde el tráfico no sea absurdamente caótico (con los que somos tendríamos que estar mejor en esto), donde la Administración no tire el dinero, donde nuestro Alcalde no esté más tiempo en el juzgado como imputado que en el salón de plenos, donde los edificios públicos se rehabiliten en lugar de quedar abandonados a su suerte mientras gastan nuestro dinero en otras estructuras absurdas… Un Lugo mejor no es complicado, sólo hay que repasar unas cosillas, y les garantizo que sería uno de los mejores sitios para vivir del mundo. Así, sin paliativos.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

El vehículo de las ideas

Tengo que reconocer que estoy muy disgustado. Acaban de cubrir una de las letras de la Real Academia de la Lengua (creo que era la Z la que estaba libre) y ni siquiera me han llamado para presentar mi candidatura. Vale, a todos se nos escapa una tilde o algo así, pero al menos no escribo “habeces” en lugar de “a veces” como lo he visto en alguna ocasión. 

En las redes sociales, llámese Facebook o lo que sea, la gente saca a relucir dos cosas: una actitud en los debates propia de un conductor (ya saben “no sabrá usted lo que es insultar hasta que aprenda a conducir”), y una notoria ausencia del hábito de leer. 

Quien lee habitualmente no es que se vuelva más culto porque las novelas informen, no se trata de eso. Yo mismo soy un ávido lector (por rachas) pero francamente, Tom Clancy o Arthur Conan Doyle cultura, lo que se dice cultura, no creo que den mucha. A menos que uno pretenda desactivar un submarino atómico o resolver quién mató a la señora Broutham las novelas no sirven de gran cosa, y más cuando algunas en vez de informar hacen todo lo contrario. Les pongo el ejemplo de “El Código Da Vinci”, que no dice más que tonterías y que parece que es el libro de cabecera de los iniciados en las nuevas generaciones de la masonería. 

Pero lo que sí ayudan es a escribir con cierta corrección. Hasta la novela más simplona suele pasar, antes de su publicación, por las manos de un corrector que le pega un repaso. Nadie que lea diez o quince libros al año (tampoco pido mucho, es uno al mes más o menos) escribirá jamás “haber si nos vemos” en lugar de “a ver si nos vemos”, o “iva el otro día…” sin referirse al impuesto. 

¿Tiene un escritor, o alguien que pretenda transmitir una idea, que ser un experto en ortografía y gramática? No, pero ayuda. Si Hitler ganó las elecciones en Alemania fue, en parte, gracias a sus discursos tanto por el fondo como por la forma. Las formas son importantes, no lo olvidemos. Nos pongamos como nos pongamos todos tratamos mejor a la gente que se presenta bien (duchadita, más o menos arreglada o al menos “correctamente” vestida…) que a la que viene en plan zarapastroso. Con los textos pasa igual. 

Cuidado, el que esté libre de pecado que tire la primera tilde. Ya les digo que yo soy el primero en meter la pata en ciertas cosas (siempre me he liado con las tildes en diptongo tipo “gustéis” y “cantáis”), y encima al ser gallego probablemente el tema de los verbos compuestos lo llevo muy mal. Además, en todas partes hay expresiones que fuera no se entienden. En Galicia, por ejemplo, decimos mucho lo de “no lo doy hecho” en lugar de “no lo consigo hacer”. De Piedrafita para allá les suena raro y si no preguntan qué demonios estás diciendo es porque por el contexto hay cosas que se cogen al vuelo. 

Pero si les da pereza leer (lo cual dudo si siguen habitualmente los kilométricos artículos que me salen a veces), les doy una pista: cuando vayan a escribir por ahí en el Facebook ante la duda entren en www.rae.es y busquen la palabra. Da algo más de trabajo, pero sólo lo tendrán que hacer unas cuantas veces, luego ya se acordarán y dejarán de necesitarlo. O si no escriban en un tratamiento de textos y luego copien y peguen. 

El lenguaje es importante porque es el vehículo de nuestras ideas. Como en la mayoría de los aspectos de la vida todos somos pecadores, pero no es lo mismo cruzar en rojo que matar a alguien. Lo mismo pasa con la ortografía.

martes, 4 de diciembre de 2012

Gastos colaterales

Aún no he ido al MIHL, pero tengo ganas. Una cosa es criticar algo que creo que es caro, inoportuno o innecesario y otra muy diferente que el resultado sea una porquería. No creo que sea el caso, pero hablo desde la más absoluta ignorancia, ya que, insisto, aún no lo he pisado, y mis únicas referencias son a través de terceras personas. 

Pero antes de contagiarme del entusiasmo de ver nuestra nueva infraestructura cultural, me gustaría hacer un par de reflexiones respecto al tema de los gastos que se dan por sentado. Estoy hablando, ya no del coste del museo en sí, que por lo que se ve supera los 10 millones de euros (si les digo unos 1.700 millones de pesetas seguro que les suena a más, que con el euro todo parece poco dinero), sino del mantenimiento del chiringuito. 

Para inaugurar el chiringuito de turno el BNG (fue de sus últimos acto en el Gobierno) organizó una muestra que ha costado 44.500 euros (yo sigo pasando a pesetas, 7.404.177… hice la cuenta tres veces porque creía que me había colado con los ceros). Casi siete millones y medio de pesetas para una exposición. Claro, como en este momento no hay dónde meter los cuartos… Son "gastos colaterales", como las víctimas civiles de las guerras.

No me valen los argumentos facilones: “es que son partidas diferentes del gasto social”… sí, pero el saco del que sale la pasta es el mismo, y Lugo no es precisamente ajeno a las transferencias de crédito (cuando se pasa dinero de una a otra categoría porque las cuentas se han de variar por cualquier causa); “Es que si costara 12.000 euros también dirías que es mucho”... pues depende de en qué lo gasten, porque verán, de esos siete millones y medio 9.000 son para la “comisaria” del evento, casi 8.000 para imprimir carteles, y 5.200 para “actividades educativas paralelas”. 

Si tenemos en cuenta que la Diputación Provincial de Lugo, en manos de un concejal de Lugo (Besteiro es concejal en Lugo además de Presidente de la Diputación por si ustedes lo ignoran; ninguna crítica por esto, ha de ser concejal para poder ser diputado provincial), tiene una imprenta propia, no habría estado mal hacer allí los carteles, que seguro que salía más barato. O en una imprenta de un precio razonable, no era necesario irse a la más cara, que además la gente es muy mal pensada y a ver si alguien se le va a pasar por la cabeza que es de un amigo y le da una comisión al “gestor”. 

Miren, el tema de hacer el museo es un poco como el del Monte Gaiás. Todos lo hemos hecho alguna vez aunque no a esta escala. A lo mejor si ibas a cambiar de coche o a comprar un piso pensabas en ir un pelín más allá de lo que la prudencia te aconsejaba (estoy hablando de cuando éramos todos ricos, no ahora que bastante tenemos con pagar la luz y el gas al precio que se está poniendo), y hacías un esfuerzo extra para coger un motor un pelín más potente o un piso con unos pocos metros más. Sin embargo, una vez realizado ese exceso te cortabas con los demás gastos para compensar el dispendio, y si te ibas a comprar un sofá de piel te conformabas con uno de Ikea (resultón y barato) y pensabas “ya lo cambiaré cuando pueda”. 

Pero la administración no hace como el resto de los mortales, principalmente porque los dineros no parecen dolerles a algunos “gestores”, por llamarlos de alguna manera. Si un ayuntamiento se gasta 650.000 euros en hacer una cafetería (la del parque) o 10 millones de euros en un edificio como el MIHL, lo lógico es que a partir de ahí intentara cortarse con los gastos para compensar el despilfarro. Decía mi abuelo que “para gastar duros hay que ahorrar pesetas”, pero la administración no necesita ahorrarlas, porque las saca del aparentemente (sólo aparentemente) bolsillo del contribuyente. Pero el contribuyente se está cansando de ser una vaca a la que todos “muxen” sin tener derecho siquiera a dar una coz de vez en cuando. 

¿El peligro? Que estas cosas se van acumulando y el día que esto explote, que cada vez está más próximo a menos que las cosas dejen de hacerse así, los daños colaterales van a pillar a todo el que esté en medio. La cultura, el arte, son un bien exclusivo de la humanidad pero también son refugio de mucho cantamañanas de esos a los que no les gusta madrugar (a mi tampoco me gusta, que conste). No hay que confundir, pero es difícil distinguir. 

Desde luego, gastarse 8.000 euros en carteles de los que yo personalmente no he visto ni el primero (con ese dinero le daba para empapelar la Muralla), o 9.000 en un “comisario” de la exposición no parece lo más adecuado en estos momentos. 

Lo único bueno para ellos es que así nos distraemos de los 10 millones que ha costado el MIHL. Cuando lo visite ya les contaré si, en mi opinión, los vale.