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miércoles, 2 de enero de 2013

Si sólo hubiera costado MIHL euros...

Antes de nada, feliz año nuevo, que es lo propio. Les contaría mi fin de año, pero fue tan sumamente surrealista que creo que lo voy a dejar pasar hasta que el tiempo lo convierta en una divertida anécdota en lugar de lo que pienso ahora. 

Así que, fiel al título de este blog, vamos a hablar de nuestro Lugo del alma. Les contaba a primeros del mes pasado que no había ido al MIHL y que tenía ganas… pues nada, antes del año nuevo me propuse ir y fui, así que les cuento. Hoy sólo les hablo de la impresión general del edificio y la exposición “temporal”. 

Vaya por delante que yo no soy precisamente un entusiasta del arte moderno, más bien lo contrario. Cuando un señor pinta una raya y un punto yo no veo más que una raya y un punto. Por lo mismo, si un “artista” caga en un bote (a mí no me miren que eso es real) a mi no me parece otra cosa que una mierda enlatada por mucho que me cuenten que es una “abstracción del mundo en que vivimos y un reflejo de la podredumbre interior del ser humano”. Decir chorradas que suenen bien también lo sé hacer yo y eso no me convierte en un artista conceptual, que es como se llama a los que no saben pintar. 

Por ir por orden, les voy explicando la experiencia paso a paso. Como no hay señalización para llegar al MIHL uno da por sentado que puede llegar por cualquier sitio, así que me metí por el parque de la Milagrosa (vamos, la antigua FRIGSA), y aparqué frente al propio museo. Ni un cartel que señalice la entrada, ni una mala flechita de dirección… así que lo primero que vi es, en mi opinión, una deficiencia clara en cuanto a la orientación al visitante. 

Nos acercamos a la torre principal dando por sentado que la entrada tenía que estar cerca de la parte más grande, y acertamos. Cuando íbamos hacia allí escuchábamos unos ruidos de unos críos por megafonía. Lo primero que supusimos es que había una actividad de estas participativas que están tan de moda y que había unos chavales haciendo el indio… nos equivocamos (dos aciertos seguidos eran mucho). Resultó ser una “obra de arte” en que una “artista” estuvo imitando frente a una grabadora los ruidos que escuchaba en una obra junto a su taller… Hay que escucharlo para creerlo… y la buena moza asegura que esa “obra” le llevó dos años. Creo que mis sobrinas habrían solucionado la papeleta en apenas 10 minutos. 

Una vez superado el ataque de risa, entramos en el museo. La entrada es preciosa: una escalera en curva por la que vas descendiendo hacia el piso subterráneo (les recuerdo que el edificio está enterrado) y te da una impresión muy favorable, que se diluye un poco cuando llegas abajo y ves el césped hecho un asco, pero bueno, uno que es un poco puntilloso. 

Entras en el edificio y te ves un poquito perdido, porque la recepción no está frente a la puerta, que sería lo lógico, sino un poco apartada en un lateral. Como somos gente espabilada conseguimos superar este contratiempo (tampoco es para tanto) y vamos a informarnos. Nos cuentan que hay una exposición temporal y una permanente. Empezamos por la temporal. 

Aquí es donde llegamos a ver esa cosa que costó 44.500 euros según publicó la prensa. Les juro ante los Santos Evangelios que no miento: cuatro estores de colorines, una pecera (luego profundizo en esto), una mesa con unto (unto del de verdad, del caldo), una pantalla con una proyección de un vídeo, un panel con fotos que harían las delicias de un pederasta y una escultura de un señor enrollado en una especie de colchón. Importa el premio: 44.500 euros. Si sólo hubiera costado MIHL euros serían MIHL euros tirados (el chiste no es muy bueno, pero anda que la exposición...)

Lo primero que me costó entender (es arte abstracto, no lo olviden) es porqué hace falta una “comisaria” para una exposición de cinco obras. Si es para colocarlas les juro que yo mismo lo haría por menos de la mitad de los 9.000 euros que se llevó la moza por cachondearse de los lucenses. 

Lo segundo que me llamó la atención fue el famoso estanque de pirañas. En la prensa salían fotos que te hacían pensar que era un acuario en que casi te podías meter a dar unos largos si no fuera por los pececitos carnívoros… pues no, es una pecera, normal y corriente, con un tablero al lado con cachos de carne. La pecera es de las más vulgares que he visto en mi vida, hasta en casa de mis padres tienen una bastante más currada y el doble de grande. Dentro de la pecera unos coches de micromachines y unos euros simbolizan, por lo visto, el capitalismo devorador. Arte en estado puro, no sé cómo Velázquez perdió el tiempo haciendo Las Meninas en lugar de vivir del cuento como hace esta gente. Si al menos el acuario fuera bonito… pero ni eso. Dicen desde el Ayuntamiento que cuando acabe la exposición trasladarán el acuario al HULA… ¡¡Acuario!! Si es una cochina pecera por Dios…

Y dejamos a un lado el hecho de que en estas fechas de fiestas navideñas varias organizaciones han hecho campañas de recogida de alimentos: arroz, pasta, harina, leche... para que vengan a darles ¡¡cordero!! a las pirañas. Lógicamente ya sabemos todos lo que pasaría si esto lo hiciera, por ejemplo, un alcalde del PP... lo pondrían verde (con toda la razón).

Luego hay una mesa de trabajo llena de unto. Insisto, el del caldo (y huele). No le pillé el tranquillo al asunto y no me puse a leer la tarjeta porque si les soy sincero para leer tonterías ya tenemos las revistas del corazón. Detrás estaba el mural, que es una colección de fotos en blanco y negro de chavales de unos 15 años desnudándose (supongo que la Asociación de Pederastas propuso al autor como “personaje del año”) y luego una pantalla con una cascada que se veía mal porque salía pixelada. Lo de la escultura del tío enrollado en un colchón tampoco lo pillé pero vamos, seguro que era algo interesantísimo. 

Miren, yo no digo que todos tengan que ser Velázquez, Goya o Miguel Ángel, pero de ahí a que se rían en nuestra cara de semejante manera… y por unos precios carísimos, claro. La “exposición” me dio la impresión de ser una de esas cosas que te venden y que no puedes decir que te parece una chorrada porque es como lo del cuento de “el traje nuevo del emperador”, sólo que aquí no hay un niño inocente que se cachondee del regente. 

Si esto es arte, me pregunto cuántas “obras” han vendido esos autores. La del unto ya les digo que ni de coña, porque tienes que tener una habitación aislada sólo para eso, si no quieres vomitar por las mañanas. La pecera con las pirañas también es discutible, porque que el arte se te pueda comer no está muy bien visto por los coleccionistas. 

Que el arte tenga que ser "provocativo", "llamativo" o que esté para "hacer pensar" no quiere decir que cualquier imbecilidad más o menos bien presentada (aquí ni eso) sea arte. Es como si ponen a la Orquesta Nacional a tocar un Do sostenido durante un minuto y medio y les digo que es una oda a la monotonía. La idea no es mala, pero sigue siendo una gilipollez.

En fin, les animo a ir a ver la cosa esta para que comprueben si exagero o no, a lo mejor a ustedes les gusta, vete tú a saber. Mañana les cuento algo más del museo, de la parte que realmente sí me ha gustado.

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