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viernes, 8 de febrero de 2013

Comida en spray

Hay noticias que se conectan solas. Van cerrando los grandes “restauradores” (no, no hablamos de muebles, sino de restaurantes con un nombre raro) como El Bulli o Marcelo, el del restaurante de Santiago donde, según tengo entendido, comías lo que a él le daba la gana y, a cambio de eso, pagabas una generosa factura (le dieron una estrella Michelín, osea, tía, lo más). Por otro lado, sale la comida en spray. Por un tercer lado quieren cerrar la churrería don Pepe, la caravana ubicada en Rodríguez Mourelo (Los Tilos para entendernos). 

¿El nexo común? La alimentación, obviamente, pero también la economía. No conozco en profundidad el caso de Marcelo, pero sí sabemos que El Bulli y otros muchos “pioneros” de la hostelería tapaban con jugosísimas subvenciones su falta de rentabilidad, ya que por una chorrada con un nombre bonito te cobraban como si te estuvieras comiendo a Picasso en persona. Por darles alguna cifra, el BOE del 31 de octubre de 2009 recogía la concesión de una subvención de 7 millones de euros a los siguientes “cocineros”: Pedro Subijana, Andoni Luis Aduriz, Juan María Arzak, Martín Berasategui, Eneko Atxa, Hilario Arbelaiz y Karlos Arguiñano. Salen a millón por barba, no está mal. 

La comida en spray también nos sale por una pasta. El gobierno vasco de Patxi López, siguiendo la estela de los 7 millones dados por su compañero ZP, le cascó 4,8 millones de euros de subvención a la empresa que mete en bote masa de tortitas, tortitas y masa de churros. 

Y hablando de churros nos venimos a Lugo. Una pequeñísima y modesta empresa, una caravana en la calle, que lleva ahí desde la época de María Castaña, que no vive del cuento como otros, que lucha contra el frío todos los días… A estos en lugar de subvencionarlos los quieren largar de allí. Cerca de cinco mil personas han firmado contra esa medida. Yo no porque no he visto las hojas pero cuando las tenga delante contarán con mi firma. 

¿Me parece estética la caravana? No, la verdad es que no. Me parece espantosa y que es un pegote en ese sitio. Pero esa no es la cuestión. Si lo que nos molesta es la forma, todo es hablarlo y tal vez en lugar de tener esa estructura se puede montar otra más estable y estética, en plan kiosko, y seguir manteniendo la actividad de esta buena gente. 

Tampoco le gustaba al Alcalde la cafetería del parque y se gastó un montón de nuestro dinero (660.000 euros que sepamos) en hacer una nueva, por el precio que a un particular le costaría un palacete. Pues quizás hacer un kiosko estético a cuenta del churrero (concediéndole el espacio en vía pública como hasta ahora) o del ayuntamiento con el correspondiente alquiler, sería una forma de evitar el problema. Pero no comparto cargarse un negocio que funciona y menos para engrosar las listas del paro, ya de por sí abultadas. Vale que la administración no ayude, pero al menos podía tener la decencia de no estorbar. 

Pero quizás el error sea de Don Pepe. Su problema quizás ha sido vender churros de los de toda la vida. Si los hubiera metido en Spray no vendería ni uno, pero no le haría falta porque podría vivir de las subvenciones. Otro camino podría ser hacer la receta de siempre pero cambiarles el nombre y ponerlo largo y enrevesado, tipo “delicias de esencia de trigo elevadas sobre una cama de reducción de olivas”. Como la receta es sencilla tampoco se me ocurre mucho más, pero bueno, no es que tenga que defender el tema frente a grandes lumbreras.

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