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jueves, 21 de febrero de 2013

El imperio de la ley

Creer en la ley es un estado binario: o crees, o no crees. Yo soy de los primeros. 

Ahora viene el matiz. Creer en la ley no quiere decir que piense que porque una cosa viene recogida en un texto legal esté bien o sea positiva, a lo que me refiero es a que creo en el imperio de la ley, en el gobierno de la sociedad por unas normas de obligado cumplimiento, sin excepciones. Si las circunstancias hacen que un comportamiento que en un momento es percibido como algo “malo” se transforme en algo “aceptable” o viceversa, para eso están los parlamentos, para modificar la legislación. 

Hoy vienen varios asuntos en la prensa que nos valen de ejemplo para tratar este tema, el de la confianza en la legalidad, veamos un par de ellos: 
  • El “abuelo coraje”, el octogenario que se cargó a un vecino porque entró en su casa violentamente, ha sido absuelto porque el jurado popular considera que actuó en defensa propia y por un temor razonable a que este tipo le hiciera algo a él o a sus nietos.
  • Los vehículos aparcados en el margen de la Nacional VI durante el congreso del PP reciben denuncias. Entre estos coches había muchos de asistentes a la manifestación frente al congreso del PP para pedir servicios para el HULA. PSOE y BNG critican las multas y alguno de los colectivos convocantes asegura que es por “venganza”. 
Bien, aquí tenemos dos situaciones diferentes. En el primero se incumplió la norma que dice que no se puede matar a alguien, pero se apreció que este principio, que parece tan obvio, puede tener excepciones (que se llaman “atenuantes” en un juzgado) por las que se dan casos extremos en que se pueda aceptar un comportamiento ordinariamente condenable. ¿Actuó de acuerdo a la legalidad el “abuelo coraje”? Pues parece que sí, según el tribunal, ya que lo absolvió de los cargos. Otra cosa es que no tenga un juicio civil que le obligue a indemnizar a la familia del fallecido, pero eso es otro cantar. 

En nuestro segundo ejemplo se multó a los vehículos estacionados en la orilla de la Nacional VI. Se nos asegura que las denuncias son una “venganza” por reclamar servicios para el HULA frente al congreso del PP, pero si les soy sincero no acabo de verlo claro. Si algún asistente al Congreso aparcó allí, ¿no lo han multado? ¿Cómo diferenciaban los coches de unos y otros? ¿Había algún distintivo con gaviota? Porque si a los manifestantes que aparcaron bien imagino que no les multarían, digo yo, con lo que el hecho causante de la sanción no es la protesta, sino aparcar mal. 

Se me puede decir, que es razonable, que quizás las fuerzas del orden fueron mucho más “diligentes” que en otras ocasiones en que hay ferias en el Pazo y no se multa. Si les soy sincero no tengo datos, quizás habría que mirar eso antes de echar la lengua a pacer (a favor o en contra de la medida) pero en todo caso, si es verdad, les diría que lo reprobable en mi opinión no es haber sancionado en esta ocasión, sino no haberlo hecho en las otras. O se puede aparcar ahí o no se puede. No hay vuelta de hoja. 

Otra cosa sería si la multa fuera por la protesta en sí. Les voy a poner un ejemplo: multar a una manifestación legítimamente autorizada por ir en grupo (les recuerdo que nuestra nueva normativa municipal de tráfico lo prohíbe, como en tiempos del generalísimo). Eso sí sería una multa con mala leche porque la esencia misma de la manifestación es agrupar cuantas más personas se puedan. Pero que los asistentes dejen el coche donde no deben no es un “derecho constitucional” a manifestarse, sino simplemente aparcar mal. 

¿Y ahora qué? ¿Se les sacan las multas por eximente de “buena intención y pancarta”? ¿Y si alguno de los congresistas del PP fue multado también se la quitarían por solidaridad? ¿O esos tienen que joderse (con perdón)? ¿No se cargaron a un subdelegado del Gobierno por sacar multas? Ya saben aquello de que cuando veas las barbas de tu vecino pelar… 

Soy un defensor a ultranza de la sociedad civil, cosa que en España no sabemos lo que es. Creo que la política es un camino para cambiar el mundo, el más importante, pero no el único. Veo vital que las personas se organicen no sólo en partidos, sino también en asociaciones o agrupaciones que sean una estructura que pueda dar la réplica a las elecciones “regladas” y que haya un movimiento cívico que represente intereses públicos más allá de los escaños. Pero eso no quiere decir que esas organizaciones puedan incumplir la ley, como tampoco deben hacerlo los partidos aunque en este momento sea raro decirlo así (ustedes ya me entienden).

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