¡Qué peligrosa es La Verdad!, la que se escribe con mayúsculas, la de la iluminación, el garrote vil, la Santa Inquisición, la hoguera, la guillotina en la plaza pública o la crucifixión. Esa Verdad que permite, a quien la enarbola como una bandera indiscutible, dar palos con el asta a aquel infeliz que tenga el atrevimiento de enfrentarse a su “luz”.
Antes esa Verdad era, normalmente, patrimonio de las confesiones religiosas. Muchos millones de personas han muerto en sangrientas guerras iniciadas para conquistar o reconquistar tierras “sagradas”, lugares míticos, templos o centros de peregrinación. Eran tiempos oscuros, en que la superstición se mezclaba con la religión (aún cuesta ver la diferencia, en caso de haberla) y donde el vasallo no tenía opción, ni intención, de elevarse contra esa Verdad impuesta.
Hoy presumimos de otra cosa. Somos, presuntamente, una sociedad libre, abierta, tolerante, civilizada y formada por ciudadanos informados, pero seguimos cayendo en el seguidismo ciego, siempre y cuando nos suene bien el eslogan. Una parte de esos ciudadanos y, lo que es más grave, de sus representantes está perdiendo los papeles de una forma alarmante tal y como se reflejó ayer en el Hórreo, con el espectáculo de circo que dio el señor Beiras. Corrijo, no fue un espectáculo de circo, fue una amenaza en toda regla. Sólo le faltó pegar al Presidente de la Xunta que, mal que le pese a alguno, está ahí tras unas elecciones limpias en las que el propio Beiras le ayudó a revalidar el asiento, mucho más de lo que le gustaría.
¿A quién cree que ayuda con ese tipo de barbaridades? Supongo que a sí mismo, alzándose como la voz de los indignados del mundo que, sin duda, habrán visto en ese acto de pasión un reflejo de su propia rabia. Pero un Diputado no puede ser eso, por mucho que gane titulares y se le perdone con un “son cosas de Beiras”. La Democracia no se alimenta de puñetazos, sino de argumentos traducidos en votos. El señor Beiras no representa a Galicia más que Feijoo, sino mucho menos, por más que a él le encante dar y quitar carnets de gallego desde AGE tal y como hacía desde el BNG. Si no están de acuerdo repasen los votos recibidos por uno u otro.
Pero el problema no es Beiras, es muchísimo más grave. El problema es la legitimación de la amenaza, los “escraches”, el insulto, la violencia contenida que cualquier día se desata.
Si fuera una sede del PP podría ser el 2013 |
Cospedal, quien he de decir que no despierta mis simpatías más profundas, hizo una comparación entre los escraches y los nazis que nuestra incultísima sociedad le echa en cara porque sólo piensan en Auschwitz, aunque sin saber deletrearlo. Cospedal tiene más razón de la que ustedes se creen, sólo que habría que matizar el marco temporal. Los nazis no empezaron montando campos de concentración para gasear judíos, sino que antes de eso ganaron unas elecciones. Fue en las campañas electorales de las diversas elecciones a las que concurrieron donde dieron rienda suelta a la presión, la amenaza e incluso el vandalismo organizado. Era, curiosamente, un movimiento “antisistema” que luchaba contra la “podredumbre de la clase política”… ¿les suena? Esa misma pasión que desató a Beiras es la que desató a Hitler, y no me vengan con que estoy llamando nazi a Beiras que me entienden perfectamente y saben que no voy por ahí. Les recomiendo estudiar bien el tema antes de condenar a Cospedal por este asunto, porque tiene bastante razón. Hace unos días veíamos que la Policía detenía a gente que iba al "rodea el Congreso" con cócteles Molotov... ¿también justificamos eso?
Esa violencia escenificada por Beiras nos la encontramos en muchísimos más sitios. En Internet, en blogs, foros, redes sociales… la amenaza, el insulto gratuito, el recurso a la destrucción del oponente no con argumentos sino con ataques personales… Es vergonzoso, sobre todo porque en ocasiones viene ejercido por quienes tienen un pasado oscuro con condenas delictivas aunque ahora se conviertan en paladines de La Verdad.
Los principios son importantísimos, y yo mismo suelo hablar de ellos. Pero esos principios se defienden con palabras, con argumentos, no con puñetazos ni con amenazas, al menos siempre y cuando uno de esos principios sea creer en la Democracia con todo lo que ello implica. Gandhi no se puso a dar golpes a la Corona Británica y logró la independencia de la India sin pegar un sólo tiro. Hoy ser “antisistema” parece que es un mérito, pero cuidado, esas personas no proponen conservar las conquistas sociales, ni duros a cuatro pesetas. Miren cuál es su “Verdad” antes de hacerles caso, no sea que nos salga un nuevo Adolfo y tengamos otro disgusto.
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