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lunes, 1 de julio de 2013

Bebamos de las fuentes

“Que cada palo aguante su vela” suele decirse en estos casos. Pues es exactamente lo que pienso yo sobre el tema de Bárcenas y compañía. Se dice que el PP teme a Bárcenas, no es mi caso, y supongo que tampoco el de muchos miles de afiliados de ese partido que jamás hemos tenido nada que ver con los (presuntos) manejos oscuros de este hombre y quienes le hayan echado una mano, a cambio de jugosas comisiones se entiende.

Hay una rabia más o menos contenida contra el PP que intenta explotar cada vez que pasa algo de cierto calado. Lo mismo le ocurre al PSOE, aunque creo que algo menos, ya que Bárcenas era un cargo importante del partido, nada menos que el tesorero, pero más alto era el cargo de José Blanco, que está a punto de comprarse un piso en la Plaza de Castilla para perder menos tiempo camino a los juzgados, y ahí no pasa nada a nivel “institucional”.

Estoy de acuerdo en que no es lo mismo. En caso de que ambos sean culpables de lo que se les acusa uno sería condenado por beneficiar a un primo o un cuñado o algo así con unas licencias y el otro sería una pieza clave en una trama de corrupción que afecta a mucha más gente en el partido que hoy rige los destinos de España.

No pretendo minimizar el escándalo de Bárcenas y compañía, ni mucho menos. Creo que en estos casos sólo hay un camino: investigar hasta las últimas consecuencias y que quienes estén metidos en esa podredumbre sean expuestos a la luz, que normalmente es buena para acabar con las enfermedades.

Un partido político de la importancia del PP necesita estar dirigido por personas limpias, ya no les digo nada de un país entero como es el caso. Sin excusas, vacilaciones ni miedos de ningún tipo todo el que esté metido en tramas de corrupción ha de ser amputado como se hace con un miembro con gangrena. Si no, se extenderá al resto del cuerpo y acabará por matar al paciente.

Pero cuidado, tampoco nos pasemos de frenada que en esta España nuestra es algo tan propio como las fiestas. Si hay diez, quince, veinte o cien personas que cometían ilegalidades en beneficio propio y, con su actitud, mancharon el buen nombre de una organización a la que pertenecen cientos de miles de afiliados, no me vengan con que ha de desaparecer el PP. Si Filesa no supuso el fin del PSOE sino de ciertos dirigentes que se lo llevaban crudo (lo cual es lo que hay que hacer) esto no supondrá el fin de una idea, sino de ciertos chorizos que la utilizaron en beneficio propio.

Hay gente que se afilia a un partido para medrar, buscando contactos o hacer negocio. Otra se afilia porque cree en las ideas que defiende ese partido. Los primeros son el caldo de cultivo perfecto para la corrupción, mientras que los segundos son los que suelen pagar el pato cuando se hace tábula rasa y se obliga a caer a los justos con los pecadores.

Como es evidente vendrán muchos a decir que el problema no son las personas, sino los partidos, lo cual es tan ridículo como pedir la disolución de un ayuntamiento porque su alcalde roba. Es justamente al revés, el germen no son los partidos sino ciertas personas, aunque concedo que el sistema "partitocrático" tampoco es que ayude mucho a generar limpieza al darles un poder absoluto a estas organizaciones.

El gran problema en estos casos es que ningún partido aplica la máxima de ser más riguroso consigo mismo que con los demás, y sería justamente eso lo más deseable. La tolerancia cero en estos casos, el evitar el colegueo del amigo del amigo del concejal de urbanismo o del tipo que contrata el suministro de papel del Ministerio… es el único camino para llegar a algún sitio del que se pueda presumir.

Y si no miren a Don Manuel, que estuvo toda la vida en política y jamás le han podido afear una sombra de duda en cualquier escándalo. Bebamos de las fuentes.

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