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viernes, 27 de septiembre de 2013

La coronación de Besteiro

Seguro que ya les extrañaba que no escribiera nada sobre el futuro de Besteiro. Es que estaba esperando la excusa y la jueza Pilar de Lara me la ha puesto en bandeja al saberse que en próximos días se conocerá la lista de imputados por el tema del Garañón, a un par de días de la "coronación" de Besteiro.

Quizás sea presuntuoso dar por sentada la inclusión de Besteiro en ese listado, pero si les soy sincero me sorprendería muchísimo que no figurase en una relación de pocos nombres implicados (presuntamente, por supuesto) en el desastre de las torres del parque de Rosalía. Él fue el concejal de urbanismo que firmó el convenio con el constructor, convenio que recordemos que se firmó el 31 de diciembre de 2005, un sábado, con las puertas del ayuntamiento cerradas y los funcionarios en sus casas. Suena raro por lo menos. Al día siguiente entraba en vigor la nueva Ley del Suelo que obligaría a reducir la edificación.

Pero no iba hoy por ahí, aunque el tema esté de actualidad, sino por su papel futuro como Secretario General de los socialistas gallegos. ¿Han acertado en el PSdeG eligiendo a Besteiro como líder? Pues como buen gallego les contestaré: depende.

¿Y de qué depende? Oigan, eso ya es mucho decir… Depende sobre todo de cómo encare ahora la reconstrucción de un partido que ha desencantado a su militancia, que ha sufrido importantes bajas de personas, yo conozco a algunas, que tras muchos años de trabajo a pie de calle a cambio de nada han tirado la toalla por una agrupación que no les representa. Eso pasa en todas partes, en todos los partidos, pero no en tan gran número.

De puertas adentro en su propia casa le toca un dificilísimo aunque gratificante papel si lo consigue: unificar a las diferentes corrientes de interés (hablar de corrientes de opinión sería demasiado inocente) dentro de la organización.

De puertas hacia fuera, tiene un grave, gravísimo problema: no tiene ningún foro de debate con el Presidente de la Xunta. Tradicionalmente los líderes de los partidos son elegidos entre sus parlamentarios por una sencillísima razón, necesitan poder enfrentarse al gobierno de tú a tú en un lugar de donde éste no pueda escapar.

Besteiro afronta tres años de legislatura sin poder enfrentarse directamente a Feijoo en ningún sitio. Es el presidente de la Diputación de Lugo, importante cargo (aunque denostado por gran parte de la población por aquello de que no lo elegimos nosotros directamente) que ni una sola vez ha de reunirse con el Presidente de la Xunta por nada legalmente establecido. Como mucho puede que coincidan en el Parlamento cuando los entes provinciales vayan a dar su informe, pero Feijoo no tiene ni que estar allí ni mucho menos que responderle personalmente si le da por decir alguna cosilla.

Por si eso fuera poco, que no lo es, tiene que elegir entre los actuales diputados quién va a ser su valedor, su representante, en la cámara autonómica. Es una tarea poco prometedora ya que la lista de sus actuales señorías (no sé si en los parlamentos regionales también tienen esa distinción, pero pongámonos finos) no la hizo él, sino su antecesor, y quién sabe si hay alguien que pueda ejercer ese papel.

¿Quizás el lucense Santín? Es persona de su confianza estricta y de Lugo, dos puntos a su favor. Por un tema civil sobre una obra que hizo sin licencia y cuya factura quiere pasarme a mí y a los demás vecinos de mi edificio (estamos metidos en el juzgado) les tengo que reconocer que no me simpatiza demasiado, pero reconozco que es una persona que no tiene perfil: ni bueno ni malo. Es neutro y eso es positivo porque ha entrado en el Parlamento de Galicia sin tener que dar la cara (apadrinado, precisamente, por Besteiro), lo que es digno de mención porque con ese barro se pueden hacer buenas figuras… o malas, claro está.

Pues veremos cómo va la cosa: si libra de caer por lo del Garañón, si consigue unificar a sus tropas, y si consigue superar el gran obstáculo de ser el ausente de todos los debates autonómicos. Si consigue todo eso, tiene una posibilidad.

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