La colección de don Álvaro Gil abandona el Museo Provincial de Lugo gracias a la táctica de Besteiro de no hacer nada. Vale que el problema lo trajo Cacharro a la ciudad, metiéndose en un jardín judicial que nadie le mandaba, pero fue nuestro brillante presidente provincial actual el que se negó a solucionar este tema cuando pudo hacerlo sin coste alguno, según la propia familia de Álvaro Gil.
Pero la prepotencia que caracteriza a muchos de nuestros dirigentes le llevó a pasar de ellos y dejar la negociación en manos de una persona que mostró el mismo tacto con ellos que el que tenía un soldado de Franco con un acérrimo comunista. Supongo que la convicción moral de Outeiro de que la colección debería ser pública (convicción que compartimos muchos) le impulsó a despreciar a los legítimos propietarios, lo cual puede ser muy ético pero poco práctico para lograr que las piezas se quedaran en Lugo.
Los torques y las demás obras nos abandonan… ¿para ir a dónde? Porque ahora viene la segunda parte. ¿Quién asumirá la custodia de esas piezas? ¿La dejarán los ambiciosos herederos en sus casas o la repartirán en los museos que más pujen por el legado de su antepasado?
Pero la prepotencia que caracteriza a muchos de nuestros dirigentes le llevó a pasar de ellos y dejar la negociación en manos de una persona que mostró el mismo tacto con ellos que el que tenía un soldado de Franco con un acérrimo comunista. Supongo que la convicción moral de Outeiro de que la colección debería ser pública (convicción que compartimos muchos) le impulsó a despreciar a los legítimos propietarios, lo cual puede ser muy ético pero poco práctico para lograr que las piezas se quedaran en Lugo.
Los torques y las demás obras nos abandonan… ¿para ir a dónde? Porque ahora viene la segunda parte. ¿Quién asumirá la custodia de esas piezas? ¿La dejarán los ambiciosos herederos en sus casas o la repartirán en los museos que más pujen por el legado de su antepasado?
Vaya por delante una advertencia, que probablemente no tendrá mucho recorrido pero es que hoy me he levantado gallito: Si la colección va a parar al Museo de Pontevedra, tal y como se había hablado, y la Xunta de Galicia pone un solo euro, tendrán mi más firme oposición y me enfrentaré a quien haga falta.
Miren si soy comprensivo que podría aceptar que estas piezas fueran a parar al Museo Arqueológico Nacional de Madrid, o al Monte Gaiás, pero no a Pontevedra. A ver, no me interpreten mal, que no tengo nada contra Pontevedra. Es una ciudad que me parece espectacular y que disfruto cuando puedo, y tengo una muy buena amiga (aprovecho para saludar a María), pero no es esa la cuestión.
Las piezas fueron encontradas en Lugo, y de estar en un museo local tiene que ser el de Lugo. Si la Xunta quiere hacer un gran museo gallego en Santiago acepto a regañadientes que concentren allí las piezas, igual que pasa con el Museo Arqueológico Nacional, al que sería una imbecilidad pedirle que sólo expusiera lo encontrado en Madrid.
Pero eso es una cosa y otra muy diferente que la colección salga de un museo provincial para ir a otro museo provincial. Eso sería un insulto a Lugo y a los lucenses del que bajo ningún concepto podría ser cómplice la Xunta o el Estado.
Si la Diputación de Pontevedra quiere pagar a esta familia cuatro millones de euros, y los tiene, por la colección, es muy dueña y hará muy bien en ponerlos sobre la mesa y entregárselos. Es una cuestión que atañe a la negociación que puedan hacer. Pero no entendería, y creo que nadie en Lugo, que la Xunta o el Estado colaborasen económicamente o de cualquier otra forma, en saquear nuestro museo (el término de “saqueo” es aportación de Diego, también lo saludo, que hoy estoy muy así) para llevar su contenido a otra provincia gallega. Si quieren poner pasta que la pongan para que esto vuelva a Lugo.
Es una cuestión de competencias. Los lucenses somos tan gallegos como los pontevedreses, y por tanto sería un favoritismo inaceptable el cambio de ubicación con apoyo autonómico.
Avisados quedan, luego no me protesten si les monto un lío.
Por cierto, hablando de broncas, espero que alguien tenga la elegancia de dimitir por este desaguisado. ¡Qué inocente soy!
Por cierto, hablando de broncas, espero que alguien tenga la elegancia de dimitir por este desaguisado. ¡Qué inocente soy!
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