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viernes, 27 de diciembre de 2013

La responsabilidad de tener un perro

Está habiendo un interesante debate en un grupo de Facebook llamado “Lugo a debate” sobre el tema de los perros en la muralla. Ha derivado, como es lógico, en el “mantenimiento” que un dueño ha de tener sobre su perro, más allá de la alimentación y esas cosas.

Foto de El Progreso
Es curioso que el debate está polarizado en dos sectores que están de acuerdo en lo más obvio: no se puede permitir que la gente tenga a los perros asilvestrados, cagando donde les da la gana sin recoger sus “regalos” o abalanzándose sobre los niños con la excusa de que “sólo quiere jugar”. Me gusta una frase que puso una persona que dice que “mi hijo no es el juguete de tu perro”.

Yo adoro a los perros. De veras, no se imaginan lo que me gustan. Los Golden Retriever, Pastores Alemanes, San Bernardo, y Labradores son mis favoritos y si por mí fuera cada vez que me cruzo uno me pararía a jugar. Sin embargo no tengo perro, porque no tengo casa ni terraza en el piso y me cuesta verme esclavizado a una dependencia absoluta cada vez que quiero marcharme un fin de semana o a madrugar durante los próximos 15 años para sacar al perro a pasear antes de entrar al trabajo.

Creo que es importante que antes de comprar o conseguir un perro (ya sea porque el de un amigo tiene cachorros o porque uno va a la Protectora a hacerse cargo de uno) los futuros propietarios se sienten con alguien que tenga perro y se enteren bien de dónde se van a meter. Cuando era pequeño teníamos en casa un pastor alemán que era una de las alegrías más grandes que, como niño que era yo, tenía al llegar a casa, pero cuidarlo es otra historia.

Tener un perro es una gran responsabilidad para ti, para el perro y para terceros. El principio básico es que el perro es tuyo, no de la gente que te cruzas por la calle ni de los que van a ir a los parques o a la muralla después de ti, y que no tienen por qué aguantar pisar cacas ni cosa semejante.

Una vez más, la irresponsabilidad particular hace que tenga que intervenir la administración aprobando normas sancionadoras para ciertos comportamientos. Una multa de 100 euros por no recoger una deposición del perro, que vaya aumentando si hay reincidencia, y otras por diferentes comportamientos incívicos creo que serían una buena receta contra ciertas actitudes.

Tener perro es una gran bendición, pero es una bendición que hay que elegir, para lo bueno y para lo malo.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Nochebuena

Este año he vivido una de las nochebuenas más “movidas” que recuerdo, en gran parte por el concierto de Nochebuena que organizamos desde Lugo Monumental como el año pasado. Empezando con el madrugón a las 6 de la mañana para ir a recoger a Noemi Mazoy al aeropuerto para que no se nos congelara en el autobús en medio de la ciclogénesis explosiva esa de las narices, siguiendo con los detalles de última hora que te loquean más de lo debido (sobre todo problemas con el sonido que, felizmente, se arreglaron de forma mágica justo antes del concierto), los nervios del propio espectáculo, el tradicional (en mi casa) reparto de cenas a domicilio… y la tensión de celebrar la primera Nochebuena sin una persona muy querida, mi abuela, que creo que pudimos sacar adelante gracias a mis sobrinas Lola y Lara. A pesar de que soy poco fan de los críos, reconozco que con niños en casa la Navidad es otra cosa.

Unan a todo eso una garganta irritada desde hace días que no me deja dormir bien, y obtendrán un resultado difícil de sobrellevar.

Quienes me conocen un poquito saben que me resulta muy complicado llevar la falta de mi abuela. Ya sé que era mayor y que esas cosas pasan, pero no me nieguen el derecho a echarla de menos, a emocionarme con cualquier cosa que me la recuerda (y que es todo en determinados momentos) y a llorarla en este año que es difícil porque estamos todo el rato con “la primera vez sin la abuela” en todo. La primera nochebuena, el primer fin de año, las primeras vacaciones… Son muchas cosas.

Pero no me entiendan mal, no todo es negativo ni mucho menos. No siempre las lágrimas son de tristeza, aunque haya más de las que me gustaría, sino de emoción pura. Y el día de nochebuena hubo mucho de eso. Y también mucha emoción gracias a Noemi Mazoy.


Para el lucense medio decir que Noemi es un cielo es una obviedad. Lleva muchos años cantando en Lugo y para Lugo, y aunque ahora le va de maravilla en Sonrisas y Lágrimas haciendo el papel de madre abadesa, sigue siendo la misma, la chica de dulce voz y maneras suaves, a la que a primera vista no supondrías la impresionante voz que encierra. Esa voz que nos regaló en Nochebuena otra vez.

Y además tiene más valor si saben la historia. Noemi llegó a las 8:30 de la mañana a Santiago sin dormir, porque salió del teatro en Barcelona a las 2 y el avión despegaba a las 6. A las 12 menos cuarto se fue a Onda Cero a una entrevista, y a las 12 a la Nova a ensayar. A las 17:30 horas empezó el concierto, que acabó a las 19:00… y a las 4 de la mañana volvía a coger un avión a Barcelona. 

Es decir, que de 16 horas en Lugo o menos, regaló a sus vecinos una importante parte de ese tiempo que estaba destinado a estar con su familia. ¿Qué más se puede pedir? Porque lo único que no se puede comprar en este cochino mundo es el tiempo, y por eso tiene tanto valor ese regalo.

Y encima la emoción, el sentimiento con el que canta Noemi, acompañada en este concierto por sus amigos, casi hermanos, del Orfeón Lucense, por unos músicos excelentes, entre los que destaca Carlos Rodríguez que, con sólo 14 años, toca el violín como un experimentado concertista… ¡Una experiencia inolvidable!

Y el hermoso detalle, que aún me emociona cuando lo pienso, de dedicar a mi abuela mi villancico de cabecera, el Adeste Fideles, durante el que no pude ver el concierto porque lloré como un niño, emocionado y agradecido a Noemi por su gesto y a mi abuela por su vida.

En fin, una nochebuena de la que aún me estoy recuperando, pero que ha sido intensa. Pues les diré que ha sido muy bonita. Dolorosa y alegre al tiempo, como la vida misma.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Una mole por otra


Por lo visto tirar las torres del Garañón cuesta 52.000 euros. No es un mal precio, la verdad. Creo que si hacemos una colecta para darle la patada, a pesar de la gran crisis existente, conseguiríamos cargárnoslo con mucha facilidad. Incluso podríamos vender los cascotes para que las empresas y particulares que pongan pasta se puedan llevar un trozo a casa cual muro de Berlín a la lucense.

El problema no viene de esos 52.000 euros, sino de los muchos millones que costaría indemnizar al promotor. El propio señor Orozco cifró que sólo por la urbanización de la parcela hablaríamos de unos 19 millones de euros, más el llamado “lucro cesante”, que es la pasta que dejaría de ganar el promotor.

Esto sería objeto de un largo debate, incluso habría posibilidades de que no hubiera que pagarle, pero para evitar esa situación ya se encargó el señor Alcalde de firmar un oscuro convenio que se celebró a puerta cerrada en el Ayuntamiento un sábado día 31 de diciembre de 2005, día en que los funcionarios no trabajan (por ser sábado y por ser fin de año), documento en que garantizaba al constructor una indemnización si por lo que fuera la obra no llegaba a buen fin.

Si ustedes han pedido una licencia para cualquier cosa supongo que sabrán que no es lo normal, firmar semejante cosa. No sé si les han dado esas garantías en su caso, pero yo, que alguna obra he hecho en mi casa, me tuve que limitar a pagar las tasas y presentar la enorme montaña de papelotes que me exigieron sin dejar resquicio a la negociación.

Lo del Garañón me trae a la memoria la antigua Frigsa, aquel enorme edificio que estaba donde ahora hay un solar y parte del campo de fútbol de Duquesa de Lugo. La obsesión de Orozco fue tirar ese edificio en su primer mandato. Es una pena que su obsesión no sea tirar el Garañón en el que puede ser el último. No ha cambiado una mole por otra. Yo prefería Frigsa. Estorbaba menos a la vista.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Tecnología o talento, he aquí la cuestión

Si los de Apple fueran tontos no tendrían uno de los mayores imperios económicos del planeta, así que no voy a poner en duda su inteligencia. Eso sí, todos nos equivocamos, y desde que el bueno de Steve Jobs pasó a mejor vida parece que no repasan bien todas las consecuencias de sus campañas.

No sé si han visto el último anuncio del nuevo iPad Air. La cosa empieza con un lápiz en pantalla y te explican que se puede hacer con él: dibujar, escribir un libro, una sinfonía, que hasta ha estado en el espacio… y luego levantan un iPad que está detrás como si hablaran de eso y no del lápiz.

El problema del anuncio es que tiene razón en su primera parte. Todo eso se puede hacer con un lápiz, y talento. No sé si se han percatado de que puede haber quien caiga en la cuenta de que con una simple mina de grafito y un papel en blanco hay quien puede hacer cosas que los negados (como un servidor) para el tema artístico podrían sacar adelante ni con el mejor ordenador del universo.

El anuncio de Apple pone el dedo en la llaga, supongo que pensando en tener la balanza a su favor, pero tengo mis dudas. ¿La creatividad es sustituible por la tecnología? Confieso que siento una envidia terrible por las personas que saben dibujar. Leonardo Da Vinci no necesitaba ni modernos procesadores ni cosas por el estilo para crear arte con unos cuantos trazos sobre un lienzo.

Es cierto que el hombre no habría llegado a la luna sin tecnología, aunque tengo cada vez más reservas sobre un principio que decía que el avance de la humanidad fue bueno, pero ha llegado demasiado lejos. ¿Necesitamos tanto cachivache o nos estamos perdiendo un poco entre pantallas táctiles y televisiones conectadas a Internet?

Conste que yo mismo soy usuario de estas cosas, y si me sacan ahora el móvil y el ordenador hay muchas cosas que no sería capaz de hacer. Esa dependencia tiene su lógica en ciertas cosas. Nos pasa con los transportes. Nadie propondría volver a los carros tirados por caballos, supongo, pero tampoco parece muy lógico que existan millones y millones de coches quemando combustibles fósiles que nos guste o no tienen los días contados.

Así que ya saben, lápiz o iPad. Talento o tecnología. Para los que no tenemos lo primero en muchas artes es un consuelo disponer de lo segundo, pero siempre será un pobre sustituto de la verdadera inspiración artística.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

No te me ofendas, España mía

No te me ofendas, España mía, que sabes que soy muy tuyo, pero a veces no hay Dios que te comprenda. Montas un cristo por la que se lió con la sentencia de Estrasburgo y te indignas, con toda lógica, por la excarcelación de terroristas, violadores y otros monstruos que no deberían pisar la calle en su vida pero que, con tu Constitución en la mano, tienen el derecho a rehacer su vida… Pero al mismo tiempo me montas otro cirio porque el Gobierno quiere sacar una ley de seguridad que impedirá que encapuchados intenten quemar contenedores.

La tensión entre los conceptos de libertad y seguridad siempre ha estado ahí. Todos queremos pasar rápido el arco de detección de metales del aeropuerto y nos jode que nos hagan protagonizar un striptease que, además de involuntario, es de dudoso gusto en la mayoría de los casos… pero el Torquemada que nos queda dentro desde épocas de la reconquista nos pide que al moro que va sentado a nuestro lado le miren hasta los empastes por si tiene un explosivo experimental que pueda hacernos volar sin necesidad de avión.

Como sabrán quienes me leen de vez en cuando soy liberal. Eso no quiere decir ni que defienda que la gente lleve pistolas en la sobaquera ni que esté de acuerdo con que las empresas contaminen o que exploten a sus trabajadores, que son los clichés habituales asignados al liberal por el inculto de turno. Un liberal es aquel que cree más en la libertad individual que en el colectivismo, y más si este último tiende, como suele hacerlo, a la dictadura.

Pero las libertades también tienen que tener límites. Uno puede ponerse pasamontañas si, como su nombre indica, va a pasar una montaña andando y está a 4 grados bajo cero. Ahí tiene justificación. Y si tiene frío aunque esté en Málaga en agosto también tiene derecho a ponérselo. Lo que no comparto es el derecho que le asiste a usar ese pasamontañas como si fuera un perfil falso del Facebook, es decir, para taparse la cara y empezar a coser a patadas al caro, carísimo mobiliario urbano que he pagado con mis impuestos.

¿Ustedes creen que una persona de bien va a manifestarse tapándose la cara para reclamar más medios para la sanidad? “Es que son policías infiltrados que crean conflictos para luego poder darle a la porra”. Sí, que ahora en la policía se entra a los 15 años. Amos anda.

Ustedes piensen por un momento que son la administración. ¿Cómo organizarían el derecho a manifestación? ¿Lo dejarían así a las bravas sin ninguna regulación? Porque les recuerdo que si se juntan 5000 descerebrados (hay incluso más) y montan un sindios de los que hacen temblar las paredes encima la culpa se la van a echar a usted, “político”, que no supo proteger la tranquilidad del pueblo.

Entonces ponemos unos requisitos: avisar de que se va a convocar la manifestación y su itinerario (por aquello de poder cortar el tráfico, llevar ambulancias... vamos, prepararse), y que la gente que participa no use el acto para reventar cristales de bancos a pedradas. Aunque les apetezca.

Pues por ahí van los tiros, señores míos. ¿Que puede haber artículos que dan lugar a situaciones absurdas? Por supuesto, pero para eso está el debate en Congreso y Senado. El problema es que dicho debate no es tal. No creo que ni unos ni otros se hayan leído el texto (escrito, seguramente, desde técnicos del Ministerio que no van a perder su precioso tiempo explicando a sus señorías, que son los que han de votar, el fondo del asunto) para opinar sobre cuestiones jurídicas o si la redacción de tal artículo puede dar lugar a problemas. No. Unos van a decir que es un texto fascista aunque no lo sea y otros que es la libertad en negro sobre blanco aunque tampoco lo sea. 

Y mientras tanto, la contradicción última. La sociedad que presionó durante décadas para que no hubiera cadena perpetua porque somos más progres y guays que nadie y que ahora se rasga las vestiduras cuando esos despojos humanos salen de la cárcel porque han cumplido sus penas. La misma sociedad que pide guillotina un día y mano blanda al siguiente, o al revés.



Hasta que pase algo en una manifestación, y entonces dirán “hombre, es que parece mentira que se permitan ciertas cosas”. Y así hasta el infinito.

martes, 17 de diciembre de 2013

La sana ambición y la falsa modestia

La modestia, que es una cosa maravillosa, se convierte en algo horrible cuando se le añade la palabra “falsa” delante. Entonces se convierte en una pose, en una máscara que oculta la alta consideración que uno mismo tiene de sus capacidades para que el resto de los mortales no se ofenda, no sea.

La cuestión es que para no ser modesto hay que ser muy bueno en algo. Por ejemplo, que Fraga en su día fuera modesto sería una estupidez por su parte, ya que tenía elementos objetivos (encabezar toda cuanta oposición se presentaba, tener dos cátedras universitarias…) para considerarse por encima de la media, al menos en lo que a intelecto se refiere.

Claro que también hay que matizar que lo contrario de la modestia no es recomendable, ya que la soberbia es bastante más difícil de sobrellevar para los demás, y estoy convencido de que gente que aparenta una modestia absoluta es en realidad un soberbio sobrecompensado.

Son pecados sociales. Otro que difícilmente se perdona es el de la ambición, como si fuera necesariamente mala en un mundo capitalista que gira precisamente por la ambición de sus habitantes.

Tras la caída del comunismo, que vino a demostrar lo que para muchos era una obviedad (que el ser humano, en general, no se mueve por convicción colectiva sino por interés propio), la sociedad en general asumió que es bueno plantearse retos personales para lograr superarse a sí mismo, y a los demás a poder ser. ¿Toda la sociedad? ¡No!, un país de irreductibles españoles sigue pensando que la igualdad es hacer que toda la clase vaya al ritmo del más tonto o que quien ha trabajado duro para sacar adelante su empresa y ha ganado con ello más dinero ha de repartírselo al que se niega a moverse por pereza o comodidad.

Esto implica que la ambición, que en otros países es valorada positivamente siempre que entre dentro de unos límites saludables, en España esté demonizada. Decir públicamente que te interesa tal puesto, o que te gustaría estar en tal sitio está mal visto, cosa que no entenderé jamás.

Quienes me conocen saben de mi eterna aspiración a participar en la política local. Me apasiona Lugo de una manera tal que mi mayor ambición en la vida sería ser alcalde de esta ciudad. “Porque te gusta el poder”, pensará alguno, pues no, porque entonces intentaría entrar en otros organismos que es donde se corta el bacalao.

Mi ambición tiene algo de narcisista, para qué nos vamos a engañar. Todos los que se ven atraídos por el mundo de la política es porque tienen un puntito de egocentrismo por el que piensan, pensamos, que tenemos algo que aportar. No es sentirse superior, es pensar que uno en eso puede ser bueno y que puede hacer algo positivo por su ciudad, por sus vecinos, en definitiva por uno mismo ya que al final tu ciudad es donde vives.

Por eso no veo qué tiene de malo decir en público que te gusta algo y que es tu objetivo. Si dices que te gustaría ser director de la Filarmónica de Berlín a nadie le parece mal, pero como digas que te gustaría llevar la gestión de tu ciudad te miran raro.

Eso explica que la gente mienta. Besteiro reconoce hoy en el periódico que hace un año que tenía tomada la decisión de presentarse a Secretario General del PSOE gallego. Unos días antes de formalizar su candidatura negaba tener tal convicción personal. Vamos, que nos mintió a todos, y encima no sé por qué.

Que quien pretende ser Presidente de la Xunta vea como algo positivo, como algo a vender, que la decisión la tomó unos días antes de la campaña no me parece razonable. A mí me gusta que mis líderes sean gente apasionada, vocacional. Un alcalde, un presidente de la Xunta, un presidente del Gobierno tiene que tener la convicción de que ese es su objetivo, su leitmotiv, su fin último en la vida porque eso es el servicio público.

No confundir eso con querer ser alcalde o lo que sea a toda costa, pactando con Satanás o haciendo trampas, creo que se me entiende perfectamente. Pero tampoco veo qué tiene de bueno tener ahí arriba a alguien que parece que pasaba por la calle y que, como es tan bueno, le pidieron de rodillas que encabezara su partido. Los mirlos blancos no abundan, a menos que su color sea pintura acrílica, pero eso no es sano.

lunes, 16 de diciembre de 2013

El botón del pánico

Distintos lugares, distintas costumbres. Es lo que suele pasar, aunque cada vez menos a causa de la tele, el cine y en definitiva la globalización de las narices, que es el nombre políticamente correcto que damos a hacernos más americanos cada día y a comprar cosas producidas en China de forma masiva y criminal según nuestras normas laborales y de seguridad.

La semana pasada estuve en Canarias de vacaciones, de ahí la sequía de artículos. Cuando hay un parón en este blog suele ser que o estoy de viaje o estoy enfermo, pero no aviso normalmente porque siguiendo las recomendaciones de la Policía no es buena idea poner el cartel de “no hay nadie” cuando te marchas de viaje. Tampoco es que quede la casa vacía, pero bueno, mejor intentar evitar disgustos.

A lo que iba. Habrán visto en las noticias las inundaciones y temporales varios que hubo en las islas. Creo que fue el miércoles cuando nos vinieron a avisar al apartamento de que por favor no saliéramos de casa porque habían activado el “plan de emergencias” y en la radio alarmaban contra la que se nos venía encima.

Uno, gallego como el que más, no pudo menos que observar el cielo con la desconfianza que nos caracteriza cuando escuchamos que suenan las alarmas, que ahora saltan por un vulgar temporal de los normales. Calor, cielos encapotados pero con nubes finas y ni una gota de agua.

Pues vámonos a la capital, me dije, que aprovechamos que no hace día de playa para ir de visita cultural, a ver la casa de Cristóbal Colón y la catedral de Las Palmas. El viaje, sin incidencia alguna ni una gota de agua en todo el camino (40 kilómetros, que es lo que mide la isla de sur a norte, y otros 40, miren qué curioso, de norte a sur).

Llegamos a la capital y nos encontramos con que los edificios públicos, incluyendo los museos, y la Catedral, cerraban a la media hora, a las 12 de la mañana, por la activación el Plan de Emergencias, como nos informó una amabilísima señorita que atendía en la casa-Museo del descubridor de América. Ante mi cara de pasmo me preguntó que si me extrañaba a lo que le contesté “es que soy gallego”, y me dijo “entonces se estará usted cachondeando de nosotros”. “Pues ya que lo dice…”.

Del museo cerrado por la activación del Plan de Emergencias nos fuimos a la terraza de una cafetería situada en la principal avenida peatonal, llenísima de gente en manga corta y bermudas aprovechando el repentino festivo funcionarial mientras tomábamos un cafetito amparados por los 24º de temperatura. ¡Una emergencia terrible!

Por si las moscas, que uno a fin de cuentas es prudente, bajamos a comer otra vez al apartamento por si realmente la cosa empeoraba por la tarde como habían anunciado. Y empeoró. Llovió. Y nada más.

El problema de estas alertas-exageración es que es como el cuento de Pedro y el Lobo. Uno acaba por tomárselas a cachondeo y piensa que lo único que hacen es “por si acasos” que no sirven para otra cosa que para meter a la población en sus casas ante un día de lluvia… las primeras tres o cuatro veces. A la quinta sales a la calle aunque venga el Huracán Hortensia (¿lo recuerdan?) porque ahora a cualquier mariconada con nombre rimbombante como las “ciclogénesis explosivas” pretenden convertirla en noticia de portada y encerrarnos a todos bajo llave, y la gente se cansa de tanta tontería.

Lo malo es que llegará el día que haya una alerta de verdad y no nos la creeremos. El botón del pánico sólo ha de usarse ante las situaciones de pánico, hombre.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Revisando mi (a veces absurda) vida virtual

Tomarse en serio la vida paralela que nos ofrece Internet es una chorrada. Regodearse en la basura que salta de ordenador en ordenador en esa cadena de tonterías que se ha convertido la red de redes, es peor aún.

Creo que el primer paso para desengancharse de una adicción es reconocerla. Pues allá vamos. Yo, pecador, me confieso ante vosotros lectores como bastante idiota, aunque intento entrar en la senda de la recuperación. ¿Que a qué me refiero? Sencillo: he razonado que llevo perdidas muchas horas en discusiones estériles en la red que no sirven absolutamente para nada, en foros y grupos donde entré engañado y salí escaldado, donde no hay diálogos sino monólogos por turnos, en que las argumentaciones brillan por su ausencia y las referencias personales abundan más de lo que debieran.

He sacado algo bueno de todas esas horas perdidas, eso es cierto: he conocido a gente magnífica que entró igual que yo en donde se nos ofrecía diálogo e intercambio libre de ideas, lo que normalmente atrae a liberales como el que suscribe, aunque nos han dado gato por liebre. También algunas buenas ideas, y ocasionalmente rasgos de brillantez de gente muy válida.

Releyendo esto, les diré que no me arrepiento de haber entrado, aunque tampoco de haber salido. Sí de algún calentón que, cuando a uno le mentan a la familia, se produce irremediablemente, pero son cosas que pasan por tener sangre mediterránea, digan lo que digan los del Bloque.

Los españoles tenemos muy arraigado el seguidismo, y esto lo saben algunos que presumen de libertadores y nos intentan meter con calzador que SU libertad es la única que es pata negra, y que la lucha contra “el sistema” se consigue dándoles poder absoluto a quienes dicen hablar en nombre del pueblo. Es el mismo discurso que desde que el mundo es mundo encumbró a los dictadores.

Aquí pasa lo mismo. Quienes aseguran defender el diálogo y la libertad de expresión son los que ejercen una tiranía inflexible sobre opiniones ajenas que se desvían, ya sea unos milímetros o varios quilómetros, de las propias, con lo que lo único que conseguimos es cambiar un sistema demasiado corrupto por uno absolutamente insoportable.

Por todo esto, he decidido empezar a eliminar todo lo que veo dañino en el Facebook incluyendo algunos contactos de todo tipo. Quizás llegue el momento en que mande a la porra a todas las “redes sociales” y cuelgue el teclado definitivamente en esas chorradas. Tienen su utilidad, pero también un lado oscuro difícil de evitar, y mucho perfil fantasma que se esconde tras un supuesto anonimato para atacar a todo lo que se le pasa por su descolocada cabeza.

Seguiré, mientras tenga paciencia y ánimos, con el blog. Ya tuve una “crisis espiritual” con esto y una vez superada espero no volver a entrar en esa pendiente, así que no creo que por ahí haya problema. Además me sirve de terapia para muchas cosas :)

Y participaré en foros de debate, pero en los de verdad, en los que no tienen un ser supremo que se cree con potestad para juzgar quién puede escribir y lo que puede escribir. Esos que se guisen y se coman sus propias paranoias, que aquí no caben.

Es decir, que abandonaré aquello que me resulte dañino y entraré donde considere que hay un enriquecimiento. Es lo lógico, ¿no creen?

Pues eso…

martes, 3 de diciembre de 2013

Respuesta recibida a un artículo

En este blog se aceptan comentarios, incluso críticas, siempre que sean razonablemente respetuosas. En esto meto incluso alguna patadita dentro del concepto de "razonablemente respetuosas" porque yo mismo soy el primero en usar una ironía que a veces reconozco que puede molestar más que un insulto directo, aunque no lo hago con esa intención, sino por sacarle hierro al asunto.

No sé si recordarán un artículo que publiqué el día 4 de octubre titulado "De arte, culos y promociones". Me metía con una exposición de una artista desconocida que se hizo en el MIHL y que, después de aquella del unto, las pirañas y cuatro cosas del estilo, parecía digna de cachondeo. Pues bien, he recibido un correo de quien afirma ser "Shuĭ Lóng Xuĕ Bào".Digo "quien afirma ser" porque no hay forma de comprobar la autenticidad de un seudónimo que, por mucho que busco en Google, no aparece por ningún sitio, aunque dudo que alguien se molestara en hacerse pasar por un artista (o una artista, no lo tengo claro) poco conocido para escribirme.

Por algún misterio de la tecnología Blogger no le dejó publicar la respuesta (quizás hay un límite a la extensión), pero he pensado que a lo mejor sería de justicia darle la oportunidad de darme contestación, por lo que les reproduzco a continuación su correo, resistiéndome a darle más vueltas al asunto ni a decir la última palabra. Cada uno que juzgue lo que considere, que ya somos mayorcitos. Sólo he alterado el texto para eliminar la dirección de email de esta persona para no crearle problemas de SPAM y similares:

Hoy voy a contestarle por la parte que me toca; dispongo de unos minutos y me apetece, aunque cualquiera convendría en que no es necesario al desautorizarse usted mismo con su falta de precisión y ausencia de argumentos. Si bien me considero tan “cachonda” mental como trabajadora, detesto la mentira, así que voy a tomarme la molestia de despejar sus dudas. 
Antes de nada he de decir que respeto su modo de opinar en tanto y en cuanto no se ha escondido como otras personas y además resulta gracioso; digo esto totalmente en serio y al margen de lo demás 
No me interesa repetir el nombre que figura en mi carné, a pesar de que es un secreto a voces y no tengo nada qué ocultar como podrá apreciar si se le antoja, mas no deseo prodigarme y menos en la red donde no puede llamarse a esto dar la cara, será que soy de la antigua escuela a pesar de gallega (Lugo, 1976) y no anciana todavía. Será también que Shin Chan es japonés, o lo era su fallecido creador y un dibujo animado que defiende en realidad una visión de lo más tradicional (peca Usía en todo de no informarse antes de hablar), lo digo porque es lo cierto, coincida o no con la mía.  
Quiere usted saber cuánto ha costado mi instalación. Voy a contestarle: de momento nada porque no he cobrado; de momento me ha costado a mí bastante más de lo que se imagina porque me he empeñado en hacerla lo mejor posible y no solo se han impreso por mi cuenta y riesgo 300 catálogos para regalar sino que además se han dado la escalera agrícola y otros objetos que la formaban (a mayores de unos 50 dibujos míos) adquiridos todos para la ocasión y algunos de alto coste para una persona actualmente en paro. Se supone que cobraré 800 €, se verá, pero me he gastado bastante más (solo la escalera ha superado los 200). Espero haber satisfecho su curiosidad. Mi nombre chino -Agua Dragón Guepardo- obedece (entre otras razones que está de más mentar porque serían adecuadas dirigidas a personas con interés en la mía) a que soy outsider y outsider quiero seguir siendo, algo que también he tratado de expresar no asistiendo a mi propia inauguración en la que por cierto ya empezaron a acusarse diversos acontecimientos de extraña naturaleza, llamémosle “sabotajes”, en los que no voy abundar por la indiferencia que me merecen (la gente que está ocupada cumpliendo con su trabajo no suele dedicarle tiempo ni esfuerzo a malograr el de los demás). Como evidenciaba la foto del cartel, la exposición se había inaugurado ya en la fecha de su “artículo”, no solo eso sino que trabajando incluso de noche me aseguré, porque ya veía venir las calumnias y demás hierbajos manchados de política, de que estuviese preparada para ser vista dos días antes del que correspondía. 
El Excelentísimo Ayuntamiento de Lugo no ha repartido ni un solo cartel, tanto de ello como del resto de la “publicidad” nos hemos encargado el comisario (el de las pirañas, tampoco le veo a usted muy documentado acerca de su trayectoria artística) de los PROXECTOS MIHL y yo. 
Dista igualmente de ser un secreto que esta persona es mi pareja, pero no lo era cuando venció con su insistencia -por considerarlos especiales- mi resistencia para no enseñar aquellos dibujos; cedí finalmente a cambio de no hacerlo sin más sino ideando una instalación con ellos de disculpa y currándomela en horas, esfuerzo y, como ya he dicho, incluso en dinero. 
Si todavía le quedan dudas, la exposición se ha terminado pero están a su disposición catálogos y demás “documentos” tras previo correo a la siguiente dirección: [email eliminado]. Sepa, por otra parte, que si contesta a su vez a este escrito en los anteriores términos, yo no voy a rebajarme a seguir el juego porque entiendo que no va a enmendarse y tengo más cosas que hacer que seguir perdiendo el tiempo una vez dicho lo que me parecía oportuno. 
Las “ramitas muy monas” son un dibujo hecho a pluma en realidad, aunque tratado por ordenador en el caso del cartel, ni siquiera con photoshop. 
La persona que dice haber encontrado mediante búsqueda en google no soy yo, no aparezco por ninguna parte, ni siquiera en esa, no se preocupe que a mí todavía me preocupa menos. Por supuesto -se deduce de lo dicho a cerca de mi “modo barroco”- no tengo facebook ni nada por el estilo. 
La instalación no se dirigía al gran público (no sé si es un “bien” deseable) ni a nadie en particular, solo a quien apeteciese verla. 
Ha sido un éxito en realidad. ¡Muchas gracias a todos los que habéis colaborado! 

lunes, 2 de diciembre de 2013

Dando más vueltas al callejero

Un blog diario da para mucho, y corres el riesgo de repetirte porque ni siquiera yo, que soy el que lo escribe, me acuerdo de todo lo que he puesto. Hoy sí recuerdo un artículo sobre el tema del callejero que publiqué hace algo más de un año y que recomiendo volver a leer porque está de plena actualidad.

El cambio de nombres a las calles de Lugo es un tema que se saca casi siempre en noviembre. Será que hace frío y no se les ocurre de qué hablar, así que tiran de la carpeta de “asuntos para sacar cuando no hay otra cosa” y volvemos a las andadas una y otra vez.

Como no me gusta repetirme, no voy a volver a escribir lo que dije aquel 7 de noviembre de 2012, así que me voy a centrar en la estupidez supina que supone, en mi opinión, retirar nombres cargados de ideología para sustituirlos por otros… cargados de ideología.

Lo primero es que cuando hay unas normas lo suyo es respetarlas. El que se dediquen calles únicamente a personas fallecidas tiene la gran ventaja de que nadie está impaciente por verse en una placa, ya que primero se tendría que ver en una lápida. Esta norma se ha incumplido con casos como la calle dedicada a Misioné o la de Novo Freire, pero creo que esas excepciones tienen que ser eso, excepciones. Dedicar una calle a Adolfo Suárez, que la tiene merecida creo yo, es prematuro y puede parecer un intento de adelantar su muerte y, por pachucho que esté el buen hombre, tampoco hay que acelerarse.

No deja de ser curioso el caso de la propuesta de Raimundo de Borgoña. Están juzgando la idoneidad de llevar a Fraga al callejero (el BNG ni eso, que ya lo ha sentenciado), pero nadie discute que se meta a un noble francés que rigió más o menos por esta zona hace mil años. Algo me dice que no era precisamente lo que consideraríamos un demócrata.

Juzgar la historia es peligrosísimo, y más sin una adecuada distancia temporal. No discuto la calle a Don Raimundo, que sus méritos tendrá, sólo ese principio estúpido de que sólo juzgamos a la gente de la que tenemos memoria directa.

Supongo que el tema seguirá dando vueltas, y esta tarde hay pleno para hablarlo, pero me gustaría reiterar una sugerencia que ya hice hace un año. Si quieren dedicar una calle al Fraga democrático, llámenle calle “Presidente Manuel Fraga”… y quizás sería más apropiado que ese nombre se lo dieran a la actual avenida de Ramón Ferreiro. De hacerlo, hacerlo bien.