Siempre se nos cuenta que la tecnología nos “aliena” de nuestro entorno, y que desde que los móviles son más inteligentes que sus dueños, o los libros electrónicos te permiten llevar en el bolsillo una biblioteca entera la cosa va a peor y nos estamos volviendo unos cocos o algo por el estilo.
No les voy a negar una importante dosis de sentido común en esa afirmación y aunque yo mismo tengo la tendencia a estar mirando el puñetero móvil cuando estoy tomando un café cada vez intento más dejarlo en el bolsillo, que si hay una llamada perdida ya se devolverá. Uno tampoco es que sea ministro para tener que contestar en medio segundo a cada whatsapp que le mandan.
Hay cafeterías que tienen manteles de papel donde hay dibujada una silueta para dejar el móvil, y juegos de amigos en que el primero que consulte la pantallita tiene que pagar los cafés. De los típicos carteles de “no tenemos wifi, hable con su acompañante” y cosas similares ya no hablamos, porque es una contrarreforma que no me disgusta completamente, y si antes era el colmo de la modernidad contar con conexión gratuita, ahora es algo muy normal.
Ignorarse no es algo nuevo en sociedad |
De todas formas, y como les digo, reconociendo una parte de verdad en esa imagen que vemos todos los días del grupito en una cafetería donde todos están con su móvil, ignorándose mutuamente, hay que ser sinceros y ver que esto ya pasaba, aunque de otra manera. Es irrelevante que en un cercanías los usuarios fueran leyendo el periódico o vayan ahora con el iPad, o que en los Starbucks llevaras Guerra y Paz en un tomo o lo carretes actualmente en un fino dispositivo electrónico, al final el principio básico es el mismo, y el libro de papel la única diferencia que tiene con el digital es que este último pesa menos y tiene más capacidad.
Cambio generacional |
Estamos a día 20 de enero, así que aún estamos en plazo para los deseos de año nuevo. Quizás prestar más atención al entorno y menos al mundo virtual de bolsillo al que nos estamos acostumbrando demasiado sea un buen inicio.
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