La publicidad engañosa muchas veces comienza por el nombre. Hay una bebida que se llama “limón & nada” que, por increíble que parezca, tiene sólo una fracción de limón, y encima a base de concentrado con lo que entiendo que primero reducen la fruta a una cosa intragable y luego la vuelven a expandir, aunque no sé muy bien el porqué de ese proceso.
Si te vas a la etiqueta de “limón y nada”, te encuentras con que la composición es la siguiente: agua, 13,5% de zumo de limón a base de concentrado, azúcar, pulpa de limón, aromas, antioxidante ácido ascórbico y colorante betacaroteno. Es decir, que sólo un 13,5% es zumo de limón y por lo del “concentrado” deduzco que zumo del que te ponen en los desayunos de los hoteles, de ese que casi tiene burbujas, pero de limón en vez de naranja.
No comprendo que sea legal una cosa así. Siguiendo con esa línea, tampoco parece muy lógico que en una esquinita de la pantalla te pongan, en un anuncio de un producto “milagroso” que saca las manchas o te pone la piel como el culo de un bebé, una leyenda de “efecto dramatizado”… Vamos, que lo están exagerando… La misma leyenda que te ponen cuando sale un coche convirtiéndose en un robot o navegando por el fondo del océano.
Lo mismo que cuando te plantan los de las compañías aéreas lo de “billetes a 9 euros” y cuando vas a pagar te encuentras con que son 100 a causa de las “tasas de aeropuerto”, “gastos de gestión”, “impuestos”… ¡Coño, pues diga 100 euros, no 9, que sigue sin ser caro dependiendo del trayecto y encima es cierto! En los cruceros te pasa igual, por pijo que suene decirlo. Te dicen que el billete de barco son 400 euros pero que hay que pagar “tasas” por otros 300 y propinas “obligatorias” (entonces, señor mío, es el sueldo de los tripulantes no una propina) de otros 200.
En un ejemplo más de andar por casa, leemos la típica oferta de ADSL por 9,95€ y, en una letra pequeñísima que pasa a una velocidad que ya quisiera para sí el Correcaminos, te añaden que no se incluye IVA ni cuota de línea, con lo que esos menos de 10 euros se convierten por arte de magia en 30 en el mejor de los casos.
Vamos, que al final lo de “si quiere factura le tengo que cobrar el IVA” es el chocolate del loro en un país donde pública, manifiesta y descaradamente se nos toma el pelo desde el mismísimo momento en que pretenden generar el deseo de compran en el consumidor, que es lo que somos todos.
Debería estar prohibido anunciar un producto sin incluir en su precio todos los gastos, impuestos y cuotas de los que no se puede prescindir o de los servicios que son inherentes a la compra final.
¿No hay leyes contra la publicidad engañosa? Y si las hay ¿por qué no se aplican?
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