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lunes, 10 de marzo de 2014

La nueva estafa: Comprar Sociedad Civil y que te den Política


Se van acercando lentas pero inexorables las elecciones municipales. Falta más de un año, de hecho 14 meses, pero es el momento de revisar las máquinas de guerra, hacer el pedido de la munición a las fábricas y mandar a las avanzadillas a espiar los movimientos de las tropas enemigas. Desde Sun Tzu sabemos que estas cosas hay que hacerlas con cierto tiempo y que la improvisación puede pasar una factura muy gorda a quien no tenga bien engrasados los pernos.

También parece que antes del verano tienen que irse lanzando las nuevas ideas, para que les dé tiempo a asentarse en las mentes de los votantes, y las listas que tomen forma desde la mal llamada sociedad civil para luchar por los sillones de la Corporación.

Y digo que “mal llamada” porque esos movimientos no son parte de la Sociedad Civil ya que ésta, por definición, no se presenta a las elecciones. En el momento en que lo hace deja de ser tal Sociedad Civil y se integra en el mundo de los movimientos políticos, por lo que renuncia precisamente a su condición previa.

En España tenemos una democracia joven y una población bastante poco curtida en lo que significan ciertas cosas. Los términos “ciudadano”, “representante público”, “político”, y, por supuesto “sociedad civil” son ajenos a nosotros aunque se usen los términos con una alegría propia de la inconsciencia. Es algo así como la física cuántica o el bosón de Higgs, algo de lo que hemos oído hablar en la tele pero de lo que no tenemos ni idea.

En España mencionar a Jürgen Habermas cuando se habla de Sociedad Civil es una rareza (la verdad si les soy sincero yo mismo no sé pronunciar el nombre porque siempre lo he leído, nunca escuchado) cuando es, junto a Alexis de Tocqueville, el principal ideólogo del concepto mismo, aunque con sutiles diferencias entre ambos.

La Sociedad Civil, en resumen, es el conjunto de entidades que, independientes del Estado, suponen un contrapeso al poder político, un punto a considerar en la lucha de intereses que es la vida pública. Normalmente se suelen poner como ejemplo las asociaciones, sindicatos, colegios profesionales, ONGs, e incluso clubes de ocio o sociales y movimientos religiosos.

Sin embargo, en España somos diferentes hasta para esto. La mayor parte de las organizaciones mencionadas están a sueldo de la política, ya que no viven del esfuerzo de sus miembros, que sería lo suyo, sino de las subvenciones. La confusión interesada entre apoyo al movimiento asociativo y la apropiación indebida del mismo es un mal endémico de este país, del que tenemos que librarnos antes de poder considerar la Democracia como algo instaurado realmente dentro de nuestras fronteras.

En nuestro país las asociaciones, generalmente, no nacen para agrupar intereses y luchar conjuntamente por ellos, o al menos no si cuestan un euro. La idea es que se quieren hacer cosas pero se pretende que las pague el Estado a través de generosas aportaciones, y así lo que puede ser desde una simple afición a un fin noble, salga más barato. Cuando la supervivencia de una entidad de este tipo depende del presupuesto de la administración, es que algo está fallando.

Y cuando esas entidades tienen aspiraciones políticas, también es que hay un problema. No me entiendan mal, las aspiraciones personales me parecen lícitas y positivas, pero como tema particular, no de un colectivo que se dice “sociedad civil”, y ahí es donde está el matiz que no entendemos en España.

En un país más normalizado democráticamente lo suyo es que si uno quiere presentarse a un cargo público lo primero que debe hacer es dimitir de su responsabilidad en la entidad a la que pertenece, porque se busca la exquisita separación entre ambos mundos. Es lo razonable, ya que en democracias "de las de verdad" el Presidente de la Asociación Nacional del Rifle no busca ser diputado, sino influir en los diputados como una fuerza externa, independiente, que puede apoyar a unos u otros según un interés parcial y obvio que no sólo no se disimula sino que es la razón de la existencia de esa asociación.

Es un ejemplo muy gráfico, que todos conocemos, aunque aquí caigan bastante mal, pero reflejan perfectamente a qué me refiero. A Charlton Heston no se le pasó por la cabeza presentarse a Senador, sino orquestar campañas para que los partidos escucharan la voz de las personas a las que él representaba, pero desde fuera de la política.

¿Por qué se hace esto? Es muy sencillo: desde el momento en que una entidad de la Sociedad Civil, por ejemplo una Asociación, huele a movimiento político todo aquello que dice se ha de tomar con reservas, ya que en lugar de luchar por los intereses que le son propios como entidad hay que sospechar que entra en el juego de las maniobras políticas y los intereses partidistas. Vamos, que son como cualquier otro partido.

En Lugo tenemos ya un par de ejemplos de asociaciones que afirman que presentarán listas a las municipales. Personalmente me parece un error, porque la Sociedad Civil, la verdadera y genuina Sociedad Civil, no intenta detentar el poder, sino ser un referente para el mismo, que no tiene nada que ver.

Y si los integrantes de estos grupos quieren presentarse a las elecciones, que salgan de su armario, dejen de decir que representan "al Pueblo" y que son la "Sociedad Civil" y se autodenominen como lo que son: políticos, que tampoco tiene nada de malo salvo que estas mismas personas suelen ser los que vapulean el término, en un intento de separar el "ellos" del "nosotros". Pues también son "ellos". Es la nueva estafa: comprar Sociedad Civil y que te vendan Política.

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