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viernes, 28 de marzo de 2014

La presunción de inocencia no es un cheque en blanco

Cuando uno escribe o dice algo normalmente piensa que tiene razón, si no no lo escribiría o no lo diría, ¿no creen? Esto viene a que incluso cuando incurrimos en una aparente contradicción, cuando no la vemos y consideramos que lo que se defiende es de sentido común, puede que en la exposición te olvides de justificar por qué dices algo.

Llevo dos días hablando de las consecuencias que la famosa grabación de Orozco ofreciendo chanchullar plazas a una persona en el mismísimo despacho de alcaldía, saltándose todo principio de mérito y capacidad para proponer que si no hay oposición se le dice a la empresa que meta a dedo a su “apadrinado”. Durante todo ese tiempo no se me ocurrió que alguien saldría a defender a Orozco diciendo que no está ni siquiera imputado por esa grabación y que, por tanto, según el principio de presunción de inocencia debería cerrar la boca y no pedir su dimisión.

Veamos, tengo que reconocer que he tenido que pararme a pensar esto con calma, porque si algo me preocupa es la incoherencia: la ajena me mosquea y la propia me repele. Sin embargo no creo que sea el caso.

Verán, en ningún momento he afirmado que sea delito que Orozco ofrezca o incluso amañe plazas de una empresa contratada por el Ayuntamiento para enchufar a un señor. En mi modesta opinión podría ser considerado tráfico de influencias, pero como entiendo que el propio Alcalde no recibe contraprestación tangible es muy complejo condenarlo por eso… judicialmente. Es llamativo que no sea delito un comportamiento que obviamente va contra los intereses públicos, pero las leyes ya saben que son como las salchichas: mejor no saber cómo se hacen.

Pero es que no he pedido la condena judicial de Orozco sino su dimisión. Es decir, que lo que considero un acto políticamente inasumible, el enchufismo descarado y el uso del ayuntamiento como el cortijo propio donde se contrata de mozo de cuadras al hijo del jornalero fiel, ha de tener una consecuencia política que es la salida de la cabeza de la administración municipal a quien han “pillao con el carrito del helao”.
Orozco no ha dicho que la grabación sea falsa, de hecho no ha dicho nada porque no ha dado la cara sino que ha enviado a Luis Álvarez a partírsela por él y a decir la tontería de la “bonhomía”, que pasará a los anales del caradurismo por poderes. Con esa declaración asumen la autenticidad de la grabación y, por tanto, le dan presunción de veracidad a la situación de hecho que nos han presentado.

Si en medio de la Plaza de España el Alcalde acuchillara a su cuñado creo que no esperaríamos a la condena para pedir su dimisión. Esto no va contra la presunción de inocencia, principalmente porque son hechos no probados judicialmente pero sí reconocidos y probados fehacientemente. Obviamente no es lo mismo que una imputación en la que un señor afirma que te ha dado un sobre con dinero, que es a lo que se enfrentaba Orozco hasta ahora. Cambia bastante.

Por lo tanto, y saben que soy un fiel paladín de la presunción de inocencia tanto de quien me simpatiza como de quien no, cuando hay un hecho asumido, reconocido, indiscutible… sólo queda una salida: la de la dimisión. Iba a añadir “honrosa”, pero no sería el caso.

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