Ayer me enviaron una de estas fotos-mitin que se pasan en campaña con unas frases explicando lo listo que es un candidato y lo borrica que es la otra. Como ya saben a estas alturas soy poco proclive a darle al “me gusta” a lo loco, y antes de hacerlo intento comprobar si lo que me cuentan es cierto.
Una sencillísima y rápida búsqueda en Google, te explica que lo que nos cuentan es cierto pero sólo a medias, con lo que podemos decir que es falso. Si bien los datos asignados a uno de los protagonistas, en este caso Miguel Arias Cañete, son ciertos, los que se le cuelgan a Elena Valenciano están recortados, supongo que interesadamente: se pone que sólo habla español (lo que no es cierto).
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Corregido |
Sin embargo lo que se nos cuenta también tiene un tinte de demagogia al incluir los cargos políticos como parte de un currículum que se supone que tiene que valer para comparar, pero tal y como se hace no estoy de acuerdo. Se valora que Arias Cañete haya sido parlamentario europeo durante 13 años y ministro dos veces, mientras que Valenciano sólo estuvo dos años en la Unión Europea, pero como estos cargos son políticos, esto es, a dedo, no acaban de convencerme como argumento, porque anda que no hemos tenido zotes en puestos de importancia, de hecho en los más importantes.
Verán, yo enfoco el asunto de la siguiente manera: se supone que vamos a enviar a un Parlamento a unas personas a representarnos, pero teniendo en cuenta que la función principal de un Parlamento es redactar normas. Igual que enviaríamos como representantes de nuestro país a un Congreso de Cardiología a un médico, o a un Cardenal a elegir Papa, parece que lo lógico es enviar a un Parlamento a un jurista, digo yo.
Arias Cañete se licenció con 21 años en derecho. Tres años más tarde aprobó la oposición a Abogado del Estado, y con 28 años estaba dando clase como profesor de la Facultad de Derecho Universidad de Jerez de la Frontera. Habla con fluidez inglés y francés, se defiende en alemán e italiano y está estudiando chino. Elena Valenciano empezó derecho y ciencias políticas, pero abandonó los estudios porque “se aburría” (dicho por ella misma). A los 17 años empezó a trabajar de telefonista en el PSOE y ahí comenzó su carrera política. Habla con fluidez francés y se defiende en inglés.
Se nos dice que las comparaciones son odiosas, y puede ser cierto, pero oigan, creo que a veces no viene mal saber el currículum vitae de cada uno. Después de todo, esto no deja de ser una selección de personal a lo bestia, y en las empresas se suele tener en cuenta el esfuerzo y el pasado de cada uno.
Nadie dice que una telefonista no pueda ser eurodiputada, cuidado, sólo hablamos de quién tiene más preparación para ese trabajo, que no es lo mismo. Además no deja de ser curioso que quienes más dicen que “los políticos” no pueden vivir de la política exclusivamente, cuando no interesa a sus tendencias ideológicas digan que no es importante valorar que los candidatos tengan otra profesión.
¿Es el currículum el único criterio? Obviamente no. La confianza, las convicciones, los programas políticos… hay muchos más motivos por los que inclinar el voto hacia unos u otros, o hacia ninguno de los dos si ustedes quieren. Aquí no hablamos únicamente de una guerra de estudios, pero tampoco me negarán que su relevancia.
Evidentemente todo esto puede parecer tendencioso, pero me sorprende que quien suele mantener eso es el mismo tipo de gente que exige que el Presidente del Gobierno de España hable inglés. Pues qué quieren que les diga, no veo que sea vital para la función de presidente de este país saber un idioma extranjero, de hecho no tengo noticia de ningún otro país en que se le pida eso a su Presidente (¿imaginan una campaña en Francia porque su presidente sólo habla francés?), pero si tu trabajo es relacionarte con otros colegas europeos ahí sí le veo una utilidad más amplia.
Volviendo al inicio, cuando me llegó la foto la puse en duda, consulté los datos y vi que no eran exactos. Me tomé la molestia de corregir el tema y poner la foto modificada. Sólo pido que sean ustedes igual de críticos a la hora de valorar lo que ven por ahí.
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