Allá va otro Arde Lucus, marcado en esta ocasión por las montañas de basura acumuladas en nuestras calles por la huelga de los trabajadores de Urbaser, a quienes todos agradecemos más bien poquito su don de la oportunidad.
Estos días nos han dejado valiosísimas lecciones de las que hay que tomar nota: para empezar, nos hace conscientes de la barbaridad de toneladas de basura que puede generar una ciudad en pocos días, y no me refiero sólo a la fiesta, porque ya antes de que empezara había algún Everest de porquería en nuestras calles. También nos ha enseñado que ciertos servicios públicos es mucho mejor que estén privatizados, ya que la empresa que sufre la huelga no puede contratar a otros trabajadores, pero el Ayuntamiento sí siempre que los protagonistas del paro no sean de su plantilla.
Y también nos ha demostrado que hay gente tanto incívica como ejemplar en todas partes. Entre los primeros podemos destacar a los que sin importarles absolutamente nada la huelga o la ciudad se han dedicado a tirar papeles, y cosas que no son papeles, al suelo de las calles o del Parque de Rosalía, que ayer parecía el escenario de la III Guerra Mundial tras dos botellones consecutivos. De los segundos me quedo con los hosteleros y comerciantes del casco histórico que han cogido la escoba y se han puesto a limpiar sus calles, sustituyendo con eficacia privada la pasividad pública.
Dicen que los huelguistas están muy enfadados con quienes han limpiado. Es comprensible porque han demostrado que nadie es imprescindible y que si todo el mundo echa un cable aquí se supera cualquier cosa. También hablan de violaciones de la legalidad, haciéndose los suecos con las suyas respecto a los servicios mínimos, que se han saltado porque les ha dado la gana y, ahí sí, obviando lo que dictan las normas.
Con quien debería estar enfadado todo el mundo, o una gran parte, es con el Ayuntamiento. Su actitud ha sido la peor posible: ponerse de perfil y mojarse sólo tarde, mal y a rastras cuando no le quedó más remedio.
Todos sabíamos desde hace tiempo que se fraguaba la huelga para el Arde Lucus pero sólo 24 horas antes de que la fiesta empezara el Gobierno local se puso manos a la obra para hablar con otras empresas y concertar recogidas de basura. Y una vez que lo hizo lo hizo mal, porque fueron a donde les apeteció dejando de lado sitios críticos como la plaza de abastos, de la que curiosamente es titular el propio Ayuntamiento.
Por otra parte, dejó huérfanos de información a los lucenses, tanto particulares como profesionales, que hicieron lo que buenamente pudieron. Se montó una pequeña bronca con los alcaldes de las poblaciones limítrofes, cuyo cabreo comprendo si les soy sincero, porque mucha gente llevó la basura a sus contenedores. ¿Y qué querían que hicieran? Se pidió información al Ayuntamiento de qué hacer o a dónde llevarla y la respuesta fue nula. ¿Querían que se tirase a los contenedores de otras calles? ¿Arreglo mi problema creándoselo a mi vecino? Parece que se hizo lo más lógico: llevar las bolsas a donde sí hay recogida.
Ahora sigue la huelga y volvemos a la normalidad en lo que a calendario se refiere, pasadas las fiestas. Tendremos que seguir soportando montañas de basura, que son igual de molestas aunque sea un tema ya más doméstico, sin miles de visitantes (aunque los 650.000 que asegura el Ayuntamiento no se los creen ni ellos).
A ver qué pasa en próximos días. Seguiremos hablando del tema, que supongo que dará más de sí.
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