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No es la primera vez que cojo la hucha pero sí es cierto que hacía tiempo que no lo hacía. Se nota que hay un cambio en la forma de recibirte de la gente, que aunque cuando te ve a distancia te evita como si fueras la peste, cuando ve el logo de la Asociación se acerca a ayudar, principalmente porque la terrible verdad es que el cáncer nos ha afectado con más o menos cercanía a todos.
Diferenciar entre causas más o menos importantes es una barbaridad. La fibromialgia, el síndrome de Down, o cualquier otra asociación relacionada con mejorar la calidad de vida de las personas que sufren una enfermedad o algún tipo de discapacidad son igual de importantes que la lucha contra el cáncer, pero hay que reconocer que hay menos sensibilidad hacia esas causas porque no hay tantos afectados.
Personalmente a nosotros nos han tocado varios, unos con más fortuna que otros (se nos ha quedado gente por el camino a causa del cáncer, pero no puedo olvidar que el tumor cerebral de una persona muy cercana salió bien y está como una rosa), y como a mí, un poco a todos.
Una vez dicho todo esto, y reconocida la extraordinaria labor de todas las personas que ayudan a la AECC, tengo que puntualizar que me parece una pena que estas asociaciones tengan que existir. No sólo por la presencia del cáncer en sí, que también, sino porque están cubriendo desde el mundo de lo privado un campo que debería ser exclusivamente público.
Como liberal doy una importancia extraordinaria a la iniciativa privada, pero ya he dicho alguna vez que no soy liberal “puro”, igual que quedan pocos comunistas (con permiso de Pablo Iglesias). Esto quiere decir que hay áreas que creo que deben estar asignadas a la esfera pública, como es la atención médica.
Que asociaciones como la Española Contra el Cáncer, Ancianos del Mundo u otras igual de importantes, tengan que suplir o complementar de forma relevante a la administración en temas importantes como puede ser la atención a los pacientes más allá del propio tratamiento, la investigación, e incluso el pago de tratamientos es difícil de aceptar cuando ves lo que nos cuesta mantener todo el tinglado público y lo que nos cobran puntualmente todos los meses de nuestras nóminas.
Mientras las cosas sean así seguiré echando una mano a toda cuanta causa me parezca digna de defensa, sólo que a veces me gustaría que esas causas no tuvieran que existir.
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