Hoy voy a ser incorrecto, ya lo aviso. Luego no se me quejen.
Varias magistradas del Tribunal Supremo han puesto el grito en el cielo porque para anunciar unas jornadas de puertas abiertas en la institución se utiliza la imagen de una mujer desnuda. Hombre, dicho así también me suena extraño a mí, así que me puse a buscar la efigie en cuestión porque me imaginé una modelo enseñando el culo y me parecía un reclamo poco apropiado para un sitio serio.
Pero no. No es lo que me imaginaba, y seguramente tampoco lo que esperaban ustedes. No es la típica imagen de “enseño pero no enseño” de los anuncios de gel. Ni siquiera es la foto juguetona de una moza en postura traviesa en que aunque se aprecia que va en pelotas no se le ve “nada”.
Se trata simplemente de un fresco pintado por Álvaro Alcalá-Galiano, autor que tiene cuadros colgados en el Museo del Prado (los muy guarros) y que agradecería la publicidad si no hubiera doblado la servilleta en 1936. Sus diversas medallas artísticas, incluyendo la de oro de la Exposición Nacional de Bella Artes de España de 1920, son fruto de lo calentita que iba la gente en la época y la falta de Internet en que ver porno. Lo fusilaron en Paracuellos, seguramente críticos artísticos con gran tino en lo tocante a la dignidad personal (supongo que se nota la ironía, si no ya lo aclaro yo para no dejar cabos sueltos).
Con la estupidez que nos caracteriza en este país, se ha abierto un debate sobre si es una adecuada representación de la Justicia, ya que la figura además de ir desnuda puede ver (no tiene la consabida venda en los ojos). Incluso las juezas por lo visto se preguntan en su escrito si “¿la figura femenina de una mujer desnuda es la representación de la justicia?” (Nota al margen: ¿no es un poco redundante lo de “figura femenina de una mujer”?). Pues volviendo a lo de si representa a la Justicia, quizás no, pero tampoco lo pretende, porque la figura en cuestión representa a la Verdad, y como se suele decir ésta ha de ser “desnuda”.
Calificar de sexista este anuncio es una tontada como un castillo. Es lo que nos faltaba. Ahora habrá que condenar por pornográfica prácticamente toda la obra de Miguel Ángel y poner unos gayumbos al David o volver a tapar las vergüenzas a las figuras de la Capilla Sixtina, que lo van enseñando todo las muy cochinas. O quizás no, porque aquí se habla de sexismo y que un tío enseñe el culo no lo es, sólo que se le vean los pezones a una señora. Los frutos de esa “igualdá” desigual que nos dicen que es lo más de la modernidad.
Todo este asunto me recuerda a una peluquería de Lugo a la que se denunció porque ponía en un cartel la imagen de una chica sin ropaje alguno. Tanto lío montaron que los propietarios acabaron dibujándole una camiseta a la chica del cartel, lo que fue una solución brillante para una situación absurda. Parece que los más progres son los más carcas, ya que no sé qué tiene de mala la desnudez, sea del sexo que sea.
Antes y después del cartel lucense |
La Justicia hoy día tiene muchos problemas, empezando por su tortuguil lentitud y acabando por el sainete que se traen unos y otros tirándose las togas a la cabeza. Tenemos jueces en el banquillo que le hacen bastante más daño a la institución que esta chorrada, y una percepción por parte de la población de que, vestida o desnuda, vendada o sin vendar, hay diversos tipos de Justicia: la de los ricos y la de los demás, la de los influyentes y la de los que no “conocen” a nadie, la de los que son condenados a tres años por robar una gallina y la de los que andan por la calle tras haber afanado unos cuantos milloncejos de euros.
Vamos, que me parece mucho más inoportuna la queja que la puñetera imagen. Anda que no hay cosas de qué quejarse… Lo que hace el aburrimiento.
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