Ya nos estamos acostumbrando a no fiarnos. Cuando nos dicen que se ha convocado una reunión de urgencia para arreglar el tema de la huelga día a día confiamos menos en que eso termine con un acuerdo, porque si no es una parte es la otra las que están liando el asunto a más no poder.
Parece que económicamente la cosa está solucionada pero que lo que no aceptan los trabajadores son las sanciones por el incumplimiento de servicios mínimos, cosa que francamente me parece de locos. Es decir, que mientras te agarras a la literalidad de la ley cuando te conviene, exiges que tu violación de la misma quede sin castigo, y que la empresa se la envaine para pasar la tuya por encima ante la pasividad de un ayuntamiento cuyo alcalde está haciendo aspavientos en un rincón pero sin más peligro que arrearte un bofetón si pasas muy cerca. Mejor ignorarlo.
Si algo está claro desde el principio, pero cada vez es más evidente por si quedaban dudas, es que aquí lo último que se tiene en cuenta es a Lugo y a los lucenses. Va a terminar julio y seguiremos así, compuestos y sin limpieza, y entraremos en agosto y continuará nuestra indignación y cabreo, pero menos porque mucha gente se marcha de vacaciones.
Nadie tiene en cuenta a los que trabajan en verano y necesitan una ciudad mínimamente atractiva para que el turismo deje aquí unos cuartos que van a redundar en el beneficio común de todos, porque total, ya sabemos que “el sector de hostelería se forra y encima no paga las fiestas, y si ahora les va mal, que se jodan”. Este tipo de planteamientos, mucho más común de lo que ustedes se imaginan, me hacen siempre pensar por qué no hay más bares todavía. Por qué muchas de esas personas que tienen la boca tan grande no tienen la ocurrencia de ponerse a trabajar en un bar una semanita y luego hablamos.
En fin, que seguimos para bingo, pero si algo hay que tener en cuenta es que lo que se está pidiendo ahora es que se deje sin sanción un comportamiento ilegal. La empresa será sancionada, o no, por el Ayuntamiento, que parece que con sus compases de espera y su silencio es cómplice de una multinacional a la que se resiste a multar o a intervenir. Mucha amenaza y mucha tontería, pero Orozco por ahora lo único que ha hecho es tomarse con una calma que escama a cualquiera todo este asunto.
¿Se irá de vacaciones en agosto el alcalde con todo este lío? ¿O forzará (ahora sí) alguna solución para poder marcharse a la costa?
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