Tras este pequeño paréntesis temático, volvamos a lo nuestro que es más interesante: Lugo. Me he dado cuenta de que con tanta rabiosa actualidad se me ha pasado hablarles del tema de la “Capital Gastronómica Española 2015”, título que recayó en Cáceres, preciosa ciudad en la que además se come de maravilla como pude comprobar hace no demasiado.
Lo preocupante de que hayamos sido derrotados nuevamente no es que el ganador no se lo merezca, que por supuesto que sí. Que nos haya vencido Cáceres no es un motivo de vergüenza, pero el problema es que nos podría haber ganado Rabanillo del pinar, vista la "cosa" que enviamos. Lo que me mosquea es que todas las evaluaciones realizadas al “proyecto”, por llamarlo de alguna manera, que envió Lugo destacan su penosa calidad, y eso ya es más para preocuparse.
Verán, lo de “Capital Gastronómica Española” es un certamen que se inventaron hace poco tiempo. Su primera edición fue en 2012. En aquella ocasión estuvimos a un tris de conseguirlo pero nos lo arrebató Logroño.
Este año el Ayuntamiento anunció que no se iba a presentar, porque suponía un desembolso económico de 125.000 euros, lo que es falso… a menos que ganes, claro, en cuyo caso los beneficios que repercuten a la ciudad obviamente son muy superiores al gasto. Baste recordar que en la capital gastronómica de 2014, Vitoria, recibió una promoción que va mucho más a allá de los anuncios que puede pagar con esa cifra, porque además se incluyen cosas que el dinero no puede comprar.
Cuando se ofreció públicamente ayuda al Ayuntamiento para preparar un dossier y una candidatura en condiciones, por parte de Lugo Monumental, la respuesta fue… bueno, aún estamos esperando la respuesta. Sin embargo debió dolerles la vergüenza torera y decidieron concurrir al desafío apoyados en otra asociación, la de Hostelería, lo cual tiene toda la lógica del mundo, ya que es el sector más interesado.
Pero la cuestión va más allá. Como aquí no estamos acostumbrados a hacer las cosas con cierto criterio, minoraron mucho el desafío y se encontraron con que nos enfrentábamos a ciudades que se habían puesto las pilas y habían hecho los deberes. Cáceres, la honrosa vencedora, presentó un programa con una dotación de más de 700.000 euros, de los que la comunidad autónoma aportaba casi todo y, encima, su apoyo expreso.
En Lugo hablamos de las tapas. Una cosa muy nuestra, aunque ya no tanto, y muy sabrosa, pero la capital española de la gastronomía ha de consistir en algo más que irse de vinos con los colegas, una actividad social maravillosa que tiene poco que ver con lo que estamos hablando.
Una promoción turística adecuada es parte de esta gastronomía. Imagino la cara de susto que pondría cualquier miembro del jurado cuando entró, que supongo que lo habrán hecho, en la web turística de la ciudad y se encontraron el desolador panorama de una web “en obras” y con los enlaces rotos. “Pues yo aquí no pongo mi voto”, se dirían. Y con razón.
Lugo, una vez más, se ha quedado fuera, y creo que nadie duda de nuestras virtudes gastronómicas. El problema es otro, la desidia y la inutilidad de nuestro bienamado Gobierno Local, que se ha encargado de hacernos quedar, de nuevo, como una ciudad chapucera y en que todo se hace en el último minuto y de cualquier manera. El sello personal de Carmen Basadre con la inestimable colaboración de quienes colaboraron en esto.
Para comer, Lugo. Pero que no se entere nadie, no sea.
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