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martes, 21 de octubre de 2014

Paralelismos preocupantes

Llevo escribiendo este blog desde 2010, y ya en los primeros artículos advertía de que, en mi opinión, España está cultivando claramente un ambiente propicio a la ascensión de agrupaciones populistas y con tintes totalitarios. En estos cinco años la cosa, lejos de ir a menos, ha aumentado escandalosamente, pero vamos a eso más tarde.

Hay comparaciones que resultan odiosas, lo sé, pero quizás más por los prejuicios del lector que del escritor. Verán, ayer en la tertulia de la Cadena Ser a la que acudo los lunes por la tarde (permítanme la promoción) de 19:05 a 20:10 más o menos, se me alteró bastante un contertulio por una comparación que hice entre el desafío lanzado por Pablo Iglesias a sus seguidores de Podemos (o me dais poder absoluto o me marcho) y el que hizo Hitler en 1921 a los suyos del Partido Obrero Alemán, planteado exactamente en los mismos términos.

Es sorprendente que el señor Pablo Iglesias no acepte compartir la cúpula de una organización que supuestamente se dice la panacea de la democracia, y que plantee esa dicotomía de “yo o el caos” en lugar de aceptar un esquema colegiado al que no entiendo tal alergia y que establece dudosas bases para su pretendido ascenso a responsabilidades de gobierno.

Hay más paralelismos, claro está. Hitler llegó al Partido Obrero Alemán en 1919 y en 1920 no sólo se había hecho con el control del mismo, sino que lo refundó al tan conocido como denostado Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, abreviado a “partido nazi”, de cuyos “méritos” somos todos harto conscientes. Del mismo modo, Pablo Iglesias llegó a agrupaciones de corte comunista pero prefirió fundar su propia marca en un plazo muy breve de tiempo. Al igual que el precedente alemán, Iglesias presenta una calculada imagen de sencillez, que contrasta con las corbatas y el envaramiento encorsetado de sus odiados "políticos"... Hay mucho más, pero estos son algunos ejemplos.

¿Quiere esto decir que considero que Pablo Iglesias va a montar campos de concentración y cámaras de gas a la primera oportunidad que tenga? Por supuesto que no. La comparación no la establezco entre las políticas de la Alemania Nazi y las que propone Podemos, de eso ya hablaremos cuando nos aclaren exactamente qué es lo que proponen. La establezco entre una figura política actual y otra que, a pesar de ser considerado uno de los grandes monstruos de la historia de la humanidad, tuvo innegables virtudes como orador y trepador a las más altas escalas del poder. Intentaría establecer paralelismos con Napoleón o Fidel Castro, si eso les parece menos insultante, pero no conozco tan a fondo sus biografías como la de Hitler, cuyo fenómeno siempre me ha fascinado igual que Darth Vader es el indiscutible protagonista de Star Wars. Será el atractivo del reverso tenebroso.

España se enfrenta a un reto importante, el de distinguir, y no es fácil. Verán, nos ponen delante espejismos y estamos deseando creer en ellos, principalmente porque estamos hartos y decepcionados, y no es para menos. Que los telediarios vengan plagados de tarjetas negras, chanchullos, colocación de primos y cuñados, funcionarios con empresas a las que contratan desde su puesto público, escándalos, corrupciones y demás no ayuda a la democracia ni a templar los ánimos en una crisis que encima tiene a más de cuatro millones de personas en la calle.

La democracia es mucho más que sacar los colores a “la casta”, lo cual hacemos todos los días en los bares los españoles, pero el problema real es que la gente hoy no quiere democracia sino venganza. Está deseando ver caer a “los políticos” porque todos los días nos están demostrando que no merecen la confianza que el sistema ha puesto en ellos, usando una inaceptable pero común generalización.

La Rusia de los Zares era un nido de corrupción y degradación, que fue la principal causa de la revolución soviética de 1917. Sin embargo sustituyeron aquel sistema por otro quizás más terrible todavía, el imperio comunista que causó más muertos que las cámaras de gas nazis, que ya es decir.

Comparto el diagnóstico de que el sistema está totalmente desacreditado, pero me preocupa enormemente el camino que algunos pretenden tomar para “arreglarlo”. Echarse en brazos del primero que pasa con un discurso más o menos atractivo es tentador, lo comprendo, pero es exactamente lo que hicieron los alemanes en los años 30, y así les fue. De hecho así nos fue a todos. Quizás Podemos sea la solución, no lo sé, pero me preocupa enormemente algunas de las señales que emiten para el que las quiera o las pueda ver.

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