Ayer hablábamos de un tipo de ceguera. Hoy hablaremos de otra, la reflejada en el debate del Parlamento de Galicia en que se habló por fin de los servicios demandados para el HULA. Por si usted vive en una cueva le diré que son los famosos de hemodinámica, medicina nuclear y radioterapia, o lo que es lo mismo, ayudar a mejorar en mucho la vida de quienes se ven obligados a ir a radiarse por tener un cáncer, entre otras cosas como mejorar los tratamientos en caso de problemas de corazón. Detallitos.
Siendo francos, este tema es de vergüenza. Desde cualquier ángulo y se mire como se mire es realmente asqueroso ver cómo se está utilizando para tirarse los trastos a la cabeza unos y otros, y mientras tanto los lucenses haciendo sus excursiones para radiarse en La Coruña.
Tenemos tres vértices en esta pirámide de estupidez.
En el primer ángulo los artífices del tema, una serie de lucenses que a iniciativa de Julio Méndez y el desaparecido doctor Miguel Ángel González (de quien muchos guardamos un cariñoso recuerdo aunque sólo sea por cómo trató a nuestros familiares en momentos complicados) entre otros propusieron una reclamación lícita y digna: que nuestra ciudad contase con una serie de servicios que se prometieron en la inauguración del Hospital.
Pero este vértice fue el primero en pudrirse gracias a los personalismos, el uso torticero y político no sólo descarado sino confeso de uno de los “armadanzas” del tema (distingamos a estos personajillos de la gente honrada como los antes mencionados, que realmente parece que buscaban mejorar las cosas desde la sociedad civil), que afirmó en reiteradas ocasiones que lo único que deseaba era hacer daño a un determinado partido político.
Vamos, que a pesar de la sinceridad de la enorme marea de lucenses que apoyamos lícita y legítimamente esta reivindicación, ésta ha sido teledirigida de mala manera para hacer la pascua al que gobierna. De vergüenza.
El segundo de nuestros puntos de parada es la “digna” oposición. Esa oposición formada por partidos que hace seis años gobernaban en la Xunta y que no se acordaron de meter en los planos del hospital, entonces en construcción, esos proyectos que ahora ven tan importantes, básicos y necesarios. No lo suficiente como para pensarlo antes, pero sí lo bastante como para arañar unos votos. Esos que esperan a que se acerquen las campañas electorales para hacerse la foto haciendo rutas y llegar al corazón de la gente, pero que sacan la calculadora de votos antes de que el despertador termine de sonar por la mañana.
El problema de estas personas es que su credibilidad es nula. Si no hubieran gobernado jamás aún te lo podrías creer, pero ya suena a cuento viejo mucho de lo que dicen, y si tan importantes son los famosos servicios sanitarios quizás podrían ofrecerse a aportar una parte de lo que dedican “institucionalmente” a llevar a la gente de excursión y ponerse morada de marisco para que en Lugo no haya que hacer otras excursiones a radiarse. Es una idea.
Pero me voy a centrar más en el tercer vértice, porque es el que más me duele. El de los que nos quieren hacer creer que se dedican a defender a Lugo pero retrasan lo que no se puede retrasar.
El papelón que hicieron en el Parlamento de Galicia los diputados del PP es un escándalo. Vamos, según lo he entendido yo (y todos los medios de comunicación) lo que se hace es que la iniciativa cuya tramitación se había aprobado por unanimidad en marzo se vacíe de contenido y se pongan plazos más laxos para la puesta en funcionamiento de los servicios y, encima, para alguno ni se comprometen en firme. En unos casos se habla de 18 meses (radioterapia) y en otros directamente se nos cuenta que ya está “suficientemente cubierto” o que el año que viene veremos si hacen falta o no realmente. Eso no es lo que firmé yo para ser Ley.
Lo grande es que todo este asunto comenzó porque el propio Feijoo anunció la licitación de todo esto “en tres meses” en la inauguración del hospital, y aún estamos esperando. Vamos, que si no era necesario no parece muy lógico que se prometiera, y más con tan breves plazos. Y si era necesario a qué esperan. Si uno pone la bola en juego no se puede extrañar de que le chuten a gol.
Pero el bochorno más grande es el de Jaime Castiñeira, porque a su condición de diputado une la de presunto y previsible candidato a la alcaldía de Lugo, cargo del que anteayer se alejó unos cuantos cientos, sino miles de votos. Entre ellos el mío.
Si uno quiere ser alcalde de su ciudad tiene que poner a ésta por encima de todo con la posible excepción de su propia familia, como es lógico. Lo que nadie acepta es que pongas unas siglas o a otras administraciones por delante de Lugo si lo que quieres es ser alcalde de Lugo. Parece ilógico.
Pues es lo que aparentemente ha hecho Jaime con este asunto desde el principio. Primero negándose a ver la realidad, reaccionando tarde y mal (lo de firmar la ILP desde que ya había suficientes firmas fue una metedura de pata de primer orden tras una larga serie de errores de bulto) y, ahora, siendo incapaz de convencer a sus compañeros de filas para apoyar a nuestra ciudad, que también es provincia, por cierto.
Si no fuera el presunto alcaldable aún podría colar, porque en unas autonómicas uno vota más a las letras que a la música y se diluye todo con “la mayoría”. Pero no es el caso. A seis meses de las elecciones municipales no pudo hacer mejor regalo al grupo de Orozco y quienes obviamente le van a apoyar en coalición o como sea (recuerden que el pacto en Lugo no es opcional porque va en el mismo lote que la Diputación y ahí hay muchos cuartos que repartir).
La foto de un diputado por Lugo votando contra servicios para Lugo (bueno, o retrasarlos, no se me pongan literales) que, sea verdad o sea montaje, todos estamos convencidos de necesitar, le va a quitar muchos más votos a Jaime que las imputaciones a Orozco, porque además éste se va librando de todas pero si en seis meses no te puedes radiar en Lugo a Castiñeira no lo salva ni la caridad.
Aquí no se trata de argumentos racionales ni de sesudas argumentaciones. No es estrategia política, ni siquiera es sentido común. Esto va a las tripas. Con la salud no se juega y no me vale que saquen la máquina de sumar: en Lugo no queremos que un señor con cáncer tenga que estar seis horas de viaje, espera, tratamiento y vuelta porque no nos quieren poner la dichosa máquina en la ciudad. Y que quien pretende ser alcalde apoye lo contrario es que quizás no pretenda tanto ser alcalde.
Por estas cosas nos alejamos algunos de unas siglas, porque
ponemos otras cosas por encima de ellas. Como unos servicios básicos. Los
queremos en el HULA y los queremos ya. Raritos que debemos ser. O no