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miércoles, 4 de febrero de 2015

Can Barça ens roba (presumptament)

Así que ahora en un contrato realizado por el PP de 57,1 millones de euros resulta que no es tal y que realmente se pagaron 94,8 millones, ocultándolo a los afiliados y, por supuesto a Hacienda, para pagar menos impuestos y, por lo tanto, robarnos a todos.

¡Ah, no! Que no ha sido así, ha sido el F.C. Barcelona el que ha hecho eso y el que sale en los medios como hidras diciendo que no aceptarán que se les “persiga” y que se ponga en duda su “honorabilidad”. También su presidente ha insinuado que esto es una venganza por el proceso soberanista y porque algunos de los jugadores van a las manifestaciones a favor de la independencia de Cataluña.

Vamos por partes, que esto tiene su miga. Lo primero es el tema de la “persecución”. Últimamente está muy de moda hablar de eso cuando la fiscalía acusa o los inspectores de hacienda detectan posibles fraudes. Evidentemente todos sabemos que donde hay más dinero es más probable que se defrauden grandes cifras, ya que yo, por mucho que quisiera defraudar, como mucho me ahorraría el IVA de unos chicles porque poco más podría hacer en el caso de que, insisto, quisiera hacerlo que no es el caso.

Pero para defraudar 2,5 millones de euros en impuestos hay que manejar cantidades millonarias, y no es por nada pero en este país hay una serie de nichos de dinero que manejan esas cifras: construcción y fútbol son de los que más nos acordamos habitualmente.

Que “persigan” a un malvado constructor a todos nos parece de fábula, pero que lo hagan con el equipo de los amores de cada cual ya gusta algo menos, aunque en el fondo todos sabemos que no es tan impensable que haya algún “despiste” a la hora de pagar los estratosféricos sueldos y comisiones que se abonan por ahí.

También acusa a todo el mundo de persecución “Podemos” cuando le sacan las vergüenzas, y ahora, fíjate tú, piden rectificaciones a El País, lo cual me parece muy bien porque la portada con lo del currículum de Monedero es tan exagerado como el propio currículum, mientras que ellos acusan a los demás de las barbaridades que se les pasa por la cabeza sin matiz ni reparación alguna.

Lo segundo que les planteaba, lo de la vinculación de la supuesta “persecución” a su apoyo descarado al proceso independentista, es de coña. Hablar de que no por apoyar el proceso se es menos honrado es una cosa totalmente obvia, pero que a muchos españoles puede parecerles no tan evidente viendo que su mayor paladín, el señor Pujol, está donde está por afanar, presuntamente, unos cuantos miles de millones (de euros, oigan, de euros) del erario público.

Deporte al margen, que de fútbol sé lo mismo que de la cría del berberecho salvaje, sí les diré que hay algo que jamás he entendido: que el Barcelona tenga seguidores fuera de Cataluña. No comprendo que un equipo que reconoce públicamente como entidad que desea salirse de este país levante las pasiones favorables de alguien de la España que quieren abandonar. Por una cuestión de mero sentido común: ¡te están diciendo que no quieren estar contigo y tú venga a animarlos!

Pero bueno, el fútbol es algo pasional, que no funciona con la cabeza sino con las tripas, y al que por mucho que se diga nunca ha sido ajena la política. Parece que ser del Barcelona es ser menos de derechas porque los de derechas tienen que ser del Real Madrid. ¡Qué cosas!

En fin, que veremos en qué acaba esto y, antes de emitir juicios de valor y condenas sociales, esperemos a ver qué dice la justicia. Un siglo de éstos aclararán las cosas.

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