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jueves, 12 de marzo de 2015

Atado y bien atado

Cuando uno tiene unas elecciones a dos meses no puede paralizar la “acción de gobierno” que se llama, es decir, que no porque en 60 días te puedan dar la patada te vas a bajar del carro y dejar a los caballos ir por libre.

Pero entre eso, que es una cuestión de responsabilidad y sentido común, y convocar un concurso para que los puestos del mercado del Arde Lucus queden “atados y bien atados” durante cuatro años, es decir, durante el mandato de la próxima corporación municipal, hay una más que sutil diferencia. Eso es lo que ha anunciado el gobierno local, que va a promover un procedimiento para que los que obtengan puesto estén ahí hasta el 2018 (incluido) sin posibilidad de moverlos.

Puesto del Macellum del Arde Lucus - Foto: Wikipedia
Y ahora me pregunto yo, ¿cómo saben que el próximo gobierno, en caso de cambiar, va a querer hacer un mercado en Arde Lucus? ¿O siquiera si va a querer hacer un Arde Lucus? ¿O si, por poner otro ejemplo, les da por ser rigurosos y no aceptar chocolate o peluches de colores chillones en un mercado romano? Porque hasta puede ser que los que entren quieran ser coherentes con la época romana, en caso de haber cambio de poltronas ese peculiar juego de las sillas en que todos corren en campaña para estar sentados cuatro años.

Se me puede argumentar que así son más rentables los puestos. No se lo discuto, aunque no sé en qué beneficia a la ciudad eso, sobre todo si lo que hacen es condenarnos a mantener una estructura pese a los cambios que pueda haber en el futuro, que nunca se sabe.

No deja de ser llamativo, además, que se decida hacer esto de semejante manera mientras en la Plaza de Abastos algunos de los placeros que menos tiempo llevan ven con preocupación cómo la indefinición sobre su futuro tiene la espada de Damocles sobre su cabeza, ya que no saben si dentro de unos meses o de un año seguirán teniendo un puesto en la plaza.

Atado y bien atado creyó dejar todo Franco, y quizás se equivocó o quizás marcó la hoja de ruta de una transición que la historia califica de ejemplar aunque algunos se empeñen en mancharla por sus obvios errores en el diseño del sistema político que salió de allí. Aquí pasa un poco lo mismo. “Puede que yo me vaya, así que por si las moscas vamos a dejar esto cerrado para que el que viene se lo tenga que comer”.

Muchas prisas veo para algo que en otras ocasiones se toma con pachorra, con mucha pachorra.

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