Si Lugo tiene una profesión con futuro es la de ascensorista. Ahora les ha dado el ataque de polea y no hay más que proyectos de ascensores por todas partes: Uno en Sagrado Corazón, otro en Fontiñas, el tercero para subir a la Muralla y un par más en la estación de tren.
No seré yo quien discuta las bondades de los ascensores, quizás porque como en casa no tengo lo echo de menos cada vez que subo las maletas. La compra no porque, Gadis mediante, los pedidos a domicilio son muy cómodos, para qué nos vamos a engañar. Ahí supongo que será el repartidor el que se caga en mis muertos, con algo de razón.
De los cinco ascensores que les decía (dos vamos a considerarlos como una única obra porque son los de la estación de tren) sólo me parece discutible la ubicación de uno de ellos, el de la Muralla. Creo que ya lo había mencionado alguna vez en el blog, pero por si acaso lo que abunda no estorba: me parece una barbaridad meter un ascensor en los jardines de la Diputación o en la plaza del Ferrol, que son las opciones que se barajan a día de hoy.
No tiene mucha lógica que habiendo casas pegadas a la Muralla, como por ejemplo la de O Cantiño que se “tuneló” para la famosa ronda interior o la azul que está entre la frutería del Campo Castillo y la puerta del mismo nombre, se meta una estructura exenta para una cosa como un ascensor. ¿No sería más lógico utilizar un inmueble de los ya existentes, y que encima se podría utilizar como centro de recepción de turistas a la Muralla?
De los costes ya casi no deberíamos hablar, pero es un tema importante. La parejita de elevadores de un piso (del túnel que va bajo las vías a los andenes) que se instalará en la estación de tren nos costará la friolera de 822.159,99 euros. Sí, lo han leído bien, 411.000 euros por pieza. Y eso que la estación de tren se supone que va a durar ahí un suspiro porque pronto nos vendrán con la “intermodal”, esa tontería que quieren construir donde Cristo dio las tres voces y que nos sacará el ferrocarril de donde está y los autobuses de su comodísima ubicación.
El ascensor del Sagrado Corazón, por razones que desconozco, sale más barato: “solo” unos 190.000 euros, también con dos únicas paradas: arriba y abajo, como la serie británica. De los de Fontiñas y Muralla no tengo precios por el momento, pero ya podemos ir asustándonos preventivamente, que así lo dejamos hecho. La de comisiones que salen de ahí, Virgen Santa.
¿Y algo así no vale? Es más barato... MUCHO más barato... |
No están mal los precios, sobre todo teniendo en cuenta que un ascensor para 5 plantas, es decir 6 paradas, ronda los 100.000 euros en un edificio de viviendas. Uno de vivienda unifamiliar, es decir, con dos paradas, sobre 25.000 según algunas consultas rápidas en Google. Pónganle el doble para ser conservadores y aun así me sobra pasta para tener Hemodinámica 24 horas funcionando cinco o seis años.
Me dirán que es un ascensor de uso público y que es más caro que uno “normal”, pero qué quieren que les diga, imagino que eso lo que supone es reforzar los botones para que el típico animal de bellota no se los cargue y poner unas cámaras de vigilancia para poder reclamar al vándalo de turno.
El futuro de estas instalaciones es discutible. Hay unos ascensores también públicos en la Nacional VI a la salida de Lugo para subir y bajar una de las pasarelas que permite salvar la vía. No he visto a nadie usarlos jamás. Del que está en Sindicatos ya no les digo nada porque se usa más como contenedor de basura que como acceso al edificio, entre otras cosas porque según tengo entendido no está enchufado, así que el eventual usuario de silla de ruedas tiene que entrar por la calle Castelao, que hay rampa. ¡Clamoroso!
La accesibilidad es una gran cosa. Se lo dice quien empujó mucho tiempo una silla de ruedas, la de mi abuela, y vio lo que sufre una persona en este tipo de artilugios cuando, por ejemplo, hay suelo con adoquín. Pero habiendo rampas no entiendo tanto ascensor, que encima necesitan un mantenimiento de narices.
A lo mejor es para lo que les decía al comienzo, para rebajar la tasa de paro poniendo ascensorista. Me veo venir unas cabinas de hierro con volutas y un amable operario con gorra y uniforme que te abre la puerta y tira de la palanca preguntando “¿a qué piso?” aunque solo haya dos. Tómenselo a cachondeo pero eso lo vi en Torremolinos, solo que sin uniforme, y el precio de la subida era de un euro me parece recordar. Las ganancias eran para una asociación de discapacitados. Si es así, hasta me vale.
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