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miércoles, 15 de abril de 2015

El fin de las obras faraónicas

Un mes y pico para las elecciones y el tema de propuestas, a día de hoy, sigue a remolque de lo que va contando Jaime Castiñeira. El resto por ahora no ha dicho esta boca es mía, y siguen dando giros entorno a su epicentro umbilical, que es mucho más interesante para ellos que para el resto de la ciudadanía.

Antigua potabilizadora: Foto de El Progreso
Como mucho nos van dando alguna perla suelta para contestar a las propuestas de Jaime. Concretamente a la que se hizo esta semana de convertir la antigua potabilizadora en un centro deportivo con rocódromo y demás, una idea que parece apropiada para el entorno, Orozco responde que su opción es hacer un museo (otro) relacionado con el agua o un centro de interpretación del agua. A este paso nos van a convertir Lugo en una ciudad-museo, sin actividades pero llena de salas vacías, costosas y, eso sí, donde hacer preciosas fotos de esas tan modernas.

Parece que Orozo no cae de la burra y no acaba de entender que antes de ponerse a hacer museos como un loco en donde Cristo perdió el gorro lo suyo es poner a andar la ciudad, y hacer cosas más prácticas como, por poner los dos primeros ejemplos que se me ocurren, adecentar lo que se ve desde la Muralla o utilizar las ruinas que tenemos adornando la plaza del Ferrol.

Otro museo, que además hace doblete, porque no sólo proponen eso en la antigua potabilizadora sino que ya habían gastado una millonada en restaurar o hacer obras en la fábrica de la luz que sigue igual de abandonada que antes sin que haya mediado mayor explicación, y su destino era el mismo: un museo sobre el agua. Será para recordar cuando estaba limpia y te podías meter en el Miño sin arriesgarte a brillar por las noches.

Es decir, que frente a una propuesta que apuesta por el dinamismo, el deporte y aprovechar una instalación a la que andando sólo van a ir los que hagan ejercicio y en coche los que estén un poco despistados, se contrapone una instalación tipo MIHL, que se ven negros para llenar con algo y que no esté tan vacío todos los días. Podría funcionar si, por ejemplo, el catamarán llegara a ese supuesto museo, pero no va a ser posible porque suele dar la vuelta antes del molino que hay antes de la potabilizadora. Y aun así tendría una breve visita diaria o dos, sin más. No lo veo.

La época de las obras faraónicas ha terminado, aunque alguno no parece haberse enterado. Ahora la gente quiere cosas razonables, útiles, y a poder ser que no cuesten una millonada. Lo del centro deportivo no suena nada mal, que además está en una zona muy bonita.

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