Ramón Carballo - Foto: El Progreso |
Lo que sí es cierto es que la noticia de que Ramón Carballo no irá en la lista de Jaime Castiñeira no es nada bueno para el PP. Ramón, que es una persona afable y cercana, da la imagen contraria a la del político prepotente que tanto disgusta al electorado.
Es cierto que probablemente no sea una persona tan conocida como otras que han pasado por varios puestos, pero es porque quizás no se da de bofetadas por salir en las fotos buscando un protagonismo desmedido, cosa en que hay auténticos expertos en los diferentes grupos políticos. Sin embargo, los que lo conocemos creo que tenemos una excelente opinión de él, basada en varias cosas que te hacen respetar a una persona prudente y tranquila, que buena falta hace.
El “no” de Ramón Carballo diluye rumores sobre su presunta candidatura a ser la “tercera vía” a la diputación, con lo que habrá que ver qué pasa en el escenario político provincial para saber si es buena idea o no lanzar una candidatura concreta antes de saber los resultados. Eso como táctica política, claro está, como cuestión moral y de sentido común sí sería lógico explicar a la gente a quién se propone para la presidencia de la Diputación aunque creo que todos somos conscientes de que absolutamente nadie vota en las municipales pensando en San Marcos, sino en la alcaldía de su pueblo. Incluido yo.
Dice un medio local (El Progreso, para más señas) que Carballo se percibía también como una opción “para asumir el relevo en el grupo municipal popular si los resultados no son los deseables”. Vamos, la venda para una herida que no se ha producido, pero que quizás llegue si las cosas siguen como hasta ahora.
¿Qué lecturas se pueden hacer de esto? Además de las ya revisadas, se puede entender como una falta de confianza en las posibilidades del PP en las municipales de Lugo y una búsqueda de evitar la hoguera en que quemarse, pero también como el respeto a un compromiso adquirido en la subdelegación del gobierno hasta el final del mandato. Pasar de un puesto relevante a uno de concejal de a pie no es precisamente un plato de gusto para nadie, porque a pesar de que desde el cambio de nombre socialmente la cosa está menos reconocida (no me digan que no vestía mucho más lo de “Gobernador Civil” que “Subdelegado del Gobierno”, que suena regular), la subdelegación no es ninguna tontería. Pasar de ahí a un asiento en la oposición municipal no creo que le apetezca demasiado a nadie.
¿Y la lista? Bueno, ya se sabrá. Por ahora sólo sabemos de verdad la lista del PSOE y una parte importante de la de Lugonovo, que tendrá resolver el problema de cómo completar los dos puestos que le faltan para poder presentarse a las municipales. Sobre esto último aseguran que lo hicieron a propósito para dejar esas dos vacantes para personas “simbólicas”. Francamente me cuesta ceerlo por una sencilla razón: se supone que ellos no controlaban cuántas personas se presentaban a concejal… ¿o sí?
Esta tarde hay una reunión de análisis del proceso de primarias de Lugonovo. Me habría apetecido ir, en serio, para escuchar cómo se plantea el tema. Lo que pasa es que coincide con un café-tertulia que hace Ciudadanos en la Tinería y eso no me lo pierdo. Me interesa mucho más.
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