Hoy crucé la Avenida de la Coruña desde la tienda de un amigo, que está a la altura de los antiguos cines Yelmo, hasta la ronda. Un kilómetro más o menos. Cinco coches, cinco, con la megafonía a toda pastilla en ese trayecto, dos de ellos parejos con lo que la cacofonía se la pueden imaginar ustedes.
Uno de los coches era del PSOE, otro del PP, el tercero de Foro Lugo Independiente, el cuarto de Alternativa Cidadá de Esquerdas y el último era el Porsche de Vicente Quiroga, que estaba al volante, con la megafonía anunciando la manifestación de lo del HULA.
Es llamativo que en una ciudad en la que se cierran las barracas en plenas fiestas por una norma de ruidos ridícula (nadie defiende estar a las tres de la mañana con la música a todo trapo, pero hay términos medios) se permita que nos torturen los oídos entre todos, haciendo que lo que debería ser un agradable paseo se convierta en un dolor de cabeza.
Nos llenan los buzones de propaganda que no hemos pedido, usando nuestro nombre y dirección, cosa que si hiciera cualquier empresa sería perseguida, multada y denostada por saltarse la Ley de Protección de Datos. Pero ya se sabe que el que la escribe se guarda la puerta de atrás para saltársela en aras a un supuesto “interés general”. Por cierto, que me llama poderosamente la atención que el BNG, que sacaba pecho diciendo que no haría buzoneos para no gastar cuartos de todos en esa tontería a mí, al menos, sí me mandó un panfleto de publicidad. Será que me veían indeciso.
Inundan nuestras calles de basura, folletos, panfletos y papeletas que acaban en muchos casos por el suelo, ya sea porque se imprimen en exceso o porque los propios ciudadanos no son lo bastante cívicos como para echar en la papelera más cercana.
Ponen carteles en las farolas, e incluso pegatinas, lo que está prohibido para quienes quieran hacer publicidad.
Etcétera, etcétera, etcétera.
Personalmente, como ya he hecho lo que tenía que hacer, estoy deseando que llegue el día 24 para que se acabe todo este circo, aunque algo me dice que su final sólo marcará el inicio del siguiente.
Llevamos en campaña continua durante años, y la cosa irá a peor porque se avecinan unas elecciones generales a final de año, donde todos y cada uno de los partidos pondrán toda la carne en el asador.
En la época de Internet, de la televisión con muchos canales, de la facilidad de comunicación… ¿no deberíamos ir restringiendo las grandes ventajas que, sobre el ciudadano medio, tienen los partidos políticos a la hora de colocarnos sus fábulas? ¿Acaso creen que somos tan duros de oído que nos tienen que martillear machaconamente con sus “mensajes” para que nos enteremos?
Tenemos para una temporadita, así que quizás los tapones para los oídos sean una solución más práctica y asequible.
Hay quien entiende así la democracia.
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